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Independientes: del like al voto Opinión AgenciaUno

Independientes: del like al voto

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Danilo Herrera
Por : Danilo Herrera Analista político.
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Lo que estamos viendo es un nuevo auge del individualismo político, una peligrosa distorsión del proceso democrático. Cualquiera que acumule suficientes seguidores en redes sociales se convence de que puede dirigir un país.


En los últimos días hemos visto un fenómeno que debería preocuparnos: más de 60 personas han iniciado el proceso para postularse como candidatos presidenciales independientes en Chile. Muchos interpretan esto como una señal de desafección con los partidos políticos, una supuesta prueba de que la ciudadanía busca alternativas frescas. La verdad es que esto no representa un despertar democrático ni una renovación política real.

Lo que estamos viendo es un nuevo auge del individualismo político, una peligrosa distorsión del proceso democrático. Cualquiera que acumule suficientes seguidores en redes sociales se convence de que puede dirigir un país.

Las redes sociales han creado una falsa sensación de respaldo político. Algunos de estos aspirantes han construido comunidades digitales donde su palabra es celebrada, pero esos followers no representan un verdadero apoyo, sino que son solo consumidores de contenido. Dar like o “me gusta” en un video no es lo mismo que adherir a un proyecto de país. Lo preocupante es que estas figuras parecen convencidas de que, con 35.361 firmas, tienen derecho a ser una verdadera opción para liderar Chile. ¿Dónde quedaron los compromisos colectivos o el respaldo estructural?

El pecado original: hoy es demasiado fácil inscribirse como candidato independiente en Chile. La democracia necesita diversidad de opciones, sí, pero también necesita barreras de entrada que garanticen que quienes aspiran a gobernar lo hagan con un mínimo de responsabilidad y compromiso con el país. La política no puede ser un experimento personal ni una extensión de la fama digital. Es necesario endurecer los requisitos para evitar que cualquier persona con un golpe de popularidad efímero convierta la carrera presidencial en un desfile de egos sin compromiso colectivo.

Los partidos políticos, con todas sus fallas, al menos representan algo más grande que un individuo. Tienen ideología, estructura, procesos internos y mecanismos de rendición de cuentas. En cambio, los independientes solo se responden a sí mismos. No le deben explicaciones a nadie más que a su propia imagen pública –y quizás, a sus followers. Cuando un liderazgo político se basa en la autoafirmación en vez de su deber público, el resultado es inestabilidad, falta de gobernabilidad y, muchas veces, improvisación en la toma de decisiones.

La crisis de los partidos políticos es innegable, y claro que tienen responsabilidad en la desafección ciudadana, pero la solución no es el populismo independiente, sino fortalecer los mecanismos que garantizan que solo lideren aquellos que realmente pueden gobernar. A los independientes hay que tolerarlos, no promoverlos, porque la política no es un acto individual ni una competencia de carisma, sino un ejercicio de construcción colectiva. Y esa es la diferencia fundamental entre la democracia y el simple espectáculo de los likes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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