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Jefe de seguimientos de la CNI a Frei Montalva confesó uso de venenos de Eugenio Berríos

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El ex agente, en una declaración que consta a fojas 6.710 a 6.714 del tomo XIX del expediente, relató que fue el propio químico de la DINA quien le contó cómo había envenenado con gas sarín al ex diplomático español Carmelo Soria y al ex conservador de Bienes Raíces Renato León; y con toxina botulínica en 1981 a un grupo de militantes del MIR detenidos en la ex Cárcel Pública. El investigador de estos hechos es el propio juez Madrid.


Desde que el ministro Alejandro Madrid sometió a proceso la semana pasada a seis personas por el homicidio del ex Presidente Eduardo Frei Montalva, su resolución ha sufrido una serie de cuestionamientos públicos. Ya sea desde los propios diarios, hasta los abogados defensores de los encausados. Las dudas han apuntado principalmente a una supuesta falta de pruebas para sostener su convicción de que fue envenenado con Talio y Gas Mostaza en la Clínica Santa María, donde falleció en 1982, luego de ser operado en varias oportunidades de una hernia al hiato.

Sin embargo, en el expediente, existe una prueba clave que apunta nada menos que al químico de la DINA Eugenio Berríos, como el sujeto que usó pócimas creadas en laboratorios para deshacerse de los indeseables para la dictadura militar. Este hecho confirma en parte lo que ha venido sosteniendo la familia Frei, en el sentido que Berrios -quien fue asesinado en Uruguay en 1993 por agentes de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) (link)- pudo haber sido quien ingresó al centro asistencial para aniquilar al ex Presidente.

La confesión la entrega nada menos que el jefe del equipo que siguió, espió e infiltró al círculo más cercano de Frei, el ex agente de la Brigada Político Sindical de la CNI, Raúl Lillo Gutiérrez. Este último, y por eso cobran relevancia sus dichos, fue procesado por el ministro Madrid en calidad de autor del crimen.

Lillo Gutiérrez aseguró, en una declaración que consta a fojas 6.710 a 6.714 del tomo XIX del expediente al que tuvo acceso El Mostrador, que fue el propio Berríos quien le contó cómo había envenenado al ex diplomático español Carmelo Soria, al ex conservador de Bienes Raíces Renato León –ambos con gas Sarín a mediados de los 70- y a un grupo de militantes del MIR con toxina Botulínica en 1981 cuando estaban detenidos en la ex Cárcel Pública. Y el investigador de estos tres hechos es precisamente el propio Madrid. “Él le inoculó esa sustancia capaz de producir envenenamiento”, declaró Lillo Gutiérrez.

Un hombre, muchas historias

Este ex CNI es un sujeto que cruza la historia chilena reciente de lado a lado. Trabajó en la DINA, luego en la CNI, principalmente espiando a la DC y luego, en 1990, pasó a formar parte de la llamada Unidad Especial de la DINE, la misma que sacó de Chile a Berríos en octubre de 1991 y lo llevó a Uruguay con identidad falsa, con el fin de evitar que declarara en el caso Letelier, por la producción de venenos en un laboratorio de Vía Naranja en Lo Curro junto al norteamericano Michael Townley.

La revelación de Berríos, entonces, Lillo la obtuvo cuando “cuidaba” a Berríos en Uruguay, y se la entregó a Madrid en uno de los tantos interrogatorios a los que fue sometido en el caso por la muerte del químico, donde espera condena como autor de secuestro y asociación ilícita por el homicidio de Frei.

“Berríos se explayaba bastante conmigo, tenía una afinidad con mi persona que no la tenía con nadie de la Unidad Especial de la DINE que le cuidaba en Uruguay”, dijo.

En el marco de esta última causa, se reveló que Lillo reclutó como informante pagado a Luis Becerra, quien fuera un hombre muy cercano a la familia Frei, de quien llegó a ser su chofer, previo paso como colaborador de la inteligencia naval tras el golpe militar del 73, según relató en su declaración ante Madrid.

La concatenación de hechos para el magistrado, entonces, es lógica: si Lillo lo reclutó como informante y los datos que entregaba eran valiosos en términos de los movimientos del ex Mandatario, además de las decisiones políticas y familiares, cobra sentido entonces que fue parte de un “concierto” de acciones que terminaron con el envenenamiento. Por esta razón es que Becerra también está procesado en calidad de autor, al igual que Lillo.

Células invisibles

Cabe recordar que la fabricación de venenos que está en la mira del ministro Madrid, comienza en junio de 1981, cuando llega a Chile en una valija diplomática un paquete con toxina botulínica (la misma que produce el botulismo) al Bacteriológico, hoy Instituto de Salud Pública (ISP).

[cita]Actualmente, los procesados en calidad de autores son el ex chofer de Frei Luis Becerra, el ex CNI Raúl Lillo y el médico Patricio Silva; como cómplice el ex médico de la DINA Pedro Valdivia; y en calidad de encubridores los patólogos de la UC Helmar Rosenberg y Sergio González.[/cita]

De allí pasó en julio del mismo año al Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército que se ubicaba en Carmen 339, hoy sede del Archivo Judicial, donde fue “liofilizada”, es decir, convertida en polvo.

El salto de tiempo es corto. Por que en diciembre los miristas Ricardo y Elizardo Aguilera, Guillermo Rodríguez Morales -“El Ronco”- y Adalberto Muñoz Jara tuvieron que ser sacados de la Cárcel Pública y gracias a la ayuda internacional se salvaron de morir por botulismo. No tuvieron la misma suerte otros reos comunes con quienes compartían celda. En una orden de investigar que consta en el expediente, la detective Palmira Mella hizo una relación de hechos que se explica por sí misma.

“Es dable señalar la fecha 7 de diciembre de 1981, día en que se intoxicaron cuatro reos comunes y cuatro reos subversivos -miristas- en la ex Cárcel Pública de Santiago por toxina botulínica, es el mismo en que el ex Presidente de la República Eduardo Frei Montalva, sufrió una grave infección, donde fue intervenido nuevamente con diagnóstico de peritonitis aguda”. Ese mismo día, Madrid dictó los procesamientos que hoy tienen a Lillo y Becerra en prisión y a sus abogados -Jorge Balmaceda y Carlos Fairlie- peleando un recurso de amparo en la Corte de Apelaciones con el fin de revertir los procesamientos dictados por Madrid.

Todo lo anterior está relatado en el Capítulo 17 del libro Crimen Imperfecto publicado por el autor de esta nota en 2002.

Junto a Lillo y Becerra, otro encausado como autor es el doctor y ex subsecretario del gobierno de Frei Montalva, Patricio Silva Garín. En tanto, en calidad de cómplice, está el ex médico de la DINA, Pedro Valdivia; y en calidad de encubridores los patólogos de la UC Helmar Rosenberg y Sergio González, por esconder y modificar la autopsia hecha al ex Mandatario, que permaneció oculta por más de veinte años en el archivo del centro asistencial universitario.

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