
Desafíos empresariales en un año controversial
La inteligencia artificial representa otro reto corporativo significativo, ya que su expansión acelerada está transformando diversas industrias. Esto impulsa a las organizaciones a familiarizarse con esta tecnología y aprovechar sus beneficios para optimizar la productividad.
Apenas han transcurrido dos meses de 2025 y ya se perfila como un año de profundos cambios y ajustes estratégicos para las empresas. En un contexto marcado por la polarización, tensiones globales y el acelerado avance de la IA, las organizaciones se enfrentan a un desafío clave: fortalecer la confianza y demostrar su capacidad de adaptación e innovación en medio de un entorno dinámico, teniendo siempre a la ética por delante.
Según el Barómetro de la Confianza de Edelman 2025, las empresas han experimentado una caída en su nivel de confianza, alejándose del peak alcanzado en 2021. Esta disminución ha sido impulsada por un creciente resentimiento y desconfianza hacia las instituciones, alimentado por un sentimiento de agravio generalizado.
Existe la percepción de que estas no están abordando adecuadamente los desafíos sociales, lo que profundiza la insatisfacción y genera la creencia de que sus acciones benefician únicamente a unos pocos, en lugar de a la sociedad en su conjunto. Este sentimiento se resume en la frase “tu ganancia es mi pérdida”, que fomenta una visión de suma cero.
A pesar de esto, son percibidas como la institución más ética y competente, y la única capaz de enfrentar los desafíos globales. Esto demuestra que, aunque haya disminuido la confianza, su rol social sigue siendo esencial.
Este escenario representa una oportunidad para que refuercen su compromiso con la sociedad. Según el Barómetro de Edelman, las organizaciones no solo deben cumplir con sus obligaciones corporativas, sino que también crear valor compartido con sus stakeholders, promover el optimismo con acciones que beneficien a todos y actuar de manera coordinada con otras instituciones, como gobiernos, medios de comunicación y ONG, para abordar las raíces del descontento colectivo y atender las quejas generadas por fallas institucionales.
En este contexto, el liderazgo empresarial adquiere un rol fundamental para la toma de decisiones que promuevan la inclusión, la sostenibilidad y el desarrollo equitativo.
Este mismo enfoque es clave en el marco de las medidas adoptadas por la administración de Trump en Estados Unidos, cuyas repercusiones también impactan globalmente y desafían a las empresas.
Entre estas medidas están la suspensión de la aplicación de la FCPA, la ley anticorrupción más importante a nivel global; la paralización de las actividades de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB), creada tras la crisis financiera de 2008 para supervisar a Wall Street y proteger a los consumidores; la orden de eliminar los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI); y la reciente suspensión de la Ley de Transparencia Corporativa (CTA), que exige información sobre los beneficiarios finales.
Si bien estas decisiones reducen la fiscalización regulatoria, esto no significa que las compañías deban relajar sus controles ni abandonar sus políticas de buenas prácticas, como las de prevención de la corrupción y de fomento de prácticas sostenibles. Por el contrario, deben entender que las reglas del juego pueden cambiar en cualquier momento, y que lo verdaderamente importante será actuar con convicción, manteniéndose fieles a sus valores y propósito en base a su gobernanza corporativa.
La consigna debería ser: “Actúo de forma ética y responsable, aunque la ley no me supervise”. Las empresas que demuestren coherencia entre sus acciones y las necesidades del entorno fortalecerán la confianza en ellas y reducirán la percepción negativa que puedan generar.
En otro ámbito, la inteligencia artificial representa otro reto corporativo significativo, ya que su expansión acelerada está transformando diversas industrias. Esto impulsa a las organizaciones a familiarizarse con esta tecnología y aprovechar sus beneficios para optimizar la productividad.
Sin embargo, para sortearla con éxito y ayudar a recuperar la confianza, deben atender riesgos y sesgos asociados. Para esto, será esencial una gobernanza adecuada de la IA que garantice su uso responsable y ético, asegurando que se convierta en una verdadera ventaja competitiva y no en un potencial peligro.
Como vemos, los desafíos para este 2025 son grandes, y requerirán de una reflexión profunda sobre los valores y principios que guiarán a las empresas en tiempos de incertidumbre. Esto, porque no solo se trata de reaccionar ante las circunstancias, sino que de liderar con decisiones estratégicas que fortalezcan el entorno y anticipen las adversidades futuras.
Por eso, es momento para definir su propósito si no lo tienen, o redefinirlo en caso de ser necesario, para influir positivamente en una sociedad que atraviesa la desconfianza, y que necesita de líderes responsables para avanzar, más allá de las polémicas contingentes.
Las empresas tienen en sus manos una oportunidad única para liderar ese cambio y recuperar la confianza. Es el momento de asumir este desafío.
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