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Evelyn y la dupla Ka-Ka: entre la pena de muerte y el tiro al blanco Opinión BBC

Evelyn y la dupla Ka-Ka: entre la pena de muerte y el tiro al blanco

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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En ese escenario, el peor error que puede cometer Evelyn Matthei es intentar mimetizarse con el extremo que representa la dupla Ka-Ka, posición compartida a veces por el mundo RN. Su nicho está en la centroderecha y su grupo objetivo es el centro e incluso la centroizquierda.


Hace 24 años que Chile, durante el Gobierno de Ricardo Lagos, abolió la pena de muerte, luego de una discusión amplia y profunda en que, finalmente, se logró un consenso transversal para terminar con esta práctica que refleja la barbarie de las sociedades que consideran que el Estado debe responder de la misma manera que quienes cometen actos despiadados y brutales.

Lo más paradójico de todo es que la que más se resistió al cambio fue la derecha tradicional, esa cuyos líderes y militantes se declaran católicos, apostólicos y romanos, una doble moral que molesta.

Y aunque las sociedades y los países suelen evolucionar, cada cierto tiempo el mundo político vuelve a sorprendernos con sus intentos de poner marcha atrás en procesos sellados después de décadas de desencuentros.

Sin ir más lejos, recordemos que, en el segundo proceso constitucional, la bancada republicana planteó originalmente revertir el aborto en tres causales e, incluso, intentó poner en la discusión pública el divorcio y el tipo de familia que debían tener los chilenos. Por suerte, ninguna de sus propuestas refundacionales –misma crítica que la derecha le hizo a la Lista del Pueblo en el proceso previo– logró ni siquiera tener espacio en la agenda pública.

Desconozco si las declaraciones de la candidata Evelyn Matthei, abriéndose a revisar la pena de muerte, formaron parte de una estrategia planificada o bien correspondió a un lapsus, pero lo cierto es que provocó una reacción distinta a lo que su equipo de campaña esperaba. Tanto es así, que incluso José Antonio Kast salió a rebatirla de inmediato.

Todos tenemos claro que el tema de la seguridad y migración ilegal se ha convertido en un problema para Chile desde hace más de una década –que se agudizó durante este Gobierno–, pero pensar que los chilenos somos tan ingenuos como para comprar el argumento de que traer de vuelta la pena de muerte es una solución a la crisis actual…

En paralelo, la dupla Ka-Ka difundió videos en que ambos candidatos instan a las personas a usar armamento para defenderse de la ola de violencia. José Antonio Kast, mostrando sus habilidades de pistolero, señaló en sus redes que “se acabó el buenismo y el garantismo… con los delincuentes no se dialoga, se actúa”. A buen entendedor, pocas palabras: una paradoja, considerando que son los propios Ka-Ka los que pretenden representar al Estado como futuros gobernantes.

Es decir, se trata de candidatos presidenciales que invitan a vivir en el far west en caso de ser electos, en vez de plantear soluciones integrales que nos permitan salir de esta situación.

Hasta el momento, ni Kast ni Kaiser han hecho una oferta sólida y concreta que permita hacer un giro en temas de seguridad, con la excepción de instar a tomar la justicia por las manos, algo que puede ser irreversible para una sociedad. Basta ver las matanzas diarias que existen en EE.UU. en colegios y lugares públicos, de manos de ciudadanos que se compran pistolas en Walmart.

Matthei, por su parte, anunció un plan –de mano de un exgeneral de Carabineros que la asesora– basado en el control migratorio vía murallas y zanjas, como una de las soluciones para resolver el problema de seguridad. Sin embargo, ninguno de los tres candidatos de derecha ha presentado una propuesta integral que permita enfrentar la delincuencia como Estado; es decir, convocando a todos los poderes y actores de la sociedad civil.

Lo peligroso para el sector es que estas promesas populistas son similares a las que presentaron candidatos a alcaldes y gobernadores en 2024 –de todos los sectores– y cuyo resultado hasta ahora es cero.

La derecha tiene una opción importante de llegar a La Moneda en 2026 y, por tanto, debería tener mucho más cuidado con hacer una oferta que constituya una solución mágica, pues la factura a pagar frente a la ciudadanía a los pocos meses de asumir podría tener consecuencias insospechadas.

Escuchamos estos días, a propósito del cobarde y estremecedor asesinato de un matrimonio en la Región de O’Higgins, a muchos políticos chilenos hacer promesas que ninguno, ninguno –incluidos todos los candidatos presidenciales, desde el PC a los libertarios– podrá cumplir en el corto plazo.

Y dentro de este festival de promesas y amenazas de volver con la pena de muerte, llamados a la autodefensa y prácticas de tiro al blanco, lo que llamó la atención es el nivel de coordinación del relato y las imágenes utilizadas por la dupla Ka-Ka y la reacción de Matthei.

Dio la impresión de que Kast y Kaiser hubieran intentado provocar a Evelyn para jugar a quién aparecía más duro ante la ciudadanía, para dejar luego a la exalcaldesa offside. Plantear la pena de muerte es un tema complejo, políticamente incorrecto, que de seguro no arrastra masa votante y que deja al mundo “católico” de derecha descolocado. De hecho, Kast argumentó en esa línea, señalando que “creemos en la vida desde la concepción a la muerte”. Touché.

Las últimas encuestas han dejado en evidencia una baja importante y sostenida de Matthei, quien alcanzó el techo hace más de un año. Por su parte, Kaiser ha subido de manera inversamente proporcional a la caída de la exalcaldesa y, en las últimas semanas, un Kast recargado parece recuperar terreno a costa de una estrategia comunicacional agresiva y coordinada con el equipo de Kaiser. Por algo llegaron a un acuerdo de competencia abierta en primera vuelta, pero con lista única parlamentaria. ¿De dónde vendrán esos votos? De Matthei, por supuesto.

En ese escenario, el peor error que puede cometer Evelyn Matthei es intentar mimetizarse con el extremo que representa la dupla Ka-Ka, posición compartida a veces por el mundo RN. Su nicho está en la centroderecha y su grupo objetivo es el centro e incluso la centroizquierda, en caso de pasar a segunda vuelta.

Y, claro, mientras tanto, los chilenos tendremos que seguir soportando, durante largos ocho meses de campaña, promesas engañosas, soluciones mágicas, planos de cárceles en el desierto y ofertas imposibles de cumplir para revertir los problemas de delincuencia. Como quedó demostrado con Piñera y Boric, al mes de estar en La Moneda la gente saldrá a las calles a exigir que la oferta hecha en campaña se haga efectiva. Así funciona el país amnésico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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