Sergio Muñoz no alcanzó a cumplir la mitad de su periodo al mando de la PDI, al conocerse sus vínculos con el abogado Luis Hermosilla y su pandilla. En Carabineros y el Ejército el panorama tampoco es bueno ni alentador, con varios altos oficiales vinculados a casos de corrupción.
El principal tema de debate a nivel ciudadano es la seguridad. Y a nivel político se discuten todo tipo de fórmulas y materias relevantes: Reglas del Uso de la Fuerza (RUF) de las FF.AA. en ámbitos civiles y de orden público, la esperada Ley de Inteligencia, Estados de Excepción Constitucional, etc. Pero es importante destacar que será difícil que el país supere su problema de seguridad, fundamentalmente relacionado con el crimen organizado, si a la cabeza de nuestras policías y Fuerzas Armadas tenemos a muchos altos oficiales que han terminado sus mandatos en medio de escándalos y/o acusaciones judiciales, muchas de ellas vinculadas con casos de corrupción.
De los seis directores que ha tenido la PDI desde 1990, solo uno, Marcos Vásquez, logró terminar con tranquilidad su periodo. Horacio Toro debió salir por el escándalo de los planes “Halcón”. Nelson Mery renunció en medio del lío que se generó al ser acusado de violaciones a los derechos humanos; y su sucesor, Arturo Herrera, tuvo que renunciar por el escándalo derivado de la existencia de una red de prostitución de menores en la que participaban funcionarios de la PDI.
La salida de Héctor Espinosa coincidió con el anuncio de su formalización por mal uso de gastos reservados y lavado de activos, y ahora Sergio Muñoz –nombrado por Sebastián Piñera, todo indica que por influencia de su primo y colaborador Andrés Chadwick, socio y amigo de Luis Hermosilla– no alcanzó a cumplir la mitad de su periodo, al conocerse sus vínculos con el abogado Hermosilla y su pandilla. Para colmo, era la contraparte del acuerdo policial con Venezuela.
En Carabineros, el panorama tampoco es bueno. Eduardo Gordon debió renunciar anticipadamente tras denunciarse la alteración de un parte policial que favoreció a su hijo; y su sucesor, Gustavo González, aunque culminó su periodo, fue después formalizado por malversación de caudales públicos, lo mismo que Eduardo Gordon y Bruno Villalobos. Este último, cabe que recordar, tuvo que renunciar como consecuencia de la “Operación Huracán”, un montaje de la unidad de inteligencia policial contra Héctor Llaitul y otros mapuche, así como también por el megacaso de fraude al interior de Carabineros conocido como “Pacogate”.
Hermes Soto se negó a renunciar al cargo de general director de Carabineros, cuando La Moneda se lo pidió, por su responsabilidad de mando en el homicidio de Camilo Catrillanca, y se acuarteló en la Escuela de Suboficiales de Concepción, por lo cual el entonces Presidente Sebastián Piñera tuvo que destituirlo por medio de un trámite ante el Congreso Nacional. Mario Rozas renunció tras el incidente a balazos entre dos policías y un grupo de adolescentes en un hogar de menores en Talcahuano, y actualmente está imputado por omisión de haber hecho lo necesario para impedir los graves delitos provocados por Carabineros durante el “estallido social”, igual que el actual general director, Ricardo Yáñez, quien al momento de los hechos era el encargado de Orden y Seguridad.
Por su parte, en el Ejército, el emblemático general (r) Juan Emilio Cheyre está condenado por violaciones a los derechos humanos. Y la ministra Romy Rutherford procesó a Óscar Izurieta, Juan Miguel Fuente-Alba y Humberto Oviedo, y a muchos otros exoficiales, por malversación de caudales públicos, así como a Ricardo Martínez, anterior comandante en Jefe, por fraude al fisco, quien renunció antes de ser procesado –aunque más tarde fue liberado de todos los cargos por la Corte Suprema, saliendo libre de polvo y paja, por lo que más de alguno piensa que fue una operación para enlodarlo, por sus reflexiones sobre las actuaciones del Ejército y sus integrantes en los últimos 50 años–.
Pero, como dicen por ahí, junto a grandes problemas surgen grandes oportunidades, en este caso principalmente para la “sheriff” de La Moneda, la ministra del Interior, Carolina Tohá, que si lo hace bien y logra ponerle el cascabel al gato, podría volverse competitiva ante Evelyn Matthei, empatándole en atributos.