Enrique Melkonian, jefe de la Adica, es claro al señalar que la designación del hijo del diputado PPD Jorge Tarud, quien aún no recibe el beneplácito, es «inverosímil». Critica que un agregado comercial, sin carrera diplomática y de sólo 32 años, haya pasado a embajador en un país con tradición británica, donde la edad es un factor político. Además espera que el nuevo ministro, Mariano Fernández, honre los compromisos, adoptados por su antecesor, en orden a modernizar el servicio exterior.
Enrique Melkonian Stürmer tiene ya 35 años de trabajo en la Cancillería. Recientemente se convirtió en el presidente de la Asociación de Diplomáticos de Carrera (Adica) y está empecinado en llevar adelante un proyecto de modernización del servicio exterior. Lee a Max Weber, de literatura casi nada, viste como un radical republicano de camisa blanca, perfecta corbata y cuida cada una de sus palabras a la hora de opinar. Pero más allá de eso hay algo que tiene sumamente claro: el nepotismo debe ser erradicado como práctica en los nombramientos del servicio exterior.
El razonamiento apunta a la decisión adoptada hace algunos días por el ahora ex Canciller, Alejandro Foxley. Este último designó como embajador ante los Emiratos Árabes Unidos, a Jean Paul Tarud, de 32 años, sin carrera diplomática, hijo del diputado PPD Jorge Tarud, quien a la vez es miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara. Este parlamentario, coincidentemente, vivió en la zona, donde generó empresas de transporte y decoración. Y además, durante los gobiernos de la Concertación fue representante de Chile en países del Golfo Pérsico.
En entrevista con El Mostrador.cl es enfático en plantear que los nombramientos políticos «nos desacomodan de manera tajante» y los califica de «incomprensibles».
–El ministro Foxley nombró al hijo del diputado Tarud, Jean Paul, quien da un salto brutal de agregado comercial a embajador en los Emiratos Árabes Unidos. ¿Qué opina de esta situación?
-A mí esta noticia me resulta inverosímil. Segundo, de llegar a ser así, de salto no se puede hablar, porque el hijo del diputado Tarud no es funcionario de la carrera diplomática, por eso no podemos hablar de salto. Es algo claramente político. Yo conozco al diputado Tarud. Él siempre ha sido un ferviente partidario de la profesionalización y modernización de la carrera. Además siempre ha tenido un activo rol en los temas de política exterior. Incluso ha criticado a su propio gobierno.
– ¿Y entonces?
-No puede ser cierto que se nombre a una persona que conculque esta independencia tan sólida y tan reconocida de Tarud padre, yo lo dejo hasta ahora en el ámbito de lo inverosímil.
-De ser cierto, como dice usted, ¿el nombramiento de Jean Paul Tarud, pone una sombra de duda sobre actos de presunto nepotismo?
-(Silencio). Para ser bien honesto, yo creo que sí. Porque una persona tan joven, y no quiero desmerecer sus virtudes ni nada, pero la opinión pública percibirá esto como un claro acto de nepotismo. En esto hay que ser franco y muy sincero.
-Es decir que 32 años, que son los que tiene actualmente Jean Paul Tarud, ¿son muy pocos para asumir como embajador?
-Yo creo que es muy poco, honestamente. Hay gente de 32 años que puede tener muchos atributos, pero la diplomacia es una acumulación de experiencias, de vivencias, de conocer los códigos internacionales, de masticar diariamente los códigos donde uno se mueve. Por eso embajadores de 32 años no vamos a encontrar muchos en la paleta mundial. Eso se lo puedo asegurar.
-En ese mismo sentido hay otros casos, como el hijo del ex ministro Foxley que representa a Chile en el BID, o el hijo de la Presidenta Bachelet que hizo la única práctica pagada en la Direcon ¿Usted cree entonces que el nepotismo en la Cancillería ha sido una práctica recurrente?
-Yo no me voy a referir a esto del hijo de Foxley porque trabaja en un organismo internacional, además de que carezco de antecedentes para hacer afirmaciones de ninguna índole. Además creo que el país rechaza el nepotismo y todos aspiramos a que prime el mérito por sobre los contactos, los pitutos. Es una aspiración sana que un país no puede perder como telón de fondo. El nepotismo nunca ha sido una buena solución para las designaciones. Tampoco implica que una persona que está vinculada a otra de renombre no tenga derecho a progresar, pero cuando se repite con demasiada frecuencia se puede ir tejiendo algo, y cuando se nota una tendencia general, el tema evidentemente es rechazado por la opinión pública.
-Pero le reitero, ¿este nombramiento de carácter político es una nueva sombra de duda sobre los criterios para adoptarlos?
-Es evidente que los nombramientos políticos nos desacomodan de manera tajante. Hay una política que es incomprensible. Empezar a nombrar a embajadores políticos a poco más de medio año de que termine el gobierno, no tiene un sustento institucional razonable, porque implica gastos de traslados para una persona, la que sea, que no tendrá el espacio para ejercer una función maciza, en un país de diplomacia de corte británico con un pueblo de alta carga tradicionalista. Por eso le digo: no creo que se pueda nombrar a una persona ajena al servicio exterior, porque además tenemos un número muy importante de funcionarios que le han dedicado la vida completa, desde el último grado; han viajado por el mundo con sus familias, han ido subiendo de grado a grado en una carrera estancada y muchos de ellos están a la legítima espera de ser nombrados embajadores y tienen años de carrera que superan la edad de…
-¿De este mozalbete?
-No, no hablaría jamás así. De una persona de la cual no creo que se concrete el nombramiento. No tiene sentido, porque tenemos personas que tienen 30 ó 35 años de carrera que son más años que la persona que va a ser nombrada.
-Aunque falta el beneplácito para Jean Paul Tarud, ¿usted cree que este nombramiento entonces debería ser revocado?
– Yo creo que no se pueden revocar hechos que no existen. Ahora si la autoridad medita y reflexiona, todos los actos son esencialmente revocables en la vida. Todo puede ser revocado. Se va un ministro, llega otro, un gerente. Todo es revocable, especialmente si se medita mejor. Sobre todo si un acto de revocación apunta en el sentido correcto.
-¿Usted calificaría este nombramiento como un tradicional favor político?
-De existir, que la opinión pública saque sus conclusiones.
-¿Usted cree que con el proyecto de modernización que está en la Cámara y que ustedes pretenden mejorar se podría eliminar este tipo de situaciones?
-Mire, yo soy un hombre que llevo 35 años de carrera, soy abogado, tengo postgrado, he vivido en 12 países. Soy un hombre curtido. Así que aspirar a que desaparezca el nepotismo es como pretender pellizcar vidrios y no tengo esos niveles de candidez e ingenuidad. Pero sí aspiramos a que la profesionalización sea integral y que los casos de nepotismo o pitutos, sean estrictamente los mínimos, incluso, los vamos a cuestionar si existen, porque hay que mantener una línea conductual. Nadie nace con derechos adquiridos, sino que se adquieren.
Evaluación cero
-¿Cómo lo hizo el ministro Foxley?
-No me corresponde a mí decirlo. Está fuera de mi ámbito, no tengo esa facultad de expresarme sobre la política exterior como tal.
-¿Entonces podríamos decir que le tocó un período muy difícil? La demanda de Perú ante La Haya, el fracasado viaje a Cuba, por ejemplo.
-No voy a opinar de política contingente, porque escapa a mis funciones.
-Se lo pregunto entonces más allá de si lo hizo bien o mal. ¿El contexto lo trató muy duro a Foxley?
-Yo creo que Chile es un país aceptado en el concierto internacional que puede llevar a cabo una diplomacia fluida, pero es evidente que todos los países tienen problemas puntuales que toda la opinión pública conoce.
-¿En qué está entonces el proyecto de profesionalización del servicio exterior?
-De profesionalización y modernización no tiene nada. El aspecto central de este proyecto es la creación de una subsecretaría económica, pero para los demás estamentos hay cosas infinitamente menores y en lo que al servicio exterior se refiere no contiene ningún elemento modernizador. Esta es la posición del actual directorio de Adica y del anterior.
-¿Se respetaron las organizaciones internas de la Cancillería cuando se presentó este proyecto?
-No. Ni los convenios internacionales de la OIT.
-¿Todo mal?
-Es que no fue discutido ni fue consensuado con ninguna asociación, además tampoco tiene elementos modernizadores.
-¿Foxley se los saltó?
-Yo creo que el ministro no. Diría más bien que sus asesores no fueron deferentes con las asociaciones. Ni siquiera participaron miembros del servicio exterior. Es un absurdo. De hecho, en una reunión de más de una hora y media con el ministro Foxley, él se comprometió a crear una mesa modernizadora, ahora en marzo. Así que en seis meses debiéramos presentar formalmente este proyecto al país.
-¿Por qué cree usted que la gente no percibe la política exterior?
-Yo creo que por varias razones. Hablo de la gran ciudadanía, porque los sectores más ilustrados entienden plenamente la importancia, pero como es un país donde los niveles de información internacional que se transmite en los medios son bastante pobres. Y los medios audiovisuales apuntan a los encuentros con la nobleza, entonces no se profundiza como nos gustaría la relevancia que tiene una buena negociación con la Unión Europea. Eso no lo perciben las personas.