
Tragedia en el Estadio Monumental: ¿hasta cuándo el Estado llegará tarde?
Esto no es nuevo. Como ha sucedido con otras tragedias –como la masiva fiesta mechona sin control en Santiago–, las autoridades aparecen cuando ya todo ocurrió.
Este jueves 10 de abril, antes del inicio del partido entre Colo Colo y su rival de turno, dos menores de edad perdieron la vida en medio de una avalancha humana ocurrida en el Estadio Monumental.
Este hecho, lejos de ser un accidente aislado, es una muestra más del abandono institucional, la falta de control y la desidia frente a un fenómeno que se viene denunciando hace años: la infiltración de mafias organizadas en las barras bravas y el uso sistemático de niños, niñas y adolescentes por parte de estas redes.
La tragedia comenzó a gestarse horas antes, cuando se anunciaba en redes que habría una “avalancha” para ingresar al estadio sin pagar entrada. Esta práctica, conocida y tolerada por años, se transformó esta vez en una estampida que terminó en horror.
Según testigos, la intervención de Carabineros, aún sin esclarecer completamente, habría contribuido a que los menores quedaran atrapados contra una reja. Murieron aplastados.
Y el partido se jugó igual. El show continuó.
Ni el delegado presidencial, ni la administración del estadio, ni Blanco y Negro decidieron suspender el evento de inmediato. Recién cuando la información llegó a los jugadores, desde dentro de la cancha, se optó por interrumpir el partido.
Nos preguntamos: ¿Dónde estaba la Dirección de Seguridad Pública? ¿Dónde estaban las medidas preventivas frente a un hecho anunciado? ¿Dónde está el Estado cuando se trata de proteger a la infancia?
La realidad es que las barras bravas se han transformado en organizaciones criminales que actúan con impunidad. Captan a menores de edad, lavan sus cerebros y los utilizan como escudos, sabiendo que no serán castigados penalmente.
No es casualidad que, tras esta tragedia, algunas voces en el Congreso se apresuren a levantar la bandera de bajar la edad de imputabilidad. Pero ¿qué han hecho esas mismas autoridades durante los últimos años, cuando ya sabían lo que estaba ocurriendo? ¿Por qué solo reaccionan cuando hay muertos?
Esto no es nuevo. Como ha sucedido con otras tragedias –como la masiva fiesta mechona sin control en Santiago–, las autoridades aparecen cuando ya todo ocurrió. No hay planificación, no hay anticipación, no hay responsabilidad, no hay eficiencia en los procesos preventivos
Los vecinos del Estadio Monumental viven hace años con miedo. Han alzado la voz. Han pedido reuniones. Han advertido lo que podía pasar. Nadie los escuchó.
Hoy lloramos la muerte de dos niños. Y mientras sus familias comienzan a vivir el duelo más cruel que existe, en los pasillos del poder recién empiezan las declaraciones, los gestos vacíos y las promesas tardías.
¿Qué más tiene que pasar para que el Estado actúe antes y no después? ¿Vamos a seguir permitiendo que el crimen organizado se apodere de los espacios públicos y de la vida de nuestros niños?
Ya basta.
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