
Con Chile o contra Chile: el peligro de los políticos chilenos que respaldan a Trump
Cuando Chile enfrenta desafíos de cohesión social y polarización, adoptar posturas trumpistas alimenta un clima de intolerancia y división que amenaza con socavar nuestra democracia. La historia reciente de Chile nos enseña lo peligroso que es permitir el autoritarismo y el populismo.
En la política internacional, las alianzas y las posturas de los líderes nacionales no son meramente simbólicas; reflejan valores, prioridades y una visión de mundo que inevitablemente repercuten en los intereses de sus países. En este contexto, resulta alarmante que algunos políticos chilenos manifiesten su apoyo a Donald Trump, un líder que ha demostrado reiteradamente su desprecio por el multilateralismo, los derechos humanos y la cooperación internacional.
Este respaldo no solo es incoherente con los principios democráticos que Chile ha defendido históricamente, sino que también pone en riesgo los intereses estratégicos y la imagen de nuestro país en el ámbito global.
La administración Trump ya ha amenazado con aplicar aranceles al cobre y a otros sectores estratégicos en los que participa nuestra economía, lo que tendría consecuencias gravísimas. Estos nuevos aranceles también generarán represalias por parte de otros países, lo que llevaría a una guerra comercial perjudicial para todas las partes involucradas.
Se trata de medidas que también aumentarán los precios de los productos importados, lo que afectará negativamente a los consumidores nacionales y a nuestras empresas, que dependen de estos productos. También tendrían un impacto negativo en la inversión extranjera y en el crecimiento económico, ya que generan incertidumbre y dificultan la planificación a largo plazo.
De igual manera, su desprecio por la soberanía de Panamá, en razón del control del canal, augura una actitud similar en relación con el Estrecho de Magallanes, y su expansionismo hacia Groenlandia y el Ártico Norte también se aplica al control unilateral del territorio antártico. En un potencial conflicto con la Argentina de Milei, es obvio que los Estados Unidos de Trump harían vista gorda a sus agresiones y avalarían su expansionismo, tal como lo ha hecho al apoyar a Putin en desmedro de Ucrania.
El apoyo de Trump a líderes autoritarios, su negacionismo climático y su desprecio por las instituciones internacionales, como las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, son solo algunos ejemplos de políticas que van en contravía de los valores que Chile ha promovido durante décadas.
Un político chileno que respalde a Trump, ya sea abierta o indirectamente, está alineándose con una visión que desprecia los acuerdos internacionales fundamentales para enfrentar desafíos globales como el cambio climático, la migración y la estabilidad económica. Chile debe fomentar la cooperación entre países, en lugar de medidas proteccionistas que solo pueden generar conflictos y perjudicar a la economía global.
Además, no se puede ignorar que Trump y su ideología MAGA han sido impulsores de discursos xenófobos y aislacionistas que afectan directamente a las comunidades chilenas y latinoamericanas que residen en Estados Unidos. ¿Cómo puede un político chileno apoyar a alguien que ha menospreciado y discriminado a nuestra gente y a nuestra región? Este respaldo no solo contradice los principios de solidaridad y dignidad nacional, sino que también ofende a los miles de chilenos que buscan mejores oportunidades en el extranjero.
Más grave aún es el mensaje que este apoyo envía al interior del país. En un momento en que Chile enfrenta desafíos de cohesión social y polarización, adoptar posturas trumpistas alimenta un clima de intolerancia y división que amenaza con socavar nuestra democracia. La historia reciente de Chile nos enseña lo peligroso que es permitir que el autoritarismo y el populismo ganen espacio en el debate público.
Algunos políticos chilenos apoyan a Donald Trump a viva voz, como Kaiser y Kast. Evelyn Matthei lo hace de forma menos estridente, pero no menos decidida. No solo traicionan los valores democráticos y los intereses estratégicos de nuestro país, sino que también se posicionan “contra Chile”. Este respaldo es un acto de desconexión con las necesidades y los principios del pueblo chileno.
En momentos de desafíos globales, Chile necesita políticos que defiendan nuestro país, la cooperación, la democracia y los derechos humanos, no líderes que respalden figuras que encarnan todo lo contrario. Chile necesita unidad, visión y dignidad, no la importación de agendas divisorias y regresivas.
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