
Almuerzo de camaradería y mensaje político
Quienes aún militamos en la DC suscribimos la tesis de que este partido no tiene ninguna posibilidad de adoptar acuerdos electorales con la derecha, pues la entendemos como un partido de cambio y transformación social.
Hace unos días se celebró en el restaurante Café Torres, de Alameda, un almuerzo de camaradería entre actuales y antiguos militantes de la Democracia Cristiana, muchos de los cuales participan hoy activamente en Demócratas y Amarillos.
Independientemente de los afectos y cariños que puedan aún existir, sentimientos todos muy respetables, a nuestro juicio no es posible soslayar que ese tipo de eventos, profusamente filtrados a la prensa, se prestan para interpretaciones equívocas, que dan pie a especulaciones un tanto interesadas respecto de posibles reencuentros y, lo más complejo, a creer que entre los democratacristianos que se fueron y quienes aún seguimos militando hubo tan solo conflictos de convivencia.
Al respecto, tenemos certeza de que las razones de los últimos quiebres partidarios obedecen a discrepancias más profundas.
Quienes se fueron tienen divergencias respecto de lo que debe ser la Democracia Cristiana, sosteniendo una tesis legítima y respetable, pero contraria a quienes nos hemos quedado, de que la DC debe representar un centro equidistante entre derechas e izquierdas, dúctil para pactar con uno u otro espacio político, poniendo a ambos sectores en una suerte de equivalencia valórica, instalando la idea de que aliarse con uno es lo mismo que hacerlo con el otro, un símil del Partido Radical de mediados del siglo pasado.
Esto, en circunstancias que quienes aún militamos en la DC suscribimos la tesis de que este partido no tiene ninguna posibilidad de adoptar acuerdos electorales con la derecha, pues la entendemos como un partido de cambio y transformación social, que en su valoración por la democracia, los derechos humanos, la libertad y la justicia social, tan solo puede converger con partidos progresistas, es decir, con partidos que creen que las injusticias sociales son construcciones culturales contra las cuales hay que luchar, y no propias de la condición humana de cada individuo, siendo incluso deseables, como suscriben algunos pensadores de derecha.
Este último, propio del pensamiento conservador y contrario al pensamiento humanista cristiano, es el que nos distancia profundamente de las derechas, ya que estas, y en particular en Chile, se han caracterizado por defender intereses económicos y no proyectos políticos con vocación de cambio social, actuando hoy globalmente para deteriorar la convivencia democrática e impedir avances en justicia social e inclusión.
Respecto de nuestra alianza electoral con el Partido Comunista, cuestión que permanentemente nos reprochan quienes se fueron, creemos que doctrinariamente existe una enorme diferencia en lo que respecta a la visión marxista de sociedad que sustenta dicho partido, no adscribiendo al materialismo dialéctico ni como interpretación histórica ni como solución social.
Pero ello no obsta a que con el PC podamos converger en acuerdos electorales y de gobierno para construir grandes mayorías, ya que entendemos que, con el mundo de las izquierdas, y también con los comunistas, la lucha por alcanzar una mayor justicia social constituye un elemento en común.
Existe ahí un punto gravitante y convergente en donde sí podemos trabajar conjuntamente, en la medida de que exista un compromiso irrestricto para con la democracia y la libertad, teniendo como antecedente histórico el que el Partido Comunista chileno ha sido consistentemente respetuoso de la democracia, habiendo sido un partido dialogante e institucional incluso durante periodos convulsos, como el vivido durante la Unidad Popular.
De esta forma, creemos que este tipo de actos solo confunden a la militancia y a la opinión pública, haciendo creer que las divergencias internas que otrora tuvo la DC son cuestiones menores, propias del poder y de las relaciones interpersonales. Pues no. Independientemente del cariño y el afecto que puedan existir respecto de muchos excamaradas, hoy en día existen distancias políticas e ideológicas insalvables, y que, por lo mismo, no se solucionan con un simple almuerzo de camaradería.
*También firman esta columna Carmen del Picó, René Ramírez, Pedro Vera y Marcel Young.
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