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Los neofascistas que Pinochet enroló para «trabajar» en Chile

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Stefano delle Chiaie, el autor material del atentado a Bernardo Leighton, fue un protegido de Franco que, a la muerte del caudillo, viajó a Chile invitado por Pinochet para quien "trabajó", durante un año en diversas misiones, incluido un intento fallido de establecer relaciones con Libia. Estos son algunos de los detalles que la periodista Patricia Mayorga describe en su libro: "Il condor Nero".


Al morir Francisco Franco, los neofascistas italianos que se habían refugiado en España, sintieron que el piso bajo sus pies comenzaba a temblar. Y no era para menos. Sin la protección del dictador español, quedaban expuestos a ser deportados a Italia, donde eran requeridos por los tribunales de justicia para que respondieran las acusaciones por diversos asesinatos y masacres que se les formulaban. Uno de ellos, Stefano delle Chiaie, era el más preocupado: había participado poco, antes en Roma, en el atentado en contra del ex vicepresidente chileno Bernardo Leighton y su señora, Anita Fresno.



Pero su buena estrella no lo abandonó. En noviembre de 1975, Augusto Pinochet llegó a Madrid para participar en las exequias de Franco. El general chileno se reunió en el hotel que ocupó en Madrid con Stefano delle Chiaie, a quién ofreció pasajes, casa y oficina en Chile para él y sus camaradas.



Los datos están en el libro titulado en italiano "Il condor Nero" de la periodista chilena Patricia Mayorga, quien en su calidad de corresponsal de El Mercurio, siguió el juicio en torno al atentado contra Leighton y su mujer. Patricia Mayorga presentó su libro en distintas ciudades italianas en el contexto de las conmemoraciones de los 30 años del golpe militar.



En el texto, Mayorga recopila la información de los vínculos entre los neofascistas internacionales con la dictadura de Pinochet, información que obtuvo mediante entrevistas, documentos y el juicio que se llevó a cabo en Roma por el atentado a Leighton. En 195 páginas va relatando, junto con el dolor de la familia Leighton, cómo se instalaron los neofascistas en Chile.



De los extremistas italianos que acogió Pinochet en Chile, el más destacado era Stefano delle Chiaie, ex lugarteniente del príncipe Junio Valerio Borghese -comandante del ejército de la República de Saló de Mussolini- quien lo presentó personalmente a Pinochet en 1974. Delle Chiaie, quien fue declarado autor material del atentado a Leighton por la magistratura italiana, tiene un amplio prontuario criminal, que incluye el asesinato de dirigentes comunistas de Costa Rica y España.



Según la investigación de Mayorga, Delle Chiaie entró a Chile con pasaporte chileno en un avión de Lan Chile. La periodista relata: "En una entrevista él me reconoce que entró con documentos chilenos, pero no confesó la fuente y me dijo ‘señora se podían conseguir en cualquier mercado especializado’ lo que creo que era bastante improbable".



Pero no sólo se trató de pasajes y pasaportes. Delle Chiaie se instaló en la casa de Lo Curro de Michael Towley, agente de la DINA autor del atentado de Orlando Letelier y responsable del atentado a Leighton. En esa misma casa de 580 metros cuadrados con piscina, según recuerda María Callejas, la señora de Towley, se hacía contraespionaje, investigaciones químicas, se producía documentación falsa, e, incluso, se torturo hasta la muerte.



De la casa de Lo Curro -un "nido de avispas", como lo denomina Mayorga en su libro-, Delle Chiaie pasó a ocupar una vivienda ubicada en Avenida Los Leones, donde convivió con otros italianos, entre ellos Mauricio Girogi y Augusto Cauchi, autores de varios asesinatos.



El general Manuel Contreras, director de la DINA -máximo responsable del atentado a Bernardo Leighton, junto con el brigadier general Eduardo Iturriaga, encargado de las relaciones internacionales de la DINA- se mantuvo en contacto constante con Delle Chiaie en el año en que alcanzó a estar el neofascista en Chile, entre 1976 y 1977.



Además, la dictadura chilena le colocó hasta una oficina a Delle Chiaie, en una de las torres de la remodelación San Borja, "desde donde hacían el manejo de prensa de los medios de comunicación nacionales e internacionales", según Patricia Mayorga.



¿En qué consistía este trabajo de prensa?
– Trabajaban con Juan Viterbo Chiminelli Fullerton, agentes de la DINA en la llamada "guerra psicológica". Ellos le aconsejaron, por ejemplo, a la Junta que Pinochet no usara más esos anteojos oscuros. También trabajaron con un húngaro que era director de la agencia noticiosa de gobierno (Orbe). Delle Chiaie me relató que fue un trabajo de contrainformación en el que se intentaba mejorar la mala imagen del gobierno chileno. Se contactaron con periodistas italianos, españoles y franceses para "contrarrestar la información marxista" que se hacía en el extranjero.



En tu libro relatas que Delle Chiaie estableció relaciones con Libia.
– Fue una de sus tareas políticas. Debían lograr una cercanía entre el régimen chileno y el de Gaddafi, que era un extraño satélite de la Unión Soviética. La idea era establecer una especie de "tercera vía" independiente de las dos grandes potencias de la guerra fría. Pero, finalmente, no resultó porque ya estaban apareciendo en Chile los "Chicago boys" y el acercamiento de Chile a la esfera económica estadounidense y de la teoría de Milton Friedman. Pero, además, llegó al norte chileno una delegación israelita que debía estudiar las condiciones del desierto para elegir un tipo de armas aptas para esa zona, especialmente al área que limitaba con Perú. Delle Chiaie, entonces, comprendió que su estadía en Chile ya no tenía sentido y fue "transferido" a Argentina.



¿Por qué está libre Delle Chiaie?
– La versión oficial es que no se pudo comprobar nada de las acusaciones, pero la realidad es que se le protegió por ser agente secreto. No sé que hace ahora, pero trabajaba en una oficina de prensa que se llamaba "Publicondor", tal vez en referencia a la Operación Cóndor.



¿Qué te llevó a escribir sobre la estadía de los neofascistas en Chile?
– Por que es escandaloso que un gobierno, que decía que quería restaurar el orden y la legalidad, acogiese a este grupo de fascistas italianos a cuerpo de rey, entre 1976 y 1977, siendo que eran perseguidos por masacres.



¿Y por qué publicar un libro sobre un caso que ya tiene sentencia y se ha publicado información?
– Para hacer justicia sobre la justicia, para dar a conocer este atroz delito que sufrió un hombre como Bernardo Leighton, que incluso sus adversarios políticos no dejaban de reconocer como un hombre de paz. Por algo lo llamaban el "hermano Bernardo", porque no trataba jamás a sus adversarios como enemigos, como debe ser en la política y la democracia. Si bien él se recuperó un poco, prácticamente se cumplió la voluntad de Pinochet que era la neutralización de un adversario político importante. Además, su esposa Anita, una persona que jamás se preocupaba de política, una católica practicante, quedó paralítica. La entrevisté en Santiago y cada movimiento de esa señora es un rito de dolor. Y así y todo ella, como buena católica, repetía siempre que no quería venganza, sino justicia. Justamente cuento esto para que no vuelva a sucederle a otras personas.

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