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Trump ya “pateó” el tablero: ¿y nosotros qué haremos? Opinión

Trump ya “pateó” el tablero: ¿y nosotros qué haremos?

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Tengo la impresión de que estamos en un “estado” de estudio y reflexión, posiblemente agobiados por nuestras necesidades inmediatas.


En las pocas semanas que Trump lleva en la Casa Blanca puso el pie en el acelerador y se ha dedicado de lleno a la implementación de las promesas de campaña de MAGA, “Make America Great Again”. El giro en la política exterior de EE.UU. tiene implicancias en varios frentes, no solo en las prioridades políticas y en las alianzas internacionales que busca generar o recrear la administración estadounidense, sino que también en los flujos, dirección y “gestión” del comercio, y nos afectará directamente, pues la “guerra” de tarifas está desatada

Más allá del “nuevo orden comercial” internacional que quiere imponer Trump, ignorando a la OMC y amenazando –a diestra y siniestra– con el alza arbitraria de aranceles, la prioridad de MAGA y de Trump es frenar a toda costa el avance de China en el comercio, en el desarrollo tecnológico, y en especial, en su creciente influencia en la geopolítica global y –consecuentemente– en la “seguridad nacional” de EE.UU.

En la “visión” de Donald Trump, EE.UU. no puede seguir perdiendo el control de los mercados, ni el control de las redes de abastecimiento o el acceso a recursos naturales estratégicos. Lo vemos en Ucrania, pero también en América Latina y el sudeste de Asia. Quiere potenciar el desarrollo industrial mediante la manipulación del comercio y el “pillaje”, pero la prioridad número uno sigue siendo China.

Trump prioriza que Europa se encargue de resolver sus propias necesidades, especialmente en defensa y que –al mismo tiempo– no sea una amenaza comercial. Objetivos contradictorios, pues la Comunidad y los países europeos necesitan continuar fortaleciéndose para aumentar el gasto en defensa y así poner un freno al “expansionismo” de Rusia.

No obstante, la alianza estratégica transatlántica –bajo la presidencia de Trump– pasa definitivamente a un segundo plano. El vicepresidente Vance literalmente “basureó” a líderes y dirigentes políticos de Europa durante su viaje a Alemania, y el mismo Trump, durante su primera reunión de gabinete, no se “quedó corto”, reiterando que Europa ha “estado aprovechándose de EE.UU.” y señalando, textualmente, que la Unión Europea había sido creada para “joder” a Estados Unidos.

Lo que esperan los políticos europeos es que solo sea una retirada parcial estratégica al segundo plano, pero las visitas del presidente Macron, del primer ministro británico Starmer y del primer ministro Martin de Irlanda a la Casa Blanca solo consiguieron mitigar parcialmente el lenguaje de Trump: la guerra comercial con la UE ya está en marcha, como lo es con Canadá, su vecino e histórico aliado. 

Por ahora, América Latina –excepto por México, la migración “irregular” y el fentanilo– ha estado “fuera del radar” de Trump. No obstante, debido al viaje del secretario de Estado Marco Rubio a Centroamérica y el Caribe, y por las declaraciones de Mauricio Claver-Carone, enviado especial para Latinoamérica, sabemos que las prioridades son la migración “irregular”, el comercio, y retomar control del Canal de Panamá, y sobre todo, enfrentar la creciente influencia comercial, económica y política de China en nuestra Región (State Departament, 31 de enero, 2025).

Sabemos, además, que el secretario de Estado Rubio tiene una especial preocupación por este tema. Y la “guerra comercial” con México sigue latente.

Igualmente, ya sabemos cómo negocian e imponen sus objetivos Trump, J. D. Vance, sus ministros, y sus representantes. Lo hacen de manera implacable y, si es necesario, se “basurea” a la contraparte y/o clientes, en especial cuando perciben “urgencias” o algún dejo de necesidades apremiantes.

Lo han hecho sobre el futuro de Gaza y lo han mostrado con absoluta claridad en la negociación para el término de la guerra en Ucrania y para “acceder” a sus recursos naturales. El “intercambio” entre Zelenski, Trump y su equipo en la conferencia de prensa en la Casa Blanca bate todos los récords.

Pero, cuando se trata de adversarios que necesita o teme –como Putin–, Trump parece controlarse. Ahora que Ucrania –bajo presión– “accedió” a un alto al fuego y que Rusia parece aceptar condicionalmente esta medida, veremos dónde están las reales prioridades de Trump, las alianzas que intenta consolidar y si le es posible “controlar” su impulsivo temperamento transaccional. 

Sabemos, también, que los países avanzados están redefiniendo y reorientando sus preocupaciones y prioridades políticas y económicas, para atender las demandas de sus electores en temas como migraciones y seguridad, más que pensando en el Sur Global.

EE.UU. ya está desmantelando su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el primer ministro de Gran Bretaña –por su parte– ya anunció la reasignación de recursos previamente entregados a los programas de cooperación internacional, provocando la renuncia de Anneliese Dodds, ministra para el Desarrollo Internacional. 

Por último, hemos argumentado que el multilateralismo y sus instituciones han perdido credibilidad y efectividad para promover la convivencia internacional, para intervenir e intentar resolver el avance del desorden que se “globaliza”. Estas últimas semanas, ha quedado en evidencia con las interminables guerras en África –que, al parecer, han pasado al olvido– y con las dificultades para poner fin al conflicto en el Medio Oriente, y guerra en Ucrania.

En todo caso, la reciente votación de EE.UU. en la ONU, junto a Rusia, China y Corea del Norte, es una vergüenza histórica y, además, es una muy buena señal de la poca efectividad y utilidad del “multilateralismo”, bajo su actual configuración y orden global. 

Y, frente a todo esto, ¿nosotros en qué estamos? Al parecer, solo mostrando preocupación a través de las muy utilizadas “redes sociales” y/o haciendo declaraciones “desabrías”, que ya nadie lee o escucha, sobre el multilateralismo y la necesidad de reformar la ONU y sus instituciones. Callejón sin salida, creo. O –peor aún– pérdida de tiempo, de recurso y de energía.

Hoy, las potencias globales usan las instituciones o “mecanismos” multilaterales para “rayarnos la cancha” (cuando es en su interés), perode hecho– no los respetan. Está en sus manos el modificarlos y “democratizarlos”, pero no lo permitirán, pues es de su interés mantener el statu quo. No obstante, no quiero adelantarme mucho, pues “quizás, quizás, quizás”, como en la composición de Osvaldo Farrés, ya estamos conversando con algunos de los líderes progresistas de la región, ¿me equivoco? 

Tengo la impresión de que estamos en un “estado” de estudio y reflexión, posiblemente agobiados por nuestras necesidades inmediatas. Aun así, creo que es el momento de mostrar liderazgo y pasar a la acción, pues se avecinan cambios y presiones significativas en toda nuestra región.

No obstante, me cuidaría mucho de desafiar, provocar o –incluso– de “corregir” a Donald Trump, como han hecho Macron y Zelenski en las conferencias de prensa en la Casa Blanca. Sabemos cómo reacciona Trump. No estoy proponiendo transformarnos en “zalameros” de Trump, o de su administración, solo tomar conciencia de nuestro lugar en la geopolítica global. 

El camino es otro. Estamos muy atrasados, sin embargo. Pero debemos intentarlo: la cooperación, la unidad y la integración de Latinoamérica. No me preocupa mayormente cómo se la llame o caracterice, pero el actuar en conjunto y coordinadamente de los países de la región ya es un imperativo en el mundo de hoy. Cada día es más evidente que deberemos “rascarnos con nuestras propias uñas”.

Más importante, si quedamos solos, seremos irrelevantes en el nuevo escenario geopolítico y estaremos, además, siendo “tensionados” y utilizados permanentemente por las posibles nuevas potencias, o aquellas que lo intentan.

Iniciativas no han faltado, la ALALC, ALADI, CELAC y la Alianza del Pacífico, solo por nombrar algunas. No obstante –y, no quiero ofender a nadie– creo que ha faltado “substancia”. Nos hemos quedado estancados en reuniones y declaraciones de carácter general y poco relevantes, avanzando muy poco en la substancia de un proceso de largo plazo para la cooperación e integración económica y política de nuestra región.  

Lo sé y lo tengo súper claro. Tenemos diferencias con nuestros vecinos y algunas parecen insuperables. Otras rayan en la provocación, pero ¿nos hemos dado el tiempo de buscar los puntos de convergencia? Creo que no, y hay muchos. Las áreas para cooperar son múltiples y en algunas estamos avanzando, en otras no tanto.

No dilatemos más la cooperación y la integración regional. Debo suponer, y así lo entiendo, que cooperamos en temas migratorios y policiales, pero en otros principalmente “competimos”, como en los temas comerciales. Y así debería ser. Pero hay una enormidad de áreas en materias de comercio en las que –creo– nunca hemos cooperado, y si me equivoco espero que me corrijan.

¿Cooperamos, por ejemplo, en áreas que faciliten el comercio y exportaciones de las pequeñas empresas y pymes? Hay diversos estudios –incluso algunos publicados por Direcon/Subrei– que muestran las dificultades que encuentran los pequeños emprendedores para ingresar, conectarse con importadores y distribuidores, y mantenerse exitosamente en los mercados internacionales. ¿Estamos haciendo algo al respecto? Creo que no, a pesar de las diversas medidas que podríamos desarrollar y coordinar regionalmente al respecto (El Mostrador, 7 de marzo, 2022). 

Pero este es sólo un ejemplo, y de estos hay muchos en el sector agrícola y alimentario, un sector en el que hemos logrado un progreso significativo. Hoy, por ejemplo, casi todos los países sudamericanos se abastecen, mayoritariamente, con productos de la Región, creando las bases para la mayor cooperación y la coordinación de nuestras políticas agrícolas y alimentarias.

Aun así, un tema prioritario para la actual administración –seguridad alimentaria– prácticamente no incorpora las “variables” internacionales. No lo entiendo (El Mostrador, 9 de julio, 2023; 7 de agosto, 2023). 

Cuando señalo que les ha faltado “sustancia” a los intentos de integración, me refiero a todos estos y otros temas. La lista es larga y debería ser el objeto de otras notas. En el sector agroalimentario, temas como los de higiene e inocuidad, o los de rotulado, estándares de calidad, la inspección de los alimentos, y la sustentabilidad, entre varios otros, pueden y deberían darnos las bases para una mayor cooperación y coordinación regional.

Una cooperación y coordinación regional que necesitaremos aún más, vis a vis las potencias globales, su creciente agresividad y la “pérdida de foco” en el Sur Global. Y este tema debería interesarnos, pues tenemos flancos muy vulnerables frente a la actual administración de EE.UU. Existe un campo enorme para la cooperación y la coordinación en Latinoamérica, pero debemos tomar la iniciativa. No sigamos a la espera de un posible consenso. No llegará solo. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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