
Municipios y su apoyo al comercio local: una asignatura pendiente
¿Es tarea de los municipios fomentar el comercio local?
Partamos por lo que sabemos: esta tarea no se constituye como una obligación, ni como una condición forzosa, para el desarrollo de las administraciones municipales. No está dentro de sus responsabilidades, ni es parte de sus metas objetivas.
Sin embargo, cuando un municipio fomenta el comercio local, protege los intereses, la calidad de vida, los ingresos reales, las finanzas y el bienestar, si no de todos los habitantes de su comuna, al menos de una parte importante de ellos.
Profundicemos en esta idea. Mantener, desde los municipios, una preocupación por el desarrollo, el crecimiento y el cuidado de los comercios locales, es una medida concreta desde lo local para evitar distorsiones en el desarrollo económico. Cuando el comercio a grandes distancias, o a través de grandes conglomerados, supermercados o retails termina por devorar al comercio local, el desarrollo económico se vuelve desigual y se genera pobreza. ¿Cómo así?
Veamos. El comercio de las grandes empresas genera crecimiento y desarrollo a nivel macroeconómico, lo que queda reflejado en el PIB y en los grandes indicadores económicos a nivel nacional. Sin embargo, y en un país tan desigual como Chile, las grandes cifras no reflejan la realidad territorial. En la práctica, hay un Chile profundo donde familias y comunas enteras viven con cierta, o mucha, dificultad.
Sin perjuicio de la debida libertad que todos gozamos –el afán no es rechazar la globalización ni el comercio a gran escala–, ¿generará alguna ventaja, o será de alguna ayuda, que en dichas comunidades todos los vecinos vayan al mall?
Sin duda, es más enriquecedor y beneficioso a nivel local cuando las personas, en vez de concurrir al supermercado, compran en las ferias libres, en almacenes de barrio o en tiendas locales. Las personas obtienen los productos y servicios que necesitan, pero los recursos quedan en sus barrios, en sus comunas y en su entorno.
Históricamente, el comercio local ha sido motor de desarrollo comunitario, y además ha fundado un entramado cultural complejo de relaciones sociales y humanas. Sin embargo, las dinámicas de la globalización cultural y económica han desajustado, o derechamente reemplazado aquellas dinámicas, destruyendo los vínculos y empobreciendo a las personas. Por eso, si los municipios toman un rol activo en reestablecerlas de algún modo, el beneficio no solo será económico, sino también social, cultural e incluso patrimonial.
Y si no son los municipios, que es el Estado cerca de la gente, ¿entonces quién?
Constatando, entonces, la importancia de que el comercio local sea una prioridad de los municipios, ¿cómo pueden hacerlo? Aquí algunas estrategias clave:
En primer lugar, ayuda mucho una planificación urbana adecuada, que incorpore en su diseño los espacios comerciales. Para este fin, dichos espacios deben tener ubicaciones y accesos bien pensados, ser visibles, y además pueden promocionarse sobre la base de estrategias modernas, como las redes sociales. De más está decir que si no existen espacios como mercados o ferias permanentes, es bueno crearlos.
Luego, con, o desde otras áreas del Estado es posible promover la ocupación de locales que estén vacíos, debido a la competencia de las grandes cadenas; por ejemplo, con subsidios de arriendos o facilidades fiscales.
Otro punto es que el transporte público y las condiciones viales, cuando se piensan, también conecten a la comuna y sus habitantes con sus espacios comerciales; y se puede normar el uso del suelo para que los espacios comerciales locales y comunitarios no queden a trasmano, sino que cerca, de manera amigable con las personas.
En segundo lugar, es vital el apoyo que los municipios puedan otorgar a los pequeños comerciantes, en materia de facilitación del acceso a capacitaciones, redes de cooperación, reducción de trabas burocráticas a nivel municipal, y apoyo o asesoría respecto de otras trabas o vallas que los comerciantes enfrenten.
En tercer lugar, la preocupación no se acaba solo con que surja el comercio local; continúa en generar las condiciones para que pueda sostenerse en el tiempo. Aquí es vital que los municipios tomen medidas como la existencia de mercados de abastos locales, para que el comercio local no dependa tanto de intermediarios; o ejecuten programas de apoyo a la producción o la actividad local, de manera colaborativa con otras instituciones del Estado que tienen posibilidades de fomento –o con instituciones o empresas privadas, formándose alianzas público-privadas– para que los comerciantes locales tengan redes y acceso permanente a los productos que necesitan.
En cuarto lugar, es de gran aporte que los municipios puedan realizar acciones de promoción de los mercados locales y sus comercios, por ejemplo, mediante la organización de eventos o ferias donde los comerciantes puedan dar a conocer sus productos en la comunidad local; formándose nuevos lazos o vínculos, tanto con potenciales clientes como con personas o negocios que forman parte de su cadena de abastecimiento o producción.
También, en una dimensión similar a la capacitación, los municipios pueden prestar su apoyo y asesoría a que los comercios locales nazcan o crezcan vinculados a las plataformas digitales, las redes sociales, o puedan vender en e-commerce.
Y finalmente, el municipio es clave en la toma de medidas para descentralizar el consumo: por ejemplo, promoviendo la instalación de comercios en zonas con poca oferta comercial, lo cual facilita la vida de las personas –que ya no deban desplazarse grandes distancias para acceder a productos o servicios– y rompiendo la dependencia de las personas con el gran comercio, el retail y los supermercados.
En suma, los municipios tienen una gran oportunidad de ser actores principales para que Chile avance en justicia territorial, desarrollo equitativo y superación de la desigualdad. Para abordar este desafío, es fundamental que entre los alcaldes, pero también al interior de las municipalidades, exista la voluntad política de pensar en grande, potenciando lo local para superarnos como país.
Algunas de las ideas de esta columna de opinión han sido tomadas del libro El Buen Alcalde, de Eduardo Ergas Weisner.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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