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Aprendizaje y sobrevivencia de la nueva izquierda Opinión AgenciaUno

Aprendizaje y sobrevivencia de la nueva izquierda

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Marcelo Mella
Por : Marcelo Mella Académico Facultad de Humanidades
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El reconocimiento ponderado de los logros y fracasos del Gobierno del Presidente Boric será una condición necesaria para acelerar los aprendizajes de la nueva izquierda representada por el Frente Amplio.


La evaluación de la gestión de la Presidencia de Gabriel Boric, al iniciar su último año, requiere considerar las oportunidades y restricciones, así como la capacidad de adaptación del Gobierno. Ciertamente, esta administración que llegó al poder con la misión de renovar el establishment partidario e impulsar cambios estructurales, ha enfrentado considerables problemas debido a su contingente legislativo minoritario, a la falta de realismo y a una persistente dificultad para asumir los costos políticos en ciertas reformas.

La intuición sobre la renovación programática y sociológica de la clase política supone que cuando existe una coalición declinante, de modo sincrónico, se produce el reemplazo por un bloque ascendente. En la práctica política, este proceso tiende a ser menos lineal y más confuso.

El actual Gobierno de Gabriel Boric, a diferencia de los ejemplos anteriores, ha mostrado mayores tensiones para adaptarse a aquellas condiciones políticas que lo anteceden y que no puede modificar. En este sentido, la curva de aprendizaje del Gobierno se asimila a un patrón de bajos aprendizajes iniciales, marcado por la combinación infructuosa de un Gobierno minoritario con una retórica refundacional que persistió durante el año inicial. Durante la primera Cuenta Pública el 1 de junio de 2022, el Presidente Boric señalaba: “La historia nos enseña que las transformaciones profundas requieren convicción y persistencia, que no existen atajos”.

El punto de inflexión del Gobierno se materializó después de la derrota oficialista en el primer proceso constituyente el 4 de septiembre de 2022, con la entrada al Ministerio del Interior de Carolina Tohá y, posteriormente, con la llegada de Álvaro Elizalde a Segpres en abril de 2023.

A este desplazamiento le siguió un aumento de las competencias en el Gobierno y mayor capacidad adaptativa, reflejada en la Cuenta Pública del Presidente en junio de 2023, donde Boric reconoció errores estratégicos anteriores, como no impulsar mayor diálogo en la Convención Constitucional y no fortalecer la colaboración con actores fuera del oficialismo.

Los datos de Ciudadanía Inteligente muestran que el Presidente Boric alcanzó solo un 18% de cumplimiento de su programa durante el primer año, un 31% para el segundo y un 38% para el tercer año. Esta trayectoria confirma una mejora en la gestión legislativa del Gobierno desde el segundo año, al tiempo que se incrementaron las tensiones internas entre las distintas “almas” del oficialismo.

Pero, por otra parte, explicar el deterioro de la efectividad gubernamental en Chile como un problema exclusivo del actual Gobierno sin considerar las restricciones institucionales, constituye una nueva manifestación de autoengaño de la clase política y también una señal de instrumentalización electoral de problemas estructurales.

Si los actores que gobernaron el país durante los últimos 30 años fueron afectados por la autocomplacencia, los grupos políticos emergentes con Apruebo Dignidad sufrieron del autoengaño de creer que nada estaba bien y que se trataba de un asunto de voluntad y convicciones. Actualmente, la ilusión consiste en creer que todo lo que está mal de la democracia chilena se puede explicar por errores del Gobierno de turno. Existen, sin embargo, problemas subyacentes en el sistema político que dificultan la relación Ejecutivo-Legislativo y la gestión de los gobiernos de coalición.

Desde la perspectiva de las restricciones institucionales, un Gobierno con contingente legislativo minoritario, con alta fragmentación partidaria y bajo los efectos de un superciclo electoral, debe funcionar bajo turbulencias que aumentan los costos de los acuerdos, limitando la efectividad legislativa.

La primera restricción corresponde a la condición de Gobierno minoritario, circunstancia que, si bien antecede a la Presidencia de Boric, se ha agudizado en esta administración, aumentando los costos de transacción para el Ejecutivo.

En 1990, el entonces Presidente Patricio Aylwin controló con el PDC un 23% de la Cámara de Diputados y con el conjunto de la Concertación 58% de los escaños, En 2022, Boric asumió con 13% de escaños para su partido, con 24% para Apruebo Dignidad y con 48%, sumando a la centroizquierda de Socialismo Democrático.

Vale decir, ni siquiera incorporando a parte del establishment progresista Boric consiguió constituir un oficialismo mayoritario. Incorporar a los partidos de la antigua Concertación al gabinete y al Comité Político permitió mejorar el contingente legislativo del Gobierno desde 13% a 48% en Diputados, pero aumentó el riesgo de inconsistencia programática y estratégica dentro del oficialismo.

Una segunda restricción fue la fragmentación partidaria. Entre 1990 y 2024, el índice de fragmentación partidaria a nivel de diputados ha aumentado desde 5 partidos a 11,5 partidos. La experiencia comparada indica que el presidencialismo con multipartidismo extremo (más de 5 partidos) es la peor combinación para un régimen presidencial y que, en este contexto, los gobiernos, independientemente de su ubicación ideológica, poseen “oposiciones bilaterales” (a la derecha y a la izquierda del Gobierno) que contribuyen a aumentar la polarización y los impulsos centrífugos del sistema.

Esta condición requiere un oficialismo con coherencia programática y estratégica, así como mecanismos robustos de coordinación para generar efectividad del contingente legislativo del Gobierno. Al llegar el último año del Gobierno de Boric no es posible sostener aún que exista una coalición oficialista disciplinada o una síntesis entre los sectores socialdemócratas y la nueva izquierda.

La tercera restricción consiste en el superciclo electoral 2020-2024. En este contexto, para la actual administración solo ha sido posible construir mayorías circunstanciales para políticas con respaldo transversal. Ejemplos de ello fueron la creación del Ministerio de Seguridad y la reforma previsional. Sin embargo, respecto del programa transformador propuesto por Apruebo Dignidad, durante el 2021 se diluyó junto con el triunfo del rechazo de la propuesta (61.8%) en el plebiscito constitucional de 2022.

Teniendo a la vista estas restricciones se puede entender por qué el oficialismo tiene dificultades para capitalizar la aprobación de proyectos en el Legislativo, debido a que carece de definiciones compartidas. Esto quedó demostrado con el “fuego amigo” en el oficialismo frente a la reforma previsional aprobada en enero de 2025, debido a que, para algunos sectores, mantenía la capitalización individual.

El Gobierno del Presidente Boric y Apruebo Dignidad llegó al poder bajo un “síndrome de exceso de confianza” (Síndrome de hybris) de la nueva izquierda surgido del contexto del “estallido social”, que hizo creer a la coalición ascendente del FA y el PC que lo antiguo sería desechado inexorablemente, dejando atrás las inercias institucionales de los últimos 30 años.

Pero conducir el superciclo electoral que se desencadenó como resultado del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución en noviembre de 2019, fue más una restricción que una oportunidad para el actual Gobierno. Nada parecido a esa antigua frase repetida por la nueva izquierda de conducir los procesos desde el “lado correcto de la historia”. El proceso chileno posterior a 2019 mostró que los equilibrios entre identidad y estrategia como entre los “qué” y los “cómo” son asuntos cruciales cuando se trata de orientar los cambios.

Después de tres años, el Gobierno del Presidente Boric entiende mejor que la “hybris” es contraproducente en política. Más aún cuando se trata de la “difícil combinación” de presidencialismo (minoritario) con multipartidismo de alta fragmentación. La fábula de Jean de La Fontaine del zorro y las “uvas amargas” se refiere a algo deseado pero inaccesible, que se rechaza para evitar admitir el fracaso.

Pero este mecanismo, que refleja la aversión al fracaso por parte de sujetos racionales, no constituye por sí mismo un mecanismo de aprendizaje. El reconocimiento ponderado de los logros y fracasos del Gobierno del Presidente Boric será una condición necesaria para acelerar los aprendizajes de la nueva izquierda representada por el Frente Amplio, espacio político que consiguió dar conducción al actual Gobierno solamente hasta el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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