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Más allá de un simple número Opinión Archivo

Más allá de un simple número

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Cristian Araya-Jaime
Por : Cristian Araya-Jaime Doctor en Genética, investigador del Laboratorio de Citogenética y Citogenómica del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena.
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Es imperativo que las políticas pesqueras en Chile promuevan una distribución más equitativa de las cuotas, reconociendo la importancia de la pesca artesanal para la economía local y la conservación de la biodiversidad.


La reciente controversia en torno a la redistribución de cuotas pesqueras en Chile ha puesto de manifiesto la profunda desigualdad entre la pesca industrial y la artesanal, evidenciando impactos negativos tanto en la biodiversidad marina como en las economías locales.

Históricamente, la asignación de cuotas ha favorecido a la pesca industrial en detrimento de la artesanal. Por ejemplo, la cuota del jurel está distribuida en un 90% para la pesca industrial y solo un 10% para la artesanal. Recientemente, el Senado propuso modificar la distribución de la cuota de jibia de un 90% para los artesanales y 10% para la industria, a un 80% y 20%, respectivamente, lo que ha generado descontento en el sector artesanal. Esto, evidenciando la desigualdad en la distribución de cuotas pesqueras.

La pesca industrial, con su capacidad para capturar grandes volúmenes, ha contribuido significativamente a la sobreexplotación de recursos marinos. Según datos proveídos de informes de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), el 62% de las pesquerías en Chile están sobreexplotadas o agotadas, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.

Las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB) han emergido como una herramienta clave para la conservación y gestión sostenible de los recursos marinos. Estas áreas, administradas por organizaciones de pescadores artesanales, permiten regular la extracción de especies bentónicas, como el loco (Concholepas concholepas), asegurando su regeneración y disponibilidad futura. Este modelo de comanejo ha demostrado ser efectivo en la recuperación de poblaciones sobreexplotadas y en la protección de la biodiversidad marina.

Entonces, y considerando lo anterior, la pesca artesanal es esencial para la subsistencia de más de 140 mil pescadores y sus familias a lo largo de la extensa costa chilena. La disminución de cuotas y el acceso limitado a recursos pesqueros afectan directamente sus ingresos y calidad de vida. Además, muchas comunidades costeras dependen de la pesca artesanal no solo económicamente, sino también como parte integral de su identidad cultural.

Existen casos emblemáticos para graficar lo explicado anteriormente, iniciativas como el Santuario Marino Bosque de Calabacillo, en la Región de O’Higgins, y el Área Marina y Costera Protegida Lafken Mapu Lahual, en la Región de Los Lagos, ejemplifican cómo la gestión local y comunitaria puede conducir a la conservación efectiva de ecosistemas marinos. Estas áreas protegidas, impulsadas por comunidades locales en colaboración con instituciones académicas y gubernamentales, han logrado preservar hábitats críticos y promover prácticas pesqueras sostenibles.

Es imperativo que las políticas pesqueras en Chile promuevan una distribución más equitativa de las cuotas, reconociendo la importancia de la pesca artesanal para la economía local y la conservación de la biodiversidad. Fortalecer y expandir las Áreas de Manejo, así como apoyar iniciativas de conservación territorial lideradas por comunidades, son pasos esenciales para garantizar la viabilidad a largo plazo de los recursos pesqueros y el bienestar de las comunidades que dependen de ellos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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