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¿Es hora de decir adiós al cambio de horario en Chile? Opinión

¿Es hora de decir adiós al cambio de horario en Chile?

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Juan Carrillo Azócar
Por : Juan Carrillo Azócar Médico - cirujano por la Universidad de Concepción. Director Departamento de Sueño, Asociación Latino Americana de Tórax (ALAT). Máster en Medicina y Fisiología del Sueño. Magister (c) en Salud Pública.
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¿No es hora de que Chile dé el paso definitivo y sea uno a los países que han abandonado esta práctica? La respuesta parece ser un rotundo sí.


Cada año, como un ritual que parece no tener fin, los chilenos ajustamos nuestros relojes dos veces: en primavera, para adelantarlos y dar inicio al horario de verano, y en otoño, para atrasarlos y volver al horario de invierno. Este cambio, que en teoría busca aprovechar mejor la luz natural, ha sido objeto de debate en los últimos años. ¿Realmente nos beneficia? La evidencia sugiere que no, y que es momento de considerar un huso horario fijo para Chile.

El cambio de horario no es solo un ajuste en los relojes; es un golpe a nuestro reloj biológico. El ritmo circadiano, que regula cuándo dormimos, cuándo despertamos y cuándo nos sentimos más activos, se ve alterado cada vez que movemos las manecillas. Esto puede provocar trastornos del sueño, fatiga diurna e incluso afectar el estado de ánimo. Estudios internacionales han demostrado que estos cambios están asociados con un aumento temporal en problemas de salud, como alteraciones cardiovasculares y un mayor riesgo de accidentes.

En un país donde el bienestar mental y físico ya es una preocupación creciente, ¿por qué seguir con una práctica que nos hace más vulnerables?

Chile, por su ubicación geográfica, pertenece naturalmente al huso horario UTC-4. Sin embargo, el horario de verano (UTC-3) nos aleja de esta sincronía, haciendo que en algunas regiones anochezca demasiado tarde en verano y amanezca muy temprano en invierno. Esto no solo afecta nuestros patrones de sueño, sino que también desperdicia horas valiosas de luz natural.

Un huso horario fijo, ajustado a nuestra posición geográfica, permitiría un mejor aprovechamiento de la luz solar durante todo el año. Esto no solo beneficiaría a la salud, sino que también reduciría la necesidad de iluminación artificial, contribuyendo a un uso más eficiente de la energía.

Los cambios de horario generan complicaciones innecesarias. Desde ajustar manualmente relojes antiguos hasta reprogramar sistemas tecnológicos, el proceso consume tiempo y recursos. Además, la coordinación con otros países se vuelve más compleja, especialmente en un mundo globalizado donde el tiempo es valioso.

Países como Argentina y Uruguay han adoptado un horario fijo con resultados positivos. La Unión Europea también ha dado pasos en esta dirección, reconociendo que los beneficios de los cambios de horario son mínimos en comparación con los costos que generan.

Uno de los argumentos históricos a favor del cambio de horario ha sido el ahorro de energía. Sin embargo, en la era moderna, este beneficio es cuestionable. El uso extendido de electricidad en hogares, empresas y dispositivos electrónicos ha reducido significativamente el impacto del cambio de horario en el consumo energético. Por otro lado, los costos asociados a la pérdida de productividad y los problemas de salud superan cualquier ahorro marginal.

Chile tiene la oportunidad de alinearse con su posición geográfica natural y adoptar un huso horario fijo. Esto no solo simplificaría la vida de las personas, sino que también tendría beneficios significativos para la salud, la economía y el medio ambiente. Es una medida que, aunque requiere ajustes iniciales, generaría un impacto positivo a largo plazo.

El cambio de horario es una práctica obsoleta que ya no se justifica en el mundo moderno. Mantener un huso horario fijo, ajustado a nuestra ubicación geográfica, nos permitiría vivir en mayor armonía con los ciclos naturales de luz y oscuridad. Es momento de dejar de mover las manecillas del reloj y empezar a avanzar hacia un futuro más simple, saludable y eficiente.

¿No es hora de que Chile dé el paso definitivo y sea uno a los países que han abandonado esta práctica? La respuesta parece ser un rotundo sí.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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