La profesional es experta en telecomunicaciones pero desde que arribó al cargo de viceministra de Transportes ha demostrado su espíritu emprendedor ofreciendo frambuesas a restaurantes del centro de Santiago. Su chofer, ex hombre de confianza de Guillermo Díaz, sería el encargado de repartir los pedidos en el vehículo fiscal asignado a la mujer. Por anecdótico que parezca, la práctica contraviene la ley de probidad.
El día en que la presidenta Michelle Bachelet nombró a Elinett Wollf Rioseco en reemplazo de Danilo Núñez en la subsecretaría de Transportes, algunos optimistas en su entorno dijeron que la profesional sería la nueva «zarina de Transportes».
La experta en telecomunicaciones y militante del Partido Socialista, donde conoció a su ex pareja, Camilo Escalona, contaba con más de 25 años de experiencia en control de gestión y desarrollo de proyectos, cuando en enero pasado Bachelet visó su nombre para convertirse en la segunda del ministro René Cortázar.
Según los cercanos a Wolff no era descabellado que la Presidenta quisiera colocar en el cargo a «una mujer que pudiera darle un rostro más humano al Transantiago», asegura un profesional que trabajó con la subsecretaria mientras ella fue coordinadora del programa nacional de Infocentros. Pero Cortázar tenía otros planes. Y de un principio, dice un allegado al ministro, este «le dejó muy claro que Transantiago es de él y que ella no tendría cabida en el plan». Fue entonces que Elinett Wolff puso sus fichas en el trabajo en terreno y de paso retomó el negocio familiar de venta de frambuesas.
A domicilio
Oriunda de Los Ángeles, ciudad enclavada en una zona de la región del Bío Bío reconocida por la calidad de su producción de frambuesas, la subsecretaria tiene por el lado de su madre una larga tradición frutícola.
Aunque se desconoce si antes de ser subsecretaria partió como proveedora de frambuesas para cafés y restaurantes del centro de Santiago, como el tradicional La Chimenea y el Café Brown (detrás del Ministerio de Hacienda), sí está claro que ha sido proveedora gastronómica durante el ejercicio del cargo, cuestión confirmada entre altas fuentes ministeriales a raíz de una denuncia interna recibida por El Mostrador.cl a principios de abril.
Entonces, un funcionario de la cartera aseguró a este medio que Elinett Wolff tenía un negocio de venta de frambuesas y que en más de una ocasión su chofer repartió los productos en el vehículo fiscal asignado a su jefa.
El chofer es el mismo que tenía Guillermo Díaz, el ex subsecretario cuestionado en el caso Mop-Gate, y pese a que el funcionario negó que hiciera cualquier tipo de «delivery», en el ministerio reconocen que «en alguna ocasión el chofer puede haber llevado algo. Lo que pasa es que ella (Wolff) llega con las frambuesas acá en el auto, y tiene locales cerquita de acá a los que les reparte», la excusa una alta fuente ministerial, que añade que la subsecretaria no vende sus frambuesas al interior de la repartición pero que sí lo hace de la puerta para fuera. El argumento para ello es que se trata de un negocio familiar y que, «quizá en alguna ocasión» la subsecretaria ha llegado con los frutos en la cajuela del auto.
Matute Wolff
El tema es de conocimiento general en las altas esferas de la cartera y fue discutido en conversaciones de pasillo, asegurando que ya había sido solucionado cuando El Mostrador.cl empezó a preguntar por la PYME frutícola.
Según la denuncia recibida a comienzos de mes, la división legal del ministerio le habría hecho ver a Wolff en marzo que su negocio familiar contravenía la ley de probidad. Pero ni Paola Tapia, jefa de ese departamento, ni Paula Zurita, encargada de la auditoría interna ministerial, quisieron responder las repetidas consultas sobre el tema. De no ser efectiva dicha versión, las funcionarias también estarían en falta pues por la ley de probidad, cualquiera de ellas dos debió establecer un sumario o reconvenir por escrito a la subsecretaria.
Por absurdo y pintoresco que parezca el matute de Elinett Wolff, la ley de probidad es clara en especificar que a los subsecretarios, al igual que a los ministros y a otros funcionarios de confianza de la Presidenta, les está prohibido desempeñar actividades económicas ajenas a su cargo, así como ocupar infraestructura estatal para cuestiones distintas al trabajo público.
Asesores top
Este no es el único tema por el cual se ha mencionado últimamente a la subsecretaria en las oficinas superiores del ministerio de Transportes. El jueves 10 de abril Wolff recibió un «tirón de orejas» de Cortázar luego que El Mostrador.cl informara que la subsecretaría de Transportes era una de las reparticiones de 16 ministerios que no cumplían con un instructivo presidencial de transparencia activa que obliga a los servicios públicos a mantener actualizada su lista de personal y contrataciones.
Dicho instructivo fue firmado por Michelle Bachelet el 4 de diciembre de 2006, poco después de que se dieran a conocer las irregularidades por la asignación directa de recursos en Chiledeportes, y entró en vigencia a fines de enero de 2007. La molestia de Cortázar se debió a que la otra subsecretaría, la de Telecomunicaciones, sí estaba al día con la información de personal y adquisiciones. «Para un tecnócrata como él fue una cosa impresentable», dice un personero que conoció el impasse.
Lo que no sabía Cortázar, asegura la misma fuente, es que una de las razones que habría tenido Wolff para no actualizar el listado de personal era que no quería que se hicieran públicos los nombres de dos profesionales de su círculo de confianza: su jefe de gabinete Héctor Iribarren Valdés, ingeniero civil industrial que asumió su cargo el 1 de marzo pasado y que se vio envuelto en el caso de las plantas de revisión técnica de Rancagua, y José Emilio Dollenz, el último director de la Digeder y militante PS histórico, que está contratado a honorarios por la subsecretaría también desde el 1 de marzo.