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Los habitantes de los territorios y la gestión de sus bosques Opinión Bosque Fray Jorge, foto referencial

Los habitantes de los territorios y la gestión de sus bosques

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Jennifer Valpreda
Por : Jennifer Valpreda Directora Ejecutiva Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo
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Una mejor gobernanza de los bosques pasa necesariamente por recoger las demandas y experiencia de toda la sociedad y que las decisiones sobre ellos sean tomadas en consecuencia.


El 21 de marzo se celebra, como cada año, el Día Internacional de los Bosques. Esta fecha fue establecida por Naciones Unidas, desde donde este año proponen el tema “bosques y alimentos” y la premisa de que el futuro de la alimentación comienza en los bosques. Y así es. Según la FAO, más de 5 mil millones de personas en el mundo utilizan productos forestales para obtener alimentos, medicinas y medios de vida, mientras que más de 2 mil millones de personas dependen de la madera y otros combustibles tradicionales para cocinar. En algunos países y regiones, los bosques y árboles proporcionan alrededor del 20% de los ingresos de los hogares rurales, lo que permite el acceso a alimentos nutritivos y dietas diversas.

Los bosques y árboles son una rica fuente de frutos, semillas, raíces, tubérculos, hojas, hongos, miel, carne de animales silvestres e insectos. Los bosques son fundamentales para la agricultura en tanto son hogar de polinizadores, mantienen el suelo en buenas condiciones, proporcionan comida y refugio para el ganado, regulan temperatura y actúan como barrera natural contra el viento, protegiendo los cultivos.

Son vitales para la provisión de agua: las cuencas que poseen bosques proveen agua para más del 85% de las mayores ciudades del mundo, y el manejo forestal sustentable tiene el potencial de mejorar la calidad del agua para más de 1.700 millones de personas que residen en grandes áreas urbanas, contribuyendo a su alimentación y seguridad hídrica.

En Chile, la gestión forestal (o modelo forestal) basada en plantaciones exóticas y escasa mirada al bosque nativo y a la población rural no permite la protección del medioambiente ni el desarrollo armónico de la sociedad –especialmente de la vida rural–. Las decisiones sobre los recursos o elementos naturales se toman en forma centralizada y sin perspectiva territorial, cuando ¡puchas qué es diverso nuestro territorio y nuestra gente!

La forma de gobernar los bosques es mezquina y autoritaria y ha dejado a los bosques nativos destruidos o enfermos. Quizás tenemos la imagen de los bosques de los Parques Nacionales: exuberantes, saludables, prístinos. Pero la realidad va mucho más allá. Todos y todas, directa o indirectamente vivimos del bosque, que puede haber sido bien o mal utilizado; que puede estar saludable o degradado. En él viven personas, con necesidades, conocimientos, historia, y con una visión del bosque que en las grandes ciudades no se sabe o no se comprende.

Una mejor gobernanza de los bosques pasa necesariamente por recoger las demandas y experiencia de toda la sociedad y que las decisiones sobre ellos sean tomadas en consecuencia. El camino tradicional nos está llevando a un abismo frente a los desafíos del cambio climático: es momento de repensar la gestión de los bosques y avanzar hacia un nuevo modelo forestal, que se basa en una nueva forma de gobernanza, en donde los habitantes y la diversidad territorial son protagónicos. 

Si hablamos de gobernanza, la sociedad civil organizada tiene mucho que decir. Hay vasta experiencia y modos de gobernanza colectiva y participativa en los que caben plantaciones, cultivos, bosques prístinos, bosques manejados, restauración de suelos y ecosistemas, etc.

La naciente red de organizaciones de la sociedad civil Bosquentrama-Observatorio de los Bosques es un ejemplo de comunidad y articulación, quienes van compartiendo cómo se han organizado de diferentes modos y con diferentes propósitos para proteger “sus” bosques (con un sentido de pertenencia que a la mayoría nos falta). 

La toma de decisiones unilaterales, verticales y, sobre todo sordas, no son adecuadas y están colapsando los sistemas sociales y ecológicos. Como sociedad civil debemos agruparnos y recuperar la fuerza y la voz que nos quitaron en años oscuros; podemos y tenemos que articularnos y actuar en conjunto para enfrentar desafíos comunes.

A nivel país, debemos incorporar la visión y demandas de la comunidad desde su propia voz, sin intermediarios ni interpretaciones antojadizas, para lograr por fin una adecuada gestión de nuestros bosques. Que así sea.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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