
Sería bueno encontrar la puerta de salida
Candidatura presidencial, lista parlamentaria y propuesta programática han de estar en línea y apuntar en la misma dirección. Si se opta por la incoherencia, da lo mismo el resultado porque se claudica de liderar.
Ocurre algo especial con el socialismo democrático: todos están tomando decisiones legítimas, pero en conjunto están consiguiendo anularse como alternativa de poder. Cada uno tiene algo de razón, pero lo que está predominando son sus puntos débiles. Es una situación subsanable, a condición de que se sepa reaccionar en corto tiempo.
Quien más llama la atención en este contexto es el comportamiento colectivo del Partido Socialista. Para entender lo que acontece hay que partir verificando hechos básicos, a la vista de cualquier observador.
Los movimientos recientes de la colectividad van en contra de lo que se hubiera esperado. Una vez que el comité central del PS definiera por unanimidad la presentación de la candidatura de Paulina Vodanovic, lo esperable es que el partido se volcara hacia fuera, abriendo su postulación al público más amplio posible.
Lo que ha acontecido es justamente lo contrario. El giro del PS fue hacia dentro, a sostener la decisión original debido a las resistencias encontradas. Se las han ingeniado para volver a poner en discusión el tema, lo que es una especialidad de la casa. Es una candidatura con pocos actos de campaña y muchos actos ratificatorios de la decisión inicial.
En concreto, lo que tenemos es a los socialistas hablándole a los socialistas sobre temas internos que decidieron, pero que parece que no decidieron. El caso es que convocan a nuevas reuniones en la que todos hablan sobre una candidatura a la que todos se refieren, pero que ninguno está desplegando en terreno.
No cabe duda de que se están entreteniendo mucho en estos menesteres, pero hay que advertirles que han dejado de hablarle a la gran mayoría de sus compatriotas. A riesgo de ser impertinente y de interrumpir al último compañero de partido que está contestando las equivocadas opiniones de otro, me permito hacer un llamado de atención.
Si quisieran hacer un contrapunto del despliegue comparativo de las dos candidaturas socialdemócratas, se encontrarán con que eso es imposible, porque la otra opción tiene despliegue programático y en terreno, lo que no encuentra nada parecido por su lado. Eso era todo. Ahora pueden seguir con la discusión que tuve la osadía de interrumpir. Gracias.
Se informan de disturbios en Liliput
Se puede pensar, entonces, que mientras el tema anterior no se resuelva se puede contar con la otra alternativa y asunto arreglado, pero no es así. En el progresismo se tiene aversión a las soluciones sencillas.
El problema con Carolina Tohá, la candidata del PPD, no tiene que ver con Tohá, se relaciona con el PPD. Esta tienda resulta ser un recipiente demasiado pequeño para el discurso abarcador que se está sosteniendo.
Los medios de comunicación hacen un contrapunto entre las declaraciones de la candidata, que afirma que este gobierno remontó debido a la activa participación de su sector, y compararlas con las intervenciones de Gonzalo Winter, que le recuerdan que en una obra de todos, los méritos son también de todos.
Son el tipo de discusiones que no se resuelven con el análisis de nada que haya acontecido en el pasado, sino proyectándose a encarar un mejor porvenir. Haciendo un poco de memoria, se puede recordar que el PPD fue un partido que la última vez bajó su candidato presidencial en beneficio de la candidata PS, etapa previa a que ambos se fueran a inscribir en una primaria con Boric, de la que fueron expulsados para luego entrar a su gobierno. Si esto suena confuso es porque es confuso.
Esto viene a cuento solo con el propósito de comprobar que una cosa es tener méritos para sostener un gobierno y otra cosa es tener la capacidad de ganar una elección presidencial. No son sinónimos. Contar con una base de apoyo lo suficientemente amplia ha importado mucho antes y ahora.
Lo que complica al socialismo democrático es que ambos constituyen partes de un puzzle que no se explica si no es juntando sus piezas. Este es un requisito para incorporar a otros, sin lo cual no se puede convencer a la ciudadanía de estar en condiciones de liderar una nueva etapa.
Así están las cosas: se tiene a la candidata más fuerte en el partido más débil, frente al partido más estructurado, discutiendo consigo mismo sobre la pertinencia de su candidatura. Cada cual puede hablar por lo que tiene, pero no por lo que le falta.
Esta puerta se abre entre dos
Es mejor que la realidad te golpee antes que los resultados te aplasten. Si antes, estando juntos y, luego de ir en procesión, fueron rechazados, no van a convencer a nadie que presentándose separados les va a ir mejor ahora. Están trabajando para repetir la misma visita y eso no tendría nada de novedoso.
Alternativamente, cabe la posibilidad de recordar los objetivos políticos. No se puede ganar la elección presidencial sin haber iniciado la constitución de una nueva coalición política. Bajo cualquier circunstancia la formación de una nueva alianza va a ocurrir y si su conducción no es social demócrata no lo será después tampoco.
En la socialdemocracia los socios de base no pueden ser reemplazados, aunque es imprescindible atraer a muchos más. Da lo mismo si se consideran hermanos o no, eso no define nada. Al fin y al cabo, Caín y Abel eran hermanos y tuvieron una que otra desavenencia filial. Lo que en política existe son los socios estratégicos.
Hay que sacar todas las consecuencias del caso. Constituir un polo social demócrata tiene expresión programática y electoral. Se trata de aglutinar convenciendo, no de pegotear sin más porque eso no es lo que te fortalece.
Si se empieza debatiendo sobre nombres y postulaciones nunca se llegan a ver los objetivos. Si se hace al revés, entonces se puede concordar quién sirve mejor a este propósito, en qué lugar y qué planteamientos te definen y diferencian.
Está en juego una candidatura presidencial y una coalición a la que también hay que dotar de liderazgo. Si el propósito es más grande, hay más espacio que cubrir y más responsabilidades que requieren de protagonistas.
A cada uno hay que reconocerle lo suyo. Todo importa, pero la decisión más gravitante está en manos socialistas. Están divididos, en torno a un nombre y un respaldo, pero, más en el fondo, no cuentan con una estrategia compartida para conseguir los “objetivos del período” como se solía decir.
Candidatura presidencial, lista parlamentaria y propuesta programática han de estar en línea y apuntar en la misma dirección. Si se opta por la incoherencia, da lo mismo el resultado porque se claudica de liderar. Mientras, lo que se discute es entre fórmulas para terminar perdiendo igual, pero claro, mi intención no es interrumpir el debate interno.
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