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Huenchumilla: «Este es un país racista y discriminatorio»

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«¡Cómo le podemos pedir credibilidad a los dirigentes indígenas y que crean en el Estado si una coalición de gobierno les dijo hace trece años que se comprometía a sacar adelante una reforma constitucional y eso no se ha cumplido!». El ministro Huenchumilla consideró que esta negativa puede terminar siendo peligrosa para la estabilidad del país.


Tras dos días de discusión en el Senado, finalmente, se rechazaron -por no haber quórum- las cuatro indicaciones presentadas al proyecto de reformas constitucionales que daban reconocimiento en la Constitución a la existencia de pueblos originarios. Esta no es la primera vez que se rechaza esta iniciativa en el Congreso.



En esta entrevista, el ministro Secretario General de la Presidencia, Francisco Huenchumilla (DC) -de origen mapuche-, defiendió con fuerza el reconocimiento constitucional que se debe otorgar a las etnias y aseguró que mientras Chile no enfrente esta materia de una forma moderna, como en países desarrollados, entonces, «estos pueblos continuarán sintiéndose como pasajeros de tercera clase en Chile».



-¿Qué le parece que tampoco esta vez se haya consagrado constitucionalmente el reconocimiento de los pueblos indígenas originarios?
-Quiere decir que aún en el país no hay conciencia de la importancia de este tema y tampoco hay claridad de cómo tratarlo.
Miramos a muchos países modernos, para copiar muchas cosas y nos enorgullecemos de que Chile está inserto en el mundo, que ha entrado en el siglo XXI… ¡pero los países modernos a los que queremos imitar han resuelto el tema indígena hace muchos años!



Explica que eso es lo que han hecho Dinamarca, Finlandia, Canadá y Estados Unidos. «Nosotros no somos modernos en ese sentido. Ese fue el debate que tuvimos en el Senado, que tenemos una postura muy conservadora y por eso, tal vez, tenemos tantos problemas en el sur de Chile, porque no hemos sabido entender la naturaleza del conflicto que es un problema político», agrega.



-¿Cree que es necesaria una reforma constitucional para que el Estado garantice el desarrollo de la identidad, idioma y las tradiciones de estos pueblos?
-Es que una cosa son los procesos sociales que tienen su carril propio y por lo tanto no dependen de una ley o una Constitución, como todos estos movimientos nuevos de los pueblos indígenas del mundo y muy especialmente en América, son procesos sociales que no están impulsados por la ley. Pero lo que hace la Constitución es recoger una realidad que existe y que por lo tanto la norma.



«Por otro lado -continúa- los pueblos indígenas lo único que no quieren ser es ser pasajeros de tercera clase en este país que se llama Chile. La Constitución determina los poderes, quién es quién, cuáles son las reglas del juego. La constitución es un pacto político, por lo tanto, hay un sector en este país que dice ‘nosotros queremos integrarnos al Estado’. Eso, lejos de atentar contra la unidad nacional la refuerza».



El ministro Huenchumilla dijo además que esta negativa termina siendo peligrosa para la estabilidad del país. «Los pueblos indígenas no quieren estar en la vereda del frente y yo digo no dejemos a los pueblos indígenas en la vereda del frente tirándoles piedras al Estado, ellos quieren estar en los organismos que toman decisiones. La Consitución no puede estar ajena a lo que es la realidad política social y económica del país tiene que reflejar el conjunto de actores y si no lo refleja, los actores se van por fuera y eso es peligroso para la estabilidad del país».



-Pero si es por garantizar la identidad, el Estado también lo puede hacer sin una reforma constitucional, mediante de políticas adecuadas ¿Por qué cree que es tan necesaria la reforma?
-La respuesta para eso es la naturaleza de la Constitución. ¿Por qué la defienden tanto todos los sectores y hacen tanto cuestionamiento para su reforma? Si la constitución no tuviera ninguna importancia ¿por qué cuesta tanto reformarla? Porque refleja los poderes del país, cómo se mueve la lógica del poder dentro de la sociedad y lo que dicen los pueblos indígenas es ‘nosotros no estamos en la lógica del poder de la sociedad chilena, estamos fuera’. Al elevar el reconocimiento de los pueblos (en la Constitución), lo estamos elevando a la categoría de un actor en la sociedad, reconociendo que Chile tiene un conjunto de personas que son anteriores al Estado y que tiene una contribución que hacer a la unidad del país.



-¿Qué le parece que la derecha haya votado en contra aduciendo que el reconocimiento de pueblos a chilenos de distinta condición deja abierto el reclamo de autodeterminación por parte de las comunidades?
-Esa fue la tesis que planteó la derecha con motivo del convenio 169, pero esa tesis fue derrotada por el propio Tribunal Constitucional que dijo que el concepto de pueblo no atenta para nada contra la integridad del país. Eso es una cosa superada dentro de los órganos contitucionales chilenos.



-Con respecto a las tomas de los fundos ¿cree que estos hechos responden a que «se les ha dado vuelta la espalda» y se ignora su existencia, como dijo Huilcamán?
-Probablemente. Claro que ahí hay un diseño político y social frente al Estado. Hay un requerimiento al Estado: ‘nosotros existimos, tenemos cierto poder, capacidad de movilización y por lo tanto requerimos una respuesta por parte del Estado’ ¿y el Estado como responde? A través de todas sus instituciones, esconde la cabeza como el avestruz, pensando que el problema indígena es sólo de pobreza o de políticas públicas. Pero políticas públicas ha habido en los últimos cien años y los mapuches siguen en el punto de partida siendo un grupo social pobre.



Integración a las instituciones



«Esta clase política no logra tener conciencia de que en el mundo moderno los indígenas están incorporados al Estado. En Nueva Zelandia, un país que admiramos mucho, existen parlamentarios maoríes. Lo mismo sucede en Australia, Dinamarca, Noruega, Canadá, están integrados como actores del Estado sin afectar la integridad del país, pero nosotros somos premodernos en ese sentido».



-En ese sentido ¿será que la clase política en Chile en el fondo sólo refleja lo que siente la sociedad chilena respecto de los mapuches?
-Por su puesto, si este es un país racista y discriminatorio. Nadie quiere mirarse al espejo y pensar que los ojos de azules se les pueden tornar un poco más negros, pero eso hay que decirlo y yo como ministro estoy reflejando la política del Presidente de la República, no hablo por mi mismo. El Presidente quiere que tengamos un pronunciamiento, que la gente diga cómo ve el tema.



«La Concertación aquí tiene un compromiso, que lo firmó don Patricio Aylwin el años ’89 y han pasado trece años y estamos en el punto de partida, entonces, como le podemos perdir credibilidad a los dirigentes indígenas que crean en el Estado si una coalición de gobierno les dijo hace trece años que se comprometía a sacar adelante una reforma constitucional y eso no se ha cumplido. Hoy la gente tiene que votar, pero ya está bueno de medias tintas».



-¿Usted está de acuerdo con las tomas de terrenos como un acto político que relfeja el malestar de los pueblos?
-No, yo estoy hablando de reformas constitucionales. Las tácticas que usen los dirigentes indígenas, ésa es responsabilidad de ellos. Creo que la vía violenta y la vía de las armas en Chile está descartada, pero la medida de movilización social y política por la via democrática, eso lo hacen los médicos, la Anef, los camioneros, los estudiantes. No veo por qué no podrían hacerlo los mapuches.



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