El ex presidente del Consejo Asesor Presidencial para la Educación considera que el problema de fondo no es que la prueba tenga un sesgo socioeconómico sino que el sistema de selección lo tiene. Asegura que la PSU no es mala, pero no puede ser el único termómetro, por lo que propone complementarla midiendo el conjunto de resultados obtenidos durante la enseñanza media. Una fórmula que tomaría en cuenta actividades extraprogramáticas, el puesto dentro de la realidad de cada establecimiento o las aptitudes sociales de cada alumno.
Luego de siete años desde que la Prueba de Selección Universitaria (PSU) debutó en reemplazo de la Prueba de Aptitud Académica (PAA), no ha logrado terminar con el sesgo socioeconómico.
Tampoco hay señales de que esto se logre en el largo plazo. Al menos si el sistema de selección continúa dependiendo de una sola evaluación. Para el decano del Departamento de Educación de la Universidad Alberto Hurtado, Juan Eduardo García Huidobro, una alternativa viable de terminar con las diferencias es incorporar nuevas herramientas que complementen la cuestionada PSU, porque según él el problema de fondo no es que la prueba tenga un sesgo socioeconómico sino que el sistema de selección lo tiene y perjudica a los niños que se han empeñado y son pobres.
–La PSU ha recibido variadas críticas: desde su poca capacidad predictiva, hasta que no cumple el objetivo por el que cual reemplazó a la PAA, que es medir sólo conocimientos para que no se evidenciara la diferencia entre colegios públicos y particulares. ¿Cómo evalúa usted este instrumento?
–Mi crítica es más bien al sistema de selección que a la prueba en sí. A lo mejor es mejor o peor que la Prueba de Aptitud Académica, pero ambas son malas para lo que las usamos.
-¿Por qué?
–La base de la justicia de la selección de los alumnos es que realmente elija a los más capaces y esforzados y no sea sesgada por otras consideraciones.
Viendo los resultados de la PSU podemos decir que la educación municipal es peor que la pagada. Estamos de acuerdo. Pero los niños que fueron a esas escuelas no podían ir a otra.
Y entre esos niños hay muchos muy capaces: muchos son futuras Gabriela Mistral y Pablo Neruda, y Chile no se los puede perder.
Entonces debemos ser capaces de recuperar a los mejores. Eso no significa que la PSU sea mala sino que no puede ser el único termómetro.
-¿Y qué alternativas para complementarla existen?
-Si soy el primero del curso en un liceo marginal y me saco 500 puntos en la PSU probablemente soy muy inteligente porque pese a las limitaciones logré 500 puntos, que es muy distinto al último de un colegio pagado, por lo tanto tengo que empezar a considerar no sólo el resultado de la PSU sino que el conjunto de resultados obtenidos durante la enseñanza media.
-¿Y eso no se logra con la ponderación de las notas?
-Son un chiste porque estoy comparando un 5,8 del Grange con un 5,8 de un colegio de La Pintana. No es comparable la nota de un colegio con la de uno de otra realidad.
A lo que hay que llegar es a ordenar al conjunto de alumnos del mismo colegio tomando en consideración las notas y dándoles puntaje a cada uno en función de sus compañeros y no de otros colegios.
-¿Pero esto no es complicado? ¿Cómo podría realizarse?
–Hay experiencia: en Chile tenemos beca de excelencia académica, que se otorga al 5 por ciento superior de cada curso de colegios municipales y particulares subvencionados. Hoy favorece de 9 a 10 mil alumnos.
Además, la USACH empezó hace tres años con un programa propedéutico, un convenio con colegios de situación de pobreza a los que les ofrece trabajar con el 5 por ciento de los mejores alumnos de cuarto medio y se les garantiza el ingreso a la casa de estudios. La Universidad Católica Silva Henríquez y nosotros -Universidad Alberto Hurtado- imitamos la iniciativa.
Hay que inventar alternativas que no reemplacen la PSU pero que la complementen con otros criterios, con haber sido presidente, mejor compañero, participación en actividades extracurriculares. Otras cosas que también den puntaje.
Para mi la pelea va en que el sistema no se puede basar en una sola prueba, debe ser más complejo y mirar más trayectoria y otros antecedentes.
-O sea tener una mirada más integral…
–Exacto. Este tipo de cosas no están asociadas de la misma manera que la PSU al nivel socioeconómico: en todos los colegios se eligen presidentes de curso, no sólo los establecimientos ricos tienen mejores alumnos. La idea es contar con otros mecanismos que hagan más compleja la selección y eviten la asociación perversa entre nivel académico y nivel socioeconómico, que impide que muchos chiquillos talentosos de medios más desfavorecidos puedan demostrar su talento.
–Algunos expertos incluso hablan de incluir ensayos y no sólo alternativas de selección…
-Si eso se hiciera parte de los requisitos para ingresar a la universidad, empezarían a enseñar a escribir en los colegios, cosa que nadie hace porque lo que saben hacer son palotes para contestar la prueba…
–Todos los años se critica a la PSU, a la enorme brecha entre los colegios particulares y los públicos pero ¿qué acciones concretas deberían hacerse para que esto cambie?
-Es verdad que nos repetimos la misma cantinela. Pero también es verdad que esa cantinela es acompañada de cosas distintas. Por ejemplo hoy podemos mostrar las becas de excelencia académica, la experiencia de tres universidades que se atreven a buscar mecanismos de selección distintos.
Sabemos que la Universidad Católica está estudiando un sistema de ingreso que complemente a la PSU.
Incluso la reacción de los rectores en la prensa no la había visto antes. La conmoción por este año no ha sido por la brecha sino por el instrumento: porque el mecanismo de selección es miope, no ve lo que tiene que ver. Eso es nuevo y por ahí lo vería yo.
–El coordinador Académico del Centro de Estudios Públicos (CEP), Harald Beyer señala que la PSU tiene los años contados…
-Harald está en la pelea entre la PSU y la PAA, lo que es de corto alcance. No sé si esta prueba es mejor o peor que la otra. Pero lo mismo que le criticamos a la PSU se lo criticábamos a la PAA, que es el fuerte sesgo según nivel socioeconómico.
Él está muy en términos de que la opción de salir de la PAA que entre comillas medía aptitudes e irse a una que mide conocimientos le ha hecho mal a los pobres. Creo que sí, pero la otra tampoco le hacía bien.