
¿Qué se libera con el “liberation day”?
La pregunta que desesperaba al poeta Gonzalo Rojas nos descoloca, en tanto abre una reflexión sobre el real objeto de una acción que creíamos conocida y, además, pone de relieve que la respuesta puede tener dos dimensiones opuestas, a saber, la luz terrible de la vida o la luz de la muerte.
Hace poco más de medio siglo, el poeta y profesor de la Universidad de Concepción, Gonzalo Rojas, escribió ¿Qué se ama cuando se ama?, un poema que, por su extraña popularidad, llegó hasta las paredes de la misma universidad en más de una ocasión. En concreto, el poema se inicia con la siguiente pregunta: “¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte?”.
La pregunta que desesperaba a Rojas nos descoloca, en tanto abre una reflexión sobre el real objeto de una acción que creíamos conocida y, además, pone de relieve que la respuesta puede tener dos dimensiones opuestas, a saber, la luz terrible de la vida o la luz de la muerte. Hoy, en medio de las distintas conjeturas respecto de cuán nefastos serán los efectos económicos que el “liberation day” de Trump traerá al comercio mundial, y con el perdón del poeta de Lebu, cabe preguntarse en la misma línea: ¿Qué se liberó en el día de la liberación (liberation day)? o ¿por qué asociar la imposición de aranceles con la idea de liberación?
El relato oficial sería que EE.UU. –otrora impulsor del libre mercado– debe liberarse de las reglas de un comercio internacional que ha conspirado para establecerle condiciones injustas. En este sentido, Trump habla a sus bases más radicalizadas, enfatizando un guion ya conocido, básicamente, que los trabajadores de Estados Unidos son prisioneros de un orden mundial liderado por organismos como la ONU o la OMC, que los oprimen al defender ideas como la cooperación internacional.
De este modo, la primera respuesta es que el ‘liberation day” solo apela al poder retórico de la liberación como ideal moral moderno y la importante carga histórica del concepto.
Sin perjuicio de lo anterior, también podemos teorizar que la liberación es genuina si vemos las distintas caras de la libertad en el debate público. En general, todos estamos de acuerdo en que la libertad, en abstracto, es un ideal por el cual guiarnos, pero la ‘liberación’, es decir, la acción de poner en libertad, ya nos resulta un asunto más complejo.
En la liberación, el ideal de libertad se conjuga con las orientaciones políticas y normativas de cada uno. Así, encontramos ejemplos de liberación en miles de sentidos no siempre coherentes entre sí, tales como la liberación sexual, liberación animal, liberación de los impuestos o la reciente liberación por medio de aranceles.
En este contexto, podemos identificar en la liberación una dimensión a promover, en tanto la vemos como un proceso mediante el cual un individuo, grupo o pueblo busca emanciparse de alguna forma de opresión o dominio, con el objetivo de alcanzar una condición de mayor autonomía, dignidad o realización.
Sin embargo, por su propia estructura adversarial –la liberación es siempre ‘contra alguien’ o ‘contra algo’–, la liberación también conlleva el riesgo de separarnos y aislarnos. Aquí radica su lado oscuro, pues también se manifiesta como impulso que nos lleva a desprendernos de toda responsabilidad colectiva.
Esto último parece ser el propósito de Trump, en tanto se trata de nada menos que el intento por liberarse de todo el resto del mundo. La libertad de Trump, conjugada con una peligrosa visión nacionalista, da pie a una liberación que ha eliminado la ayuda humanitaria de EE.UU. a países subdesarrollados (el programa USAID) o ha amenazado la paz mundial con sus chantajes para apoyar a Ucrania. En concreto, respondiendo a la pregunta de Gonzalo Rojas, la liberación de Trump encarna su aspecto más sombrío o “la luz de la muerte”.
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