El jefe político de Marco Enríquez-Ominami prestó una declaración judicial en el proceso por la desaparición del ex miembro de las fuerzas especiales Mario Melo Pradenas tras el Golpe Militar. Ambos trabajaron codo a codo en el GAP. En 1971, luego de asumir la logística del aparato militar del MIR, el ex uniformado entrenó a otros militantes en Cuba, donde descubrieron su inclinación sexual: lo investigaron pensando en que era un infiltrado, lo interrogaron, lo expulsaron de la organización y lo sometieron a un tratamiento siquiátrico antes de poder volver a Chile. El 11 de septiembre, sin que nadie lo llamara, se subió al techo de La Moneda para defender al gobierno constitucional, según contó la propia “Payita”.
El actual jefe político de la campaña de Marco Enríquez-Ominami, el ex MIR Max Marambio, reveló uno de los secretos mejor guardados del movimiento de izquierda al que perteneció. Y lo hizo en un proceso judicial donde se investiga la desaparición de un comando y paracaidista del Ejército que se pasó a las filas de la organización.
El testimonio de Marambio, que publica íntegramente El Mostrador, consta en la causa sustanciada para conocer el destino del ex oficial Mario Melo Pradenas. Melo, junto a otros ex militares, fueron asesinados en los días posteriores al 11 de septiembre por sus antiguos compañeros de armas del batallón de comandos. Todos habían sido expulsados del Ejército por sus vínculos con la izquierda a fines del gobierno de Frei Montalva.
Según Marambio, cuya chapa en el MIR era “Ariel Fontana”, éste conoció a Melo a fines de los 70’s en el Grupo de Amigos Personales (GAP) que otorgaba la seguridad al entonces Mandatario.
Tanto Marambio como Melo dejaron el GAP en 1971. El primero pasó a ser un estrecho colaborador de Allende, mientras que el segundo, dada la especialidad que adquirió en el Ejército, “se reincorporó al MIR formando parte de su aparato militar, teniendo como primera misión, hacerse cargo de la logística”, declaró.
Ello le significó a Melo conocer a cabalidad “las casas de seguridad, los depósitos de armas y talleres”. Al mismo tiempo se dedicó a entrenar en técnicas militares a los miristas, por lo que viajó a Cuba con un grupo de ellos para profundizar en esos conocimientos.
Hasta allí, el testimonio de Marambio se apega a los distintos relatos del GAP sobre los uniformados que, dejando de lado la tradición castrense, pasaron a formar parte las filas del MIR. Sin embargo, al entonces magistrado a cargo del caso, Sergio Muñoz -hoy miembro de la Suprema- Marambio le reveló una historia de la que ningún GAP ni mirista quiere hablar ni reconocer públicamente: Mario Melo, “el negro”, era gay.
“Normas de convivencia”
Mirado con distancia, el hecho no debiera tener ninguna relevancia. Sin embargo, el contexto de la Guerra Fría se encargó de que sobre Melo cayeran las penas del infierno por su orientación.
El hecho de que Melo fuera un ex oficial del Ejército que se pasó al MIR, era para Allende un símbolo político, ya que implicaba que existían miembros de las Fuerzas Armadas que apoyaban al gobierno de la UP.
“Melo era un chiche. Un hombre muy educado, pulcro, muy decente y trabajador y muy convencido para los años que corrían”, recuerda un ex GAP consultado por este medio. Pero de poco sirvió, ya que se comenzó a hablar de su homosexualidad. El hecho llegó a los oídos de Marambio de la manera más directa que se podía esperar.
“Cuando Salvador Allende asumió la Presidencia de la República a finales de 1970, y siendo yo el jefe de su escolta presidencial, el señor Allende me dijo que uno de los miembros del GAP había tenido problemas en el Ejército, ante lo cual yo pensé que eran cosas típicas de ‘chaqueteo’ por la condición que tenía Mario como escolta de Salvador Allende”, relató.
Para despejar dudas, Marambio se comunicó con el edecán militar de Allende, el entonces teniente Juan José Mela, “quien me envió el expediente en el que se había investigado conductas de Mario Melo”.
“Y ahí, literalmente, se refería a que había vulnerado normas de convivencia entre oficiales y subordinados, que consistieron en que en la pieza en que Mario dormía, también alojó a un suboficial, hecho ocurrido después de una fiesta. De la lectura de estos antecedentes yo concluí que Mario había sido víctima de unas normas que tienen los militares sobre separación entre oficiales y suboficiales, sin darle ninguna otra connotación, hasta que las personas del MIR me dijeron que Mario era homosexual”, sigue su declaración.
Fue en ese momento en que Marambio cayó en la cuenta de que el sumario interno del Ejército era por su condición.
Sin embargo, el hecho finalmente explotó en Cuba, donde Melo hacía instrucción a otros miristas que viajaban a entrenarse.
De acuerdo a la versión de un ex mirista que conoció de cerca los hechos, hubo un incidente con un militante que encendió las alarmas de la inteligencia cubana.
Melo comienza a ser investigado e interrogado. Reconoce que es gay. Pero el contexto comienza a conspirar en su contra y las preguntas conspirativas fluyen rápidamente.
Básicamente, la condición sexual de Melo era rechazada por todas las tendencias políticas, pero había un elemento adicional: eso lo volvía un potencial infiltrado de los militares en el MIR. En ese momento, Melo se encontraba en Cuba. “¿Por qué el Ejército iba a desperdiciar una oportunidad de esa magnitud y no lo chantajeó para que nos delatara? Esa era la pregunta que nos hacíamos por esos días”, relató un ex GAP.
Al respecto, Marambio relata que “fue una sorpresa para todos… planteó un problema fuerte más que nada por prejuicios de la época, por su posible vulnerabilidad, que podía reportar un peligro para la organización del MIR, teniendo en cuenta que él manejaba información sobre materias sensibles como casas de seguridad y armamentos”.
En Cuba, Melo fue expulsado del MIR y se le sometió a un tratamiento siquiátrico para cambiar su inclinación sexual, donde los médicos concluyeron que, sencillamente, era así y que nada lo iba a cambiar.
“Mario les contó a los médicos historias terribles, como que por años se había tratado en Chile para evitar ser así”, dijo otro GAP.
Sin embargo, el hecho no cayó nada bien en un sector del MIR. Algunos miembros que estaban en Cuba se reunieron con Marambio sugiriéndole que Melo debía ser eliminado. El actual jefe político de ME-O, en todo caso, evitó que ello sucediera, no sin un fuerte altercado de por medio.
Luego del “tratamiento” en Cuba, Melo vuelve a Chile. Ya expulsado del MIR, retoma su vida. Llegó el Golpe Militar y sin que nadie se lo pidiera, dicen algunos miristas, llegó muy temprano a La Moneda, se instaló en el techo y con una ametralladora le disparaba a los aviones, según le contó “La Payita”, la secretaria privada de Allende al propio Marambio.
Días más tarde, Melo fue detenido por una patrulla y llevado a Peldehue, donde está la base de los comandos, perdiéndose su rastro desde entonces.
“Mancha roja, qué manera de morir…”
El caso donde Marambio declaró lo inició el ministro Muñoz, quien en 2004 encausó por secuestro y homicidio calificado a ocho militares (R), entre los que encontraba el general Carlos Parera. Este último fue quien, durante la primera parada militar de Aylwin en 1990, no le pidió permiso para iniciar el desfile, lo que configuró el primer desaire castrense tras la vuelta a la democracia.
Junto al ex oficial fueron procesados también el general (R) Patricio Acevedo, el brigadier (R) Rafael Sánchez, el coronel (R) Renato Alarcón, el mayor (R) Carlos Sarabia, y los suboficiales (R) Domingo Cortés, Fidel Segovia y Hernán Arancibia. En 2006, en tanto, el turno le tocó por los mismos delitos, al general (R) Alejandro Medina Lois.
La resolución fue dictada por las desapariciones de los comandos Enrique Toledo Garay, Luis Barraza, Javier Sobarzo y Jorge Piérola. También por las ejecuciones de Julio Antonio Martínez Lara, Alberto Ampuero, Ángel y David González Venegas.
No es la única historia de traición y muerte en organizaciones militares. Otra es la que ocurrió en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con la muerte de Luis Arriagada Toro, “el bigote”, quien habría sido asesinado por quien fuera el jefe de la organización paramilitar de izquierda, Mauricio Hernández Norambuena. Toro fue sospechoso de haber sobrevivido al atentado al retén de Los Queñes en 1989, según da cuenta un reportaje publicado por el sitio Ciper Chile.
Este diario intentó obtener una versión del propio Marambio, pero éste se excusó de entregar detalles señalando que todo está en la declaración judicial.
Lea la declaración de Max Marambio (En formato PDF)
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