
Derecha chilena: tres rostros, pero quizás solo dos
Kaiser ya tiene un acuerdo parlamentario; le falta ahora demostrar que su liderazgo puede traducirse en votos. Si no lo logra, su nombre no aparecerá en la papeleta de primera vuelta.
Como lo han venido mostrando los sondeos de distintas empresas, Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser encabezan las preferencias y las menciones espontáneas y parecieran luchar voto a voto por quién de ellos logra imponerse para una eventual segunda vuelta presidencial. Sin embargo, no todo liderazgo y preferencia espontánea se traduce en intención de voto y, cuando uno agrega esa segunda dimensión, emergen importantes diferencias entre los tres, donde Johannes Kaiser sale perdiendo.
Por ejemplo, en el Monitor de Liderazgos Políticos de marzo de Datavoz, Kaiser encabeza las menciones espontáneas como líder positivo (28,19%), superando a Matthei (23,99%) y a Kast (16,77%). Sin embargo, cuando se les pregunta a las personas que los mencionaron si votarían por ellos, emergen diferencias relevantes.
El 93,5% de quienes valoran a Kast están muy dispuestos a votar por él. En el caso de Matthei, ese porcentaje llega al 87%. Kaiser, en cambio, apenas alcanza el 78%. La distancia es estadísticamente significativa.
La derecha enfrenta, entonces, un dilema de conversión: ¿cuál de sus cartas tiene capacidad real para transformar imagen en respaldo? Porque si bien Kaiser ha logrado notoriedad, incluso articulando recientemente un acuerdo parlamentario con el Partido Republicano que refuerza su posición sectorial y le permite ver con optimismo el futuro de su partido, su rendimiento electoral plantea serias dudas. En una competencia presidencial, la simpatía debe convertirse en voto y hoy, de los tres, Kaiser parece ser el menos eficaz en dar ese paso.
Si esta situación se proyecta en el tiempo, a medida que los indecisos en el sector empiecen a adoptar preferencias, proporciones menores optarán por él versus Matthei y Kast, haciendo que el diputado caiga en las encuestas.
Al contrario, Matthei y Kast muestran un camino más consolidado. Matthei, en particular, se posiciona como la figura con mayor consistencia entre respaldo y proyección, confirmando que no basta con encabezar rankings de popularidad: hay que lograr que esa buena evaluación se transforme en adhesión concreta.
En ese sentido, el caso de Kaiser recuerda que no todo liderazgo genera arrastre y que incluso un liderazgo bien evaluado puede quedar atrapado en los márgenes si no genera confianza electoral.
En ese escenario, la pregunta clave no será quién aparece más en los medios o genera más atención sobre sí, sino quién es capaz de movilizar voluntades. Kaiser ya tiene un acuerdo parlamentario; le falta ahora demostrar que su liderazgo puede traducirse en votos. Si no lo logra, su nombre no aparecerá en la papeleta de primera vuelta.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.