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La doctrina Miran y el proteccionismo agresivo de Trump Opinión Captura de pantalla

La doctrina Miran y el proteccionismo agresivo de Trump

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Leonel Sánchez Jorquera
Por : Leonel Sánchez Jorquera Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Diplomado en Diseño, Evaluación y Gestión de Proyectos de Interés Público, Instituto de Asuntos Públicos, Universidad de Chile. Con estudios en Introducción a la Teología, Departamento de Extensión, Facultad de Teología, Universidad Católica de Chile.
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La doctrina Miran representa la mayor apuesta de EE.UU. por redefinir las reglas del juego económico a nivel mundial, alejándose del neoliberalismo hacia un proteccionismo agresivo, que algunos han llamado “nacionalismo económico estratégico”.


Detrás de las políticas arancelarias que caracterizan el segundo mandato de Donald Trump hay un nombre clave: Stephen Miran. Este economista formado en Boston y doctorado en Harvard, actual presidente del Consejo de Asesores Económicos, no es solo un tecnócrata, es el ideólogo de un giro radical en la política comercial estadounidense. Su documento “Una Guía del Usuario para la Reestructuración del Sistema de Comercio Global” (noviembre de 2024) es el manual no oficial de la administración Trump. Recomiendo su lectura y análisis.

Allí, Miran plantea varias tesis provocadoras: una de ellas es que los aranceles no son solo un instrumento económico, sino un arma geopolítica.

Varios analistas han planteado que la política de los aranceles de la segunda administración de Trump podría estar siguiendo este documento y culminar en el llamado “Acuerdo de Mar-a-Lago” una suerte de doctrina Monroe del siglo XXI que busca reindustrializar EE.UU., revitalizar su manufactura y redefinir su competitividad. Pero hay un detalle: lo hace a costa del libre comercio, sustituyéndolo por un proteccionismo económico.

Stephen Miran planteaba en sus conclusiones que “el próximo mandato de Trump presenta un potencial de cambio radical en el sistema económico internacional, acompañado de una posible volatilidad”, conclusión que ha resultado totalmente acertada.

Para mayor precisión, nos señalaba que “dado que el presidente Trump ha demostrado que los aranceles son una forma eficaz de ejercer presión en las negociaciones con los socios comerciales y generar ingresos, es muy probable que se utilicen antes que las herramientas monetarias”. Hasta el momento, un verdadero vidente o pitoniso.

Lo más audaz del planteamiento de Miran es su vinculación explícita entre comercio y seguridad nacional. Para él, China y Rusia no son solo rivales comerciales, sino amenazas existenciales. “Si no se dispone de cadenas de suministro para producir armas y sistemas de defensa, no se tiene seguridad nacional”, advierte. La paradoja es evidente: mientras Trump aplica esta lógica con China, mantiene un tono conciliador con Putin. ¿Coherencia o pragmatismo?

El modelo ya se probó entre 2018 y 2019, con resultados mixtos: los aranceles generaron ingresos y presión negociadora, pero también represalias. Stephen Miran, sin embargo, valoró dichos insumos y en su propuesta, en base a dicha evidencia, no teme un efecto inflacionario. Más aún, insiste en que, bien calibrados, podrían ser incluso desinflacionarios, un optimismo que muchos economistas tildan de ingenuo.

Miran preveía un enfoque gradual: aranceles como “palanca de negociación” para mejorar acuerdos comerciales. Pero Trump, fiel a su estilo, optó por la confrontación directa: El “día de la liberación” con aranceles del 10% a nivel global y varios países con incrementos mayores, impulsando un terremoto comercial que no termina, por los vaivenes de aranceles que suben, bajan o se suspenden transitoriamente.

La estrategia que visualizaba Miran tenía claro que, si Estados Unidos aumenta un arancel y otros países lo aceptan pasivamente, entonces se puede mejorar el bienestar global y nacional, pero advertía que si “los aranceles de represalia imponen costos adicionales a Estados Unidos y conllevan el riesgo de una escalada de represalias que exceda los aranceles óptimos”, conduciría a una ruptura del comercio mundial.

Por eso advertía que es muy importante evitar las represalias. Aparentemente, a su discípulo Trump no le importó dicha advertencia y, a juzgar por las tensiones actuales con la UE y China, el riesgo no es teórico. La pregunta es: ¿está Trump dispuesto a asumir el costo de una desglobalización controlada?

¿Profeta o iluso? La doctrina Miran representa la mayor apuesta de EE.UU. por redefinir las reglas del juego económico a nivel mundial, alejándose del neoliberalismo hacia un proteccionismo agresivo, que algunos han llamado “nacionalismo económico estratégico”. Sus defensores la ven como un realineamiento necesario; sus críticos, como un salto al vacío.

Trump, siempre impredecible, ha tomado las ideas centrales de su asesor ignorando algunas de sus cautelas. El resultado es una política comercial agresiva, con potencial para reindustrializar los EE.UU. o para aislarlo. El tiempo dirá si Miran era un visionario o solo otro economista que subestimó el caos trumpista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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