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Tenemos que hablar de Adolescencia Opinión

Tenemos que hablar de Adolescencia

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Miriam Jerade
Por : Miriam Jerade Académica FAL, UAI.
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En mi opinión, son dos temas sobre los que tenemos que hablar: la polarización y descontrol de las redes sociales, y el fenómeno de los “incels” como síntoma del resentimiento de ciertos grupos que se perciben desplazados socialmente.


La serie de Netflix Adolescencia ha batido récords de telespectadores y parece que se anuncia una segunda temporada. La serie trata de un joven de 13 años, Jamie, que es arrestado como principal sospechoso del asesinato de una compañera de clase. La trama no se centra en buscar al verdadero culpable (que es Jamie) sino en cuestionar cuáles fueron sus motivos y sugerir si hay una cierta corresponsabilidad de la familia, el colegio y la comunidad.

La serie ha sido aclamada por su calidad técnica, pues sus cuatro episodios están grabados en un único plano secuencia, es decir, sin cortes entre escenas. Uno de sus creadores, Stephen Graham, quien además interpreta el papel del padre de Jamie, ha dicho que algo positivo es que Adolescencia ha dado lugar a que socialmente se hable de ciertos temas, lo que ha alcanzado en Inglaterra a políticos y legisladores.

En mi opinión, son dos temas sobre los que tenemos que hablar: la polarización y descontrol de las redes sociales, y el fenómeno de los “incels” como síntoma del resentimiento de ciertos grupos que se perciben desplazados socialmente.

El primero es un tema que ha sido muy estudiado en la literatura sobre polarización, pero cualquiera que haya buscado un tema en YouTube se habrá dado cuenta de que el algoritmo le arroja cada vez videos más radicales, más intolerantes, si no más violentos o sangrientos. Esto, aunado a lo que la filósofa Elizabeth Anderson llama “burbujas epistémicas”, que define como redes autosegregadas de personas con ideas afines y que carecen de disposiciones internas para desacreditar afirmaciones falsas, engañosas o sin fundamento.

Esto hace que, por una parte, uno tenga la impresión de que lo que uno piensa es lo que todo el mundo piensa y, por otra parte —más peligrosa—, se caiga en ideologías sin posibilidad de dar entrada a evidencias que puedan cuestionar esas creencias. Por ejemplo, que las vacunas causan autismo o que es falso el calentamiento global.

Esto se relaciona con la serie, pues en el tercer episodio se revelan de alguna manera los motivos de Jamie, cuando una psicóloga perita lo cuestiona sobre sus redes sociales y menciona la teoría del 80-20, según la cual el 80% de las mujeres están atraídas por el 20% de los hombres, por lo cual el resto de los hombres pierden sus derechos a una vida sexual y amorosa.

Jamie adhiere a esta creencia sin ningún respaldo científico, sin que él haya buscado por fuera si esto tenía validez. Esto nos regresa al drama de la serie: un joven de 13 años que se dejó llevar por una burbuja de ideas misóginas, padres que no supieron abrir discusiones en casa, un colegio sobrepasado donde no hay lugar para el debate.

Y esto nos lleva al tema de los “incels”, pues si bien en nuestra región los feminicidios y femicidios son alarmantes y no responden a la cultura de los “incels” sino a otros hitos de la cultura misógina, hay algo del fenómeno que da cuenta de un resentimiento de ciertos grupos que perciben que pierden privilegios. Esto no solo está en la “machosfera”, sino que en los últimos tiempos también es un fuerte argumento de populismos de derecha o, mejor dicho, de tendencias fascistas, como podemos ver con Trump o Milei, que hacen una afrenta a las mujeres, a la comunidad LGBTQ+, a las élites culturales, con un discurso victimista de que estos grupos se están aprovechando y buscan privilegios.

Esto es lo que lleva a Jamie a matar con un arma blanca a su compañera de clase, quien rechaza salir con él, lo que cuenta a la psicóloga perita con gestos entre infantiles y sexistas. La ideología extrema de algunos grupos “incel” promueve una visión distorsionada donde el rechazo femenino es percibido como una injusticia que justificaría la violencia. Este resentimiento, aunque con diferentes manifestaciones y grados, comparte ciertos elementos discursivos con otras expresiones de malestar social que hemos visto crecer en distintos contextos políticos.

Así, tenemos que hablar de Adolescencia porque algunos fenómenos que ahí aparecen forman parte de nuestras sociedades y, al igual que en la serie, los marcos sociales no están sabiendo contener.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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