
No es China, es el mercado, estúpido
En lugar de verlas como una amenaza, es momento de reconocer su contribución al comercio y a la competitividad en Chile.
El crecimiento de las multitiendas chinas en Chile ha generado un intenso debate, pero muchas de las críticas que circulan carecen de sustento y rozan lo conspirativo. Más que una maniobra política encubierta, su proliferación es el resultado natural de la dinámica del mercado: empresarios que buscan oportunidades, invierten y compiten como cualquier otro actor comercial.
El éxito de estas tiendas responde a razones económicas claras. China ha experimentado un crecimiento sostenido, lo que ha generado una fuerte competencia interna entre sus fabricantes. Para mantenerse a flote, muchas empresas han buscado mercados internacionales donde sus ventajas competitivas –producción eficiente y costos reducidos– les permitan crecer. Chile no es una excepción: donde hay demanda, hay negocio.
Este patrón de expansión no es exclusivo de China. Empresas de Estados Unidos, España o Brasil han seguido la misma lógica al invertir en Chile cuando han identificado oportunidades rentables. Las multitiendas chinas no son un fenómeno ajeno a las reglas del libre mercado; simplemente ofrecen productos a precios más bajos gracias a economías de escala y una cadena de suministro optimizada.
El crecimiento de estas tiendas ha significado más opciones para los consumidores, lo que a su vez impulsa la competencia y mejora la oferta en el mercado. La noción de que estos locales están vacíos o que operan bajo esquemas turbios queda desacreditada por datos concretos: según una encuesta de Cadem de diciembre de 2024, el 88% de los encuestados ha visitado un mall chino y el 77% lo hace regularmente. Esto no solo valida su presencia, sino que demuestra que millones de chilenos los consideran una alternativa legítima.
En un entorno donde las grandes cadenas comerciales han dominado históricamente con precios altos y márgenes amplios, la irrupción de las multitiendas chinas ha obligado a repensar la eficiencia y la competitividad en el sector. Su presencia permite que los consumidores accedan a productos más asequibles y diversificados, lo que democratiza el consumo.
Un argumento recurrente contra estas empresas es su supuesta vinculación con el Gobierno chino. Sin embargo, esta afirmación ignora décadas de evolución económica en China. Desde las reformas de Deng Xiaoping en 1979, el país ha transitado hacia un modelo de economía de mercado, donde el sector privado desempeña un papel fundamental. Su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2001, reafirmó este camino y estableció reglas claras que limitan la intervención estatal en los negocios.
Las empresas chinas que invierten en el extranjero lo hacen por razones puramente comerciales. No hay una estrategia encubierta ni un plan de dominación. Simplemente, operan bajo las mismas reglas del libre mercado que cualquier otro actor global, compitiendo donde ven oportunidades.
Las especulaciones sobre las multitiendas chinas van desde insinuaciones sobre crimen organizado hasta teorías de expansión gubernamental. Pero los hechos son claros: cumplen con las regulaciones, pagan impuestos y son preferidas por millones de chilenos. Demonizarlas sin fundamentos solo distorsiona el debate y alimenta prejuicios infundados.
En lugar de verlas como una amenaza, es momento de reconocer su contribución al comercio y a la competitividad en Chile. En una economía globalizada, cerrar puertas a la inversión extranjera no es el camino. La clave está en garantizar que todos los actores cumplan con las reglas del juego y en aprovechar los beneficios que trae consigo una mayor competencia en el mercado.
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