Publicidad
Los dichos de la candidata Evelyn Matthei y la condición humana y la política EDITORIAL Agencia Uno

Los dichos de la candidata Evelyn Matthei y la condición humana y la política

Publicidad

Hay que insistir en que los dichos de Evelyn Matthei sobre la “inevitabilidad” de asesinatos en dictadura no son ni representan una legítima ni sana diferencia política o histórica, pues atentan contra la dignidad humana que a nivel de sociedad ya definimos como inalienable.


Las declaraciones de la precandidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, respecto a la inevitabilidad de las muertes –asesinatos, para ser más precisos– ocurridas durante el golpe y posterior dictadura, remecieron el ambiente político y electoral, sobre todo con justificadas críticas respecto a la pretendida “inevitabilidad” y especialmente al supuesto contexto de “guerra” que las habría hecho “inevitables”.

Sabemos –principalmente por el exhaustivo, riguroso y pluralista Informe Rettig– que no hubo guerra propiamente tal, ya que el control territorial de todo Chile lo tuvieron las Fuerzas Armadas y de Orden prácticamente desde el mismo 11 de septiembre de 1973.

Por lo anterior, resulta necesario insistir y ser tajantes en que los dichos de Evelyn Matthei no son ni representan una legítima ni sana diferencia política o histórica, pues atentan contra la dignidad humana que a nivel de sociedad ya definimos como inalienable. Es sobre esta consideración que se construyen luego las estructuras ideológicas que mejor tributen a tal dignidad. Faltar a esa primera consideración impide luego evaluar la política y las políticas en su propio mérito.

Antes que izquierdistas o derechistas, antes que estatistas o mercadistas, los proyectos políticos deben ser humanistas. Incluso la guerra –y tratados internacionales que la delimitan–, a la que aludió la candidata Matthei como excusa para esas muertes “inevitables”, reconoce esa dignidad y establece reglas que los asesinatos, torturas y vejaciones cometidos en dictadura exceden y transgreden.

No es una discusión respecto al pasado, porque la dignidad no es solo permanente sino también inmanente y, por lo mismo, obliga a defenderla siempre, aunque canse, aunque duela.

Para tal razón, la discusión no debe abandonarse, como sugieren aquellos que invitan a cerrarla en aras del futuro. Para que ello ocurra, la discusión debe superarse, y solo se superará el día en que todo acto de esa naturaleza sea condenado.

Publicidad