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La demanda del CDE que enfrentan los Legionarios de Cristo

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Durante años la construcción de una sede de la Universidad Finis Terrae en un cerro colindante a La Dehesa fue un dolor de cabeza para los vecinos del sector. Cuando se suponía que el asunto estaba zanjado y el área verde no sería intervenida, los religiosos empezaron a utilizarla como vertedero de las ampliaciones del colegio Everest, también de su propiedad. Decisión que le pasó la cuenta al bastión católico de la clase alta y empresarial del país.


Para mediados de marzo debería presentarse el informe que el arzobispo de Concepción, Ricardo Ezzati, debe entregar a El Vaticano luego de sus visitas a algunas sedes latinoamericanas de Los Legionarios de Cristo, congregación religiosa fuertemente cuestionada luego de que saltara a la luz pública que su fundador, Marcial Maciel, había cometido abusos a menores y que incluso tenía una hija.

En medio de esta espera, “el nuevo ejército del Papa”, estatus que obtuvieron durante el mandato de Juan Pablo II, enfrenta en Chile una demanda de reparación por daño ambiental por parte del Consejo de Defensa del Estado (CDE).

El asunto no es nuevo. Pero recién hace unas semanas el Estado decidió presentar acciones legales contra la congregación católica, bastión de la clase alta y el poder empresarial.

Entre sus “benefactores” más importantes se encuentran Guillermo Luksic, Agustín Edwards-aunque se rumorea que estaría alejado de la orden- el empresario Juan Obach y Eliodoro Matte Larraín.

Los legionarios, que aterrizaron hace casi 30 años en el país, educan a más de 6 mil alumnos provenientes de los sectores más pelolais de Chile. Entre sus colegios están el Cumbres-el mismo del accidente en el norte del país donde murieron varias jóvenes de la élite nacional- y  el colegio Everest, cuyas ampliaciones deportivas fueron el detonante de la demanda del CDE.

El vertedero particular de los legionarios

En el verano de 2005 y luego de haber perdido una larga batalla para instalar la sede principal de la Universidad  Finis Terrae en el Cerro del Medio, ubicado en el sector residencial de La Dehesa, en Lo Barneceha, los religiosos empezaron a usarlo como vertedero particular de las obras del colegio Everest.

El área verde, que era propiedad de la familia Matte, fue donada a la organización católica ese año por el presidente de CMPC y entonces vicepresidente del consejo directivo de la Finis Terrae, Eliodoro Matte.

Anteriormente, Matte junto a la orden habían hecho un fuerte lobby en el ministerio de Vivienda y Urbanismo, liderado primero por Claudio Orrego y luego por Jaime Ravinet, para poder edificar la sede universitaria, ya que así el valor del terreno se multiplicaría.

Con eso, Matte haría un aporte de capital a la casa de estudios controlada en ese entonces por Pablo Baraona, Álvaro Bardón y otros ex ejecutivos del régimen militar, validando financieramente el ingreso de Los Legionarios  a la institución, a la que se habían asociado en 1999.

Pero al ser un área verde la regulación urbanística no permitía crear edificaciones, por lo que los trámites no fueron fáciles. Y aunque luego de un proceso muy cuestionado lograron luz verde, en 2003 la Contraloría General de la República dictaminó que todos los actos administrativos otorgados por el Estado eran ilegales, con lo cual la Municipalidad de Lo Barnechea dejó sin efecto los permisos. La decisión fue ratificada por la Corte Suprema en 2004.                                              

En vista de eso el cerro se convirtió en un gran elefante blanco y fue traspasado definitivamente a la congregación, que al no poder edificar en él optó por darle otros usos: escombros, tierra, piedras y basura fueron depositados en un relleno artificial que afectó la Quebrada El Culén, cubriéndola en gran parte.

Además, según consta en la demanda interpuesta por el CDE- luego de que los vecinos apoyados por la Fundación Defendamos la Ciudad denunciaran la situación- “se afectaron cursos de agua tributarias al estero Las Hualtatas, se sepultó bosque y vegetación nativa y se alteró la ribera izquierda del estero”.

Incluso se construyó un camino, también sin autorización, por el que “transitaron camiones que continuaron depositando escombros y escarpes, creando una terraza en los faldeos del Cerro del Medio. Se constató además, un trazado reciente de caminos que baja desde la terraza al estero Las Hualtatas”, señala el documento presentado por el abogado patrocinante del CDE, Irma Soto Rodríguez.

Todos estos escombros provenían de los trabajos que se realizaron en el colegio Everest, cuyo objetivo era ampliar el terreno, “para lo cual se socavó la ladera de otro cerro, con lo que ganaron nuevos terrenos, en los que construyeron canchas deportivas y un gimnasio para sus alumnos”, explica Patricio Hermann, de Defendamos la Ciudad.

“Pero los religiosos no llevaron los escombros, la tierra y las piedras sacadas del colegio, a un lejano vertedero legal, sino que procedieron a crear un nuevo y propio botadero, justamente en el plano del Cerro del Medio, porque con este procedimientos la distancia a recorrer era muy corta, a diferencia de los vertederos de verdad que se sitúan en las comunas del sector poniente de la región, es decir, muy lejos. Y así también se ahorraron de pagar las tarifas que cobran las empresas del ramo por transporte y depósito de basura”, explicaba Hermann en una columna publicada por este medio.

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