
Transparencia sin asfixia: una urgencia para las organizaciones de la sociedad civil
El llamado es claro: necesitamos transparencia con inteligencia de gestión, que evite la fragmentación, mejore el uso de la información que ya existe y distinga obligaciones entre organizaciones según su tamaño y tipo de actividad.
El ya conocido caso Convenios ha perjudicado fuertemente la relación entre las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y el Estado y, de paso, ha instalado con fuerza la necesidad de elevar los estándares de transparencia y fiscalización sobre ellas. Sin embargo, como suele ocurrir, la balanza corre el riesgo de ir demasiado lejos y asfixiar a las OSC.
Esta advertencia pone en perspectiva un reciente informe del proyecto Sociedad en Acción, del Centro de Políticas Públicas UC, titulado Nuevas regulaciones para impulsar la transparencia en las organizaciones de la sociedad civil, en el que se analizan cuatro proyectos de ley que buscan establecer nuevas exigencias en transparencia a diversas OSC.
En el informe se concluye que más exigencias de transparencia no equivalen a más y mejor información. De hecho, imponer exigencias duplicadas, mal coordinadas o desproporcionadas puede terminar debilitando a muchas organizaciones que han contribuido por décadas al desarrollo social, educativo y comunitario del país.
Si bien la Comisión Jaraquemada puso en perspectiva enormes brechas en transparencia, como, por ejemplo, que hoy no existe certeza de los montos de los fondos públicos que se transfieren a las organizaciones de la sociedad civil o que estas mismas entidades no tienen deberes de transparencia activa más allá de la publicación de documentación acotada, lo cierto es que estas iniciativas de ley no permiten superar los problemas detectados, puesto que obligarían a las organizaciones a entregar información que ya tiene el Estado y publicarla en múltiples plataformas, dificultando el seguimiento del uso de recursos públicos o la prevención de conflictos de intereses.
En el peor de los casos, estas cargas podrían restringir el derecho a asociarse libremente o poner en jaque a organizaciones de menor tamaño.
El llamado es claro: necesitamos transparencia con inteligencia de gestión, que evite la fragmentación, mejore el uso de la información que ya existe y distinga obligaciones entre organizaciones según su tamaño y tipo de actividad. Recuperar la confianza en las OSC no pasa solo por exigir más papeles y rendición de cuentas: hay que construir sistemas de información y fortalecer las condiciones para que las OSC puedan responder a las mayores necesidades de transparencia, sin dejar de hacer lo que mejor saben hacer: aportar al desarrollo del país.
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