
La transformación silenciosa: cómo la pandemia revolucionó el financiamiento hospitalario en Chile
El camino hacia un sistema de salud más equitativo y eficiente está trazado, pero su recorrido dependerá de la continuidad de estas políticas y del compromiso con la modernización del financiamiento hospitalario.
La pandemia por SARS-CoV-2 no solo transformó nuestra vida cotidiana, sino que también provocó una transformación silenciosa en los cimientos de nuestro sistema de salud. Mientras la atención pública se centraba en las cifras diarias de contagios y fallecidos, en los pasillos ministeriales y hospitalarios se gestaba un cambio radical en la forma de financiar la salud pública chilena, especialmente en el ámbito hospitalario.
Antes de la pandemia, nuestros hospitales públicos funcionaban bajo un sistema de financiamiento que premiaba la cantidad sobre la calidad. Con el mecanismo de pago por prestaciones valoradas (PPV), implementado junto al GES en 2005, se le pagaba a un hospital por el número de pacientes atendidos, sin importar si eran casos simples o complejos.
Este sistema, que ya mostraba signos de agotamiento, colapsó definitivamente con la llegada del coronavirus. La pandemia expuso las debilidades de un modelo que no reconocía adecuadamente la complejidad de las atenciones ni distribuía equitativamente el riesgo financiero entre el Estado y los hospitales.
En medio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, Chile dio un salto cualitativo al implementar el sistema de Grupos Relacionados por Diagnóstico (GRD) como mecanismo de pago hospitalario. Este cambio, incorporado en la Ley de Presupuesto 2020 para 65 hospitales públicos, representa una transformación tan profunda como poco conocida por la ciudadanía. Este sistema de pago reconoce que tratar a un paciente con múltiples comorbilidades es más complejo y costoso que atender casos más sencillos.
Los datos presupuestarios revelan la magnitud de esta transformación. El presupuesto del Ministerio de Salud para 2025 alcanzó los $ 15.840.696 millones, incrementándose en 4,2% ($ 636.288 millones) respecto de la base de comparación año 2024. Esto refleja el crecimiento sostenido en el presupuesto de salud, que casi duplica el del año 2019. Para el nivel hospitalario específicamente, incluido en el presupuesto destinado a “Acciones de Salud en los Niveles Secundario y Terciario”, se fijó en $ 10.332.673 millones en 2025, constituyendo el 65,2% del presupuesto total en salud.
Lo paradójico es que la misma crisis que amenazó con colapsar nuestro sistema sanitario terminó acelerando una reforma que llevaba años en discusión. Como suele ocurrir en la historia, las grandes transformaciones no siempre nacen de la planificación meticulosa, sino de la necesidad urgente frente a circunstancias extraordinarias.
La implementación de los GRD, aunque retrasada inicialmente por la emergencia sanitaria, representa un avance significativo hacia un sistema más equitativo y eficiente. Chile se alinea así con prácticas internacionales avanzadas, reconociendo que el financiamiento hospitalario debe reflejar la realidad clínica de los pacientes.
Sin embargo, esta transformación silenciosa enfrenta importantes desafíos. La caída en la actividad hospitalaria, que no se ha recuperado a los niveles prepandemia, y las listas de espera, agravadas durante la pandemia, siguen siendo una deuda pendiente con la ciudadanía.
La sostenibilidad financiera del sistema a largo plazo también plantea interrogantes, especialmente considerando el envejecimiento poblacional y el aumento de enfermedades crónicas.
La implementación completa del sistema GRD en todos los hospitales públicos requerirá tiempo y recursos adicionales. Para 2025, se contempla la incorporación de nuevos hospitales como Illapel, Rengo, San Javier y el Traumatológico de Concepción, con una inversión de $ 69.369 millones. Sin embargo, la crisis presupuestaria que viven muchos hospitales, y que está afectando seriamente su actividad, requiere soluciones urgentes.
El camino hacia un sistema de salud más equitativo y eficiente está trazado, pero su recorrido dependerá de la continuidad de estas políticas y del compromiso con la modernización del financiamiento hospitalario.
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