Aunque Jaime Naranjo (PS) reconoce que el parlamentario gremialista ha mostrado una correcta gestión como senador, advirtió que observará con cautela su desempeño a la cabeza de la Cámara Alta, ya que "se corre el grave riesgo de instrumentalizar este cargo en las próximas elecciones".
Para el 16 de marzo fue fijada la ceremonia en que el senador de la UDI, Hernán Larraín, asumirá la presidencia de la Cámara Alta, en reemplazo de Andrés Zaldívar (DC). Aunque el hecho de que por primera vez esta colectividad acceda a tan importante investidura no ha causado mucha expectativa, sí hay quienes están dispuestos a fiscalizar que la oposición no intente "instrumentalizar este cargo en las próximas elecciones".
Esto, a pesar que Larraín da confianza en todos los sectores del espectro político. Y desde el socialismo hasta la Democracia Cristiana sus pares tienen una muy buena imagen del senador gremialista. Por otra parte, también está el hecho de que en la mesa lo secundará el socialista Jaime Gazmuri, con quien -según trascendió- Larraín ya ha sostenido reuniones de coordinación, lo que hace presumir que a pesar de la distancia política entre ambos parlamentarios, esto no será un obstáculo para una buena gestión.
Comportamiento político "intachable"
Hernán Larraín es abogado -titulado en la Pontificia Universidad Católica- y a sus 56 años ostenta un abultado currículo, tanto académico como político. En la actualidad ocupa una de las cinco vicepresidencias políticas de la UDI, colectividad a la que ingresó a militar en 1991.
Entre sus pares, tanto de la Concertación como de su propio sector, es conocido como un político "criterioso", con quien se puede llegar a acuerdos, porque no acostumbra asumir posiciones radicales, aseguran algunos senadores que han debido debatir con Larraín distintos temas en las comisiones que integra o ha integrado, desde 1993, cuando fue elegido por primera vez senador por la Séptima Región Norte, entre las que se mencionan la de Constitución, Legislación y Justicia, Agricultura y Educación.
Sin embargo, a pesar de lo bien conceptuado que está entre sus pares de todos los partidos, no falta quien teme que Larraín se pudiera ver arrastrado por algunos "talibanes" de su partido "hacia una posición que rompa con lo que ha sido la tradición de la mesa» en la Cámara Alta.
Este es el caso del senador PS Jaime Naranjo, quien, aún cuando aseguró que Larraín siempre ha mostrado un "comportamiento intachable" en su desempeño como senador y que espera que continúe con la tradición de la mesa del Senado de mantener prescindencia de la política contingente, estará alerta y dispuesto a fiscalizar su gestión para impedir que este cargo "no se transforme en un bastión de la oposición".
"No quiero ver a la mesa (del Senado) transformada en los generalísimos de las campañas municipales y menos de la campaña presidencial de (Joaquín) Lavín", sostuvo enfático el parlamentario oficialista, ya que a su juicio "se corre el grave riesgo de instrumentalizar este cargo en las próximas elecciones", cosa que no está dispuesto a aceptar, aseguró.
De allí que aunque espera que Hernán Larraín "no se aparte de lo que ha sido su trayectoria como senador", precisa que observará con cautela su desempeño a la cabeza de la Cámara Alta.
Empate asegura responsabilidad
Por otra parte, el senador PPD, Roberto Muñoz Barra, subrayó que está convencido que Larraín respetará el criterio corporativo y legislativo de la Cámara Alta que, sea del sector que sea quien la presida, siempre ha actuado con responsabilidad para sacar adelante los proyectos.
Asimismo, argumentó que debido a la suerte de empate político que se da en esta instancia legislativa, siempre se ha actuado con "absoluta responsabilidad" frente a la labor que le corresponde desempeñar. Es por ello que no duda que el parlamentario gremialista continuará con dicha tradición del Senado .
Muñoz Barra ha compartido "por años" el trabajo, en la comisión de Educación, con Hernán Larraín, y en virtud de ello aseguró que "puedo dar fe que existe en él una disposición de llegar a acuerdos constructivos, ya que nunca lo he visto en posturas dogmáticas". Por lo que estima que Larraín tiene claro que su nuevo rol "lo va a sacar un poco de las filas de la UDI en el debate político" y expresó no compartir los temores de Naranjo -en orden a que pudiera utilizar la presidencia del Senado para favorecer a su sector en época electoral-, recalcando que "tengo la convicción que ello no va a ocurrir".
En tanto, el representante de la Democracia Cristiana Hosain Sabag dijo tener tener "un gran concepto del senador (Larraín). Sé que es un hombre muy juicioso, muy criterioso". Para Sabag esas características de la personalidad del parlamentario gremialista le deben permitir suponer que no puede apartarse de la línea seguida por sus predecesores en el cargo, respetando el trabajo de la corporación y su propia investidura.
El senador PPD descartó que la militancia UDI de Larraín obstaculice su desempeño como presidente de la Cámara Alta.
Señal de unidad para la derecha
En la derecha, en tanto, ven con optimismo la llegada de Hernán Larraín a la presidencia del Senado. A este respecto, el parlamentario de Renovación Nacional Sergio Romero -quien ocupó el cargo en la etapa 1997-1998 y que sucederá a Larraín el 2005, en virtud del acuerdo a que llegó la derecha de dividirse este último período- planteó que la oposición envió una "señal poderosa de unidad" al decidir compartir estos dos años, lo que demostraría que existe una "realidad de trabajo conjunto".
Romero -quien en marzo asume la presidencia de la comisión de Relaciones Exteriores- tiene grandes expectativas respecto del desempeño de Larraín y del trabajo conjunto que podrán realizar. En este sentido dijo tener "fundadas esperanzas" que su trabajo va a consolidar una función directiva en el Senado, que se convertirá en en lugar de "encuentro de grandes acuerdos".
Además destacó la importancia, a nivel nacional, de que la oposición tenga la responsabilidad del segundo cargo más importante de la República.