
Las primarias presidenciales y el futuro del Frente Amplio
La historia política ha demostrado que la representación efectiva y clara es crucial para la supervivencia de los partidos y su capacidad para influir en el futuro del país. Para todo esto se requiere proyecto, coherencia, convicciones y valor.
En Chile tendremos primarias presidenciales el 9 de junio. Las elecciones primarias son un sistema que permite a los partidos políticos y pactos o sectores políticos la nominación de candidatos a cargos de elección popular, cuyos resultados serán vinculantes para estas colectividades. En nuestro contexto político, la cercana elección primaria entre los distintos partidos y fuerzas políticas del oficialismo plantea serias interrogantes sobre el futuro del Frente Amplio (FA), el partido más grande del país (con alrededor de 62 mil militantes), que es además el del Presidente Gabriel Boric.
Estas primarias plantean varias interrogantes sobre el futuro del mayor partido de Gobierno. La decisión de no presentar un candidato propio a estas elecciones es un acto que puede acarrear consecuencias significativas tanto para la legitimidad del partido como para su capacidad de influencia en el escenario político. La falta de un candidato natural del Frente Amplio en estas primarias puede ser interpretada como síntoma de una crisis interna, la falta de liderazgos naturales en su interior, la falta de convicciones o exceso de cálculo político de sus potenciales candidatos.
Como sea, es absolutamente impresentable y penoso para su dirigencia. Es evidente la enorme derrota que representaría para el Gobierno en general y el Presidente en particular el no llegar con candidato propio, ya sea en las primarias mencionadas o directamente en la papeleta final de noviembre (primera vuelta).
Si el Frente Amplio no logra presentar un candidato que resuene con las aspiraciones y preocupaciones de los ciudadanos, será percibido como un actor político distante y poco relevante. La falta de representación podría conducir a una mayor apatía electoral, lo que afectaría potencialmente su desempeño en las elecciones parlamentarias de diputados y senadores.
Uno de los efectos más inmediatos de no presentar un candidato propio es la posible erosión de la confianza en la dirección del partido y su liderazgo. Los militantes y simpatizantes del Frente Amplio esperan que sus líderes se atrevan a proponer y defender sus propias visiones, incluso ante adversidades. Si los potenciales candidatos han decidido abstenerse de participar por distintas razones, esto podría debilitar la imagen de la colectividad como una alternativa sólida y coherente.
A largo plazo, el Frente Amplio podría enfrentarse a una pérdida de identidad política, erosionando su base de apoyo y dificultando su capacidad para movilizar a los votantes en futuras elecciones. Esto es particularmente relevante, considerando que se avecinan elecciones parlamentarias.
Los votantes necesitan saber qué representa el partido y cómo su plataforma se traduce en acciones concretas y efectivas en el Gobierno. Sin un candidato que articule claramente esas ideas y propuestas, los votantes podrían optar por alternativas más definidas o seguras, llevándolos a apoyar a otros partidos que sí demuestran claridad y determinación en sus posiciones.
La falta de un candidato propio puede provocar dificultades significativas en la articulación de redes de apoyo y en la generación de entusiasmo dentro de la militancia. La base del Frente Amplio, que debería ser activa y movilizada para estas elecciones, podría perder su impulso si siente que carece de un referente claro y capacitado para liderar el proceso.
La historia política ha demostrado que la representación efectiva y clara es crucial para la supervivencia de los partidos y su capacidad para influir en el futuro del país. Para todo esto se requiere proyecto, coherencia, convicciones y valor, lo que hasta ahora no hemos visto en el partido del Presidente. Claro que es necesario tener un candidato viable, alguien que quizá no existe en ese partido, y no presentarse sería la pérdida menor.
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