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La era de la intolerancia Opinión

La era de la intolerancia

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Sergio Quevedo
Por : Sergio Quevedo profesor Escuela de Psicología, Universidad Adolfo Ibáñez.
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Resulta cada vez más difícil cambiar la creciente opinión negativa de los chilenos respecto a la inmigración.


“¿Me dijeron hola, venezolana: ¿halago o insulto?”.

Esa fue la frase que escribió en redes sociales una conocida mía, venezolana residente en Chile. Dicha frase engloba con claridad la ambivalencia del sentir del inmigrante en Chile, así como también la visión país respecto de la temática migratoria: resulta cada vez más difícil cambiar la creciente opinión negativa de los chilenos respecto a la inmigración.

Sin ir más lejos, los resultados de la Encuesta de Percepción de Inmigración y Prejuicio hacia Inmigrantes, llevada a cabo por Activa Research durante el mes de febrero de este año, evidencian la gran brecha entre nacionales y extranjeros en suelo chileno. En promedio, un 70,2% de los chilenos encuestados afirma sentir una gran distancia social y un alto prejuicio hacia los inmigrantes en general; casi 10 puntos más que en 2019. Ahora bien, la percepción más impactante en los últimos años es la relacionada con la población venezolana.

En 2019, el 55,2% de los chilenos declaraba sentir una gran distancia social y prejuicio hacia los inmigrantes venezolanos. Seis años después, la cifra aumentó al 85,2%, encontrándonos quizás en la etapa más compleja en términos de relación con esta población en Chile. Debemos también considerar que, en general, las tendencias de intolerancia hacia la inmigración en el resto del mundo se condicen con la realidad chilena, especialmente en países que han recibido grandes flujos migratorios en el último tiempo.

Ahora bien, ¿cómo podemos entender las causas y consecuencias de este panorama?

La intolerancia, como fenómeno social y psicológico, puede ser explicada por la percepción de amenaza que sienten las personas frente a la posibilidad de que su realidad inmediata sufra modificaciones, tanto en un ámbito simbólico –por ejemplo, la sensación de alteración de la “chilenidad”– como en un nivel más concreto, como lo es la competencia por recursos escasos tales como el trabajo, la educación o la salud.

Toda esta realidad se exacerba con la sensación de que el país está siendo invadido por extranjeros, lo que desemboca en la resistencia de la población local a aceptar “al otro”, en tanto se trata de alguien distinto y no perteneciente a las categorías que representan “lo nuestro”.

Este inminente rechazo hacia la inmigración coloca al inmigrante en una posición difícil a la hora de embarcarse en procesos de adaptación e integración. Es así como la actual brecha entre “nosotros” y “los otros” se polariza cada vez más, dejando en evidencia la incapacidad actual de nuestra sociedad para encontrar puntos en común entre unos y otros; de poder mirarnos más allá de las categorías sociales y velar por lo que nos representa a todos como seres humanos: darnos la oportunidad de conocer a la persona.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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