La ministra de Educación no la ha tenido fácil. Las últimas encuestas la ubican como una de las peor evaluad as del gabinete y luego de las declaraciones de Bachelet sobre la destitución de la estudiante María Música, tuvo que salir a explicar sus dichos anteriores, donde valoró la expulsión de la alumna. Pero es un correo que ha circulado por todo el Congreso, por los partidos y en muchas páginas web, la que la obligó a dar explicaciones de su pasado frente a algunos parlamentarios de la Concer
Por Pablo Basadre G.
Hace algunas semanas, en una reunión con parlamentarios de la Concertación, la diputada PPD Carolina Tohá le preguntó a la ministra Jiménez sobre el contenido de un correo electrónico que circulaba profusamente por los e-mail de los parlamentarios. Se trataba de una "carta abierta" de un ex alumno y ex dirigente estudiantil de la Universidad Católica de Santiago, Dauno Tótoro, ahora realizador y documentalista, donde relata su expulsión en 1986, en la época en que ella era presidenta de la Asociación de Académicos de la Pontificia Universidad Católica, miembro del Consejo Superior y autoridad en la Escuela de Trabajo Social de esa Universidad, con Juan de Dios Vial Correa como rector.
Los parlamentarios le pidieron una explicación, pues en el e-mail se le acusaba, según palabras de Tótoro, de instarlo a renunciar, a través de un documento preparado entre ella y Vial, a sus «convicciones políticas y responsabilidades como dirigente», producto de su activa participación en el movimiento estudiantil.
Según la misiva, Jiménez le habría pedido a Tótoro que firmara el documento para facilitar su reincorporación y terminar así con el conflicto que tenía movilizados a los estudiantes. A los parlamentarios les inquietaba el tenor de la carta: «Soborno, incitación a la traición, cohecho, amedrentamiento», decía, entre otras cosas.
Jiménez, sorprendida con la noticia, accedió a la petición y les entregó una versión sobre los hechos muy distinta a la descrita por Tótoro. Fuentes del Mineduc afirman que la ministra ha declinado referirse públicamente al hecho, pues entiende que lo de Tótoro fue una decisión institucional y no personal.
A los parlamentarios, en lo medular, les explicó que Dauno Tótoro había sido expulsado por el propio rector de la PUC, sin consulta ni apelación posible, y que ella había tratado de flexibilizarlo, a petición de la mamá del estudiante afectado.
Pero el episodio no terminó ahí. Luego de la explicación de Jiménez, los asesores que acompañaban a la ministra, y que guardaron silencio, se sentían incómodos. A los diputados les parecía «insólito» que ella no estuviera enterada de la existencia del e-mail, donde su nombre aparecía asociado a gruesas descalificaciones.
-«¿Cómo es posible que no le hayan dicho nada?», comentaron los diputados. Los asesores ministeriales, según cuenta un testigo de la cita, reconocieron que habían decidido omitir la información frente a ella, pues se encontraba algo «abatida» con la difícil tarea de la aprobación de la Ley General de Educación, las protestas callejeras y el inédito jarrazo de agua que recibió de parte de la estudiante de 14 años María Música Sepúlveda.
Su padre y el pasado en la PUC
Desde que asumió en su cargo, Mónica Jiménez, quien ha reconocido públicamente su poca sintonía con la política, ha debido lidiar con un mundo que le es distante, según cuenta un cercano. A pesar de su discurso «apolítico» y de su posición contraria a las protestas y movimientos estudiantiles, la historia familiar y académica de la ministra tiene más condimentos de ese mundo «ajeno» a su persona.
Su padre, Oscar Jiménez Pinochet, formó parte del Movimiento Nacional Socialista y fue un activo militante político que se opuso al gobierno de Arturo Alessandri Palma. Él fue uno de los pocos sobrevivientes de la Matanza del Seguro Obrero, frente al palacio de La Moneda, en 1938. Según una amiga de Jiménez, esta tragedia es una de las razones por las que no tolera las movilizaciones, y considera que a la universidad se "viene a estudiar".
Jiménez ha utilizado, en diversas reuniones con estudiantes y ex alumnos, el ejemplo de su padre. En la escuela de Trabajo Social de la UC, de la que fue nombrada directora por el vicealmirante Jorge Swett -rector designado por la Junta Militar- en 1973, se esmeró para evitar las organizaciones y movimientos políticos. En aquella época, ella se había mostrado, como muchos demócrata cristianos -partido al cual es cercana-, como una férrea opositora a la Unidad Popular. Para los académicos de ese tiempo, el no encasillarse en ningún partido, iniciándose la dictadura, era mal visto, pues los que renegaban del activismo eran considerados como «parias», según recuerda una ex compañera de trabajo en la UC.
Pero a Jiménez eso no le incomodaba. Su cargo lo ejerció con autoridad. Les repetía constantemente a sus alumnos que a la universidad «se venía a estudiar». Según una profesora amiga, «Mónica siempre decía en las reuniones que sentía temor y se comportaba como una mamá con los alumnos». Una antigua amiga cuenta que en los tiempos en que estuvo como directora de carrera, incluso fue amenazada de muerte por alumnos que pertenecían al MIR. Mientras algunas académicas de la escuela participaban activamente en política, en la Izquierda Cristiana sobre todo, ella se dedicaba a la docencia e intentaba desarticular conflictos.
Cuando asumió como Presidenta de la Asociación de Académicos de la PUC, siempre hizo esfuerzos por moderar a los alumnos. En 1985 el DC Tomás Jocelyn-Holt asumió como presidente de la FEUC, poco después de asumido Vial en la rectoría.
La idea que tenía Jiménez en esa época era reforzar la gestión de Vial, lo que significaba controlar a los estudiantes y dar una muestra a la Junta Militar sobre lo bien que le hacía a la universidad contar con un civil al mando. En medio de esas gestiones, la ministra invitó a su casa a algunos profesores y a la nueva directiva de la FEUC, para dialogar sobre sus demandas. La reunión se había desarrollado con tranquilidad, hasta que Jiménez sostuvo un áspero diálogo con Jocelyn-Holt.
-Mira chiquillo, yo podría ser tu mamá-, le dijo ella, en medio de la conversación.
Jocelyn Holt, le contestó: "Mire señora, tengo un profundo respeto y afecto por su padre y sus hermanos, pero quiero explicarle dos cosas: en primer lugar, ya tengo mamá, y en segundo lugar, hay algo en lo que mi madre ha sido muy inteligente en su relación conmigo. Nunca me ha tratado de chiquillo".
Y continuó: "No estoy dispuesto a aceptar una mecánica de manipulaciones para relacionarnos. Claramente tenemos otra agenda", le enfatizó. La idea de Jiménez de tener una comunidad académica independiente y unida a la Iglesia, no era compatible con lo que querían los dirigentes estudiantiles de la entonces oposición. «No estábamos dispuestos a estar supeditados a la agenda de ella», cuenta uno de estos.
Algunos ex estudiantes, hoy en la empresa privada y otros en cargos de gobierno, consultados por El Mostrador, recuerdan con molestia el poco apoyo que recibieron de parte de Jiménez en momentos en que fueron detenidos. Para otros, en cambio, rememora un ex dirigente y hoy asesor de gobierno, ella más de alguna vez demostró su apoyo e incluso en una oportunidad organizó una velatón cuando alumnos de distintas facultades fueron detenidos y trasladados a la Penitenciaría a mediados de los ’80.
El No y una carrera ascendente
Jiménez jugó un rol importante para la Concertación en la etapa previa al plebiscito de 1988. Como directora ejecutiva de la «Cruzada por la Participación Ciudadana «, desplegó todos sus dotes de realizadora. La campaña de educación cívica, que comenzó en marzo de ese año para preparar el plebiscito del 5 de octubre, tuvo una larga lista de colaboradores. Según recuerda uno de ellos, un viejo dirigente DC, la ahora ministra era quien tenía todas las condiciones para que le depositaran la confianza y sobre todo los fondos llegados desde el extranjero.
Jiménez se desempeñó también como miembro del Comité por las Elecciones Libres que dirigía Sergio Molina. Trabajó con Serio Bitar en esa instancia y luego formó la corporación Participa, donde estudió y revisó temas relacionados con la transparencia electoral. Su activo trabajo y sus conexiones, la llevaron a ser presidenta de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Chile y posteriormente miembro de la Comisión Verdad y Reconciliación, nombrada por el ex presidente Patricio Aylwin, donde estuvo encargada de informar sobre las violaciones a los Derechos Humanos.
Se dice que ella ha dejado una huella en toda la gente con la que ha trabajado, sobre todo por su fervoroso catolicismo. «Hay algo que siempre nos orienta y nos guía. Podemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance, pero al final dependemos de Dios», dijo en más de alguna reunión. Cuando asumió la rectoría de la Universidad Católica de Temuco, en su discurso inaugural dejó en claro su estampa y la que tendría su futura administración. Abrió su exposición hablando sobre la familia, sus cinco hijos «universitarios» y sus seis hermanos, donde ella es la mayor.
Al continuar su discurso, Jiménez puso énfasis en la siguiente frase: "La vida familiar es un núcleo central en mi vida». Después les hizo una invitación a los presentes a reflexionar en la "Fe cristiana". Luego de eso citó, ante la extrañeza de algunos estudiantes, el evangelio de San Juan.
Sus vínculos con la Iglesia son muchos y variados. Trabaja con su amiga Margarita María Errázuriz, hermana del Cardenal Francisco Javier Errázuriz. También es cercana a Monseñor Manuel Camilo Vial, obispo de Temuco y Gran Canciller de la UC de la Araucanía.
La ministra le ha confiado a sus cercanos sentir admiración hacia monseñor Bernardino Piñera, y con el Cardenal Medina, que en sus tiempos en la PUC era Gran Canciller, mantuvo una buena relación. También tuvo tratos cordiales con el fallecido Cardenal Juan Francisco Fresno, así como con monseñor Ángelo Sodano, el nuncio de la Santa Sede durante el régimen de Pinochet. A esto suma importantes nexos a través de la Fundación Paz Ciudadana, cuyo presidente y fundador es el dueño de El Mercurio, Agustín Edwards Eastman. Jiménez fue parte de la primera directiva de la entidad junto al actual ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, y hoy es miembro de su consejo consultivo, donde comparte sillas con importantes empresarios, como Wolf von Appen y Horst Paulmann.
El factor Pérez
Cuando fue nombrada en la cartera de Educación, luego de la destitución de Yasna Provoste, el gobierno estaba metido en un zapato chino. Bachelet insistía en mantener un DC en el cargo, pero en esta tienda no estaban de acuerdo. El costo político que habían pagado era alto y, en cierta forma, sentían estar cargando nuevamente «con el muerto».
El encargado de facilitar la búsqueda y proporcionar el nombre, según fuentes de gobierno, fue el ministro del Interior. Para Pérez, según un personero DC, Jiménez era capaz de llegar a acuerdos y aprobar la polémica LGE. Pero no sólo esos factores influyeron en la decisión. Para el jefe de gabinete, según cuentan en el gobierno, Jiménez podía conectar a la Concertación con un mundo que hasta hoy se siente fuera del gobierno de Bachelet. «Edmundo lo hizo porque sabe que la Iglesia recurre a ella. Es cercana a los curas y al mundo conservador. Tiene clara conciencia de su nicho y de su piso político. Y eso a Pérez le encanta porque es justamente por donde el gobierno está perdiendo los votos», comentan en Interior. Su nominación causó sorpresa en la Concertación y más aún los cambios que introdujo en los equipos de Educación. Uno de los más importantes fue la adquisición de José Joaquín Brunner, quien es su gran respaldo para influir en la oposición.
Lea el e-mail de Tótoro que circula en la web (En formato Word)