Estamos complacidos por lo que, a regañadientes, hicieron Paz Corp y el holding Penta y ahora esperamos que las miles de familias atormentadas porque el resto de las inmobiliarias no dan la cara, inicien pronto acciones judiciales civiles y criminales, con buenos abogados, en legítimo resguardo de sus patrimonios bien habidos.
Todos conocemos los efectos del terremoto del 27 de febrero pasado y respecto de los edificios colapsados que hemos visto en los canales de televisión, la gran mayoría de las constructoras e inmobiliarias que, de acuerdo a los principios de la cacareada Responsabilidad Social Empresarial, deberían haber respondido en un breve plazo por los daños de las estructuras de sus edificios, hasta el momento brillan por su ausencia, aunque todavía ninguna se ha declarado en quiebra y, hasta donde sabemos, tampoco se han ido del país.
Pero hay 2 excepciones que debemos destacar, ya que tales primeros vendedores, nombre que la ley de la calidad de la construcción le entrega a quien debe responsabilizarse por sus obras, apremiados por la fuerza de los hechos, han asumido sus obligaciones ante sus clientes.
La torre Emerald que está localizada en Irarrázaval 2931/Dublé Almeyda 2942, Ñuñoa, y le pertenece a la Constructora e Inmobiliaria Paz Corp, una de las empresas más poderosas del país, siendo sus actuales dueños Ariel Magendzo, Ricardo Paz, Andrés Paz y Ricardo Paz, los 3 hijos de Benjamín, creador del imperio inmobiliario. La construcción fue recibida por la Dirección de Obras de Ñuñoa hace 16 meses.
[cita]La empresa, avergonzada por los ensordecedores gritos de sus acusadores, se allanó a entregarles una carta en la cual se comprometió a devolverles el dinero[/cita].
La edificación corresponde a 2 torres conectadas por un subterráneo. La torre A tiene 20 pisos con 170 departamentos y la torre B tiene 8 pisos con 60 departamentos, teniéndose en cuenta que todavía no se venden todas las unidades, cuyos precios fluctúan entre los $ 32.000.000 y $ 80.000.000. La torre más perjudicada en la A pero los residentes de ambas las desalojaron por imposición municipal.
El edificio Regina Oriente se sitúa en la calle Regina Pacis 760, en la misma comuna de Ñuñoa. Cuenta con 21 pisos y tiene 178 departamentos, cuyos precios de venta fluctuaban entre los $ 30.000.000 y $ 78.000.000. La torre fue proyectada por los arquitectos José Gabriel Alemparte y Patricio Morelli y la estructura fue calculada por la empresa René Lagos y Asociados. El vendedor es la empresa Penta Inmobiliaria que pertenece al holding del mismo nombre. Este emergente grupo económico tiene diversas actividades productivas y sus mandamases son Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, 2 egregios hombres de negocios de la plaza, el primero amigo personal del Presidente Piñera. Hace 17 meses la Dirección de Obras de Ñuñoa le otorgó la recepción final a esta torre, cuyos residentes fueron evacuados el 2 de marzo recién pasado, también por imposición municipal.
Ahora bien, la espigada torre de Paz Corp, empresa que se transa en la Bolsa de Comercio, fue mostrada profusamente por los canales de televisión y por ello atrajo el interés de la opinión pública. En las pantallas se veía todo, llamándonos la atención la gran cantidad de fierros retorcidos en los pilares del subterráneo. La empresa en un principio aseguraba que los errores detectados se iban a solucionar con prontitud por sus especialistas en cálculo, lo que era rechazado a viva voz por los enojados compradores. Mientras transcurrían los días se evidenció con mayor fuerza la discrepancia de opiniones entre Paz y sus clientes y ello gatilló que el frío y precavido mercado accionario reaccionara. Y así los papeles de Paz Corp empezaron a caer en picada, razón más que suficiente para que su directorio adoptara con prontitud una cuerda decisión de negocios. Actuaron con rigor, haciendo la pérdida, y por lo tanto optaron por ofrecerle la devolución del dinero pagado a todos aquellos clientes que creyeron en las bondades de sus folletos publicitarios, actuación comercial que fue favorablemente recibida por aquellos que se desenvuelven en el mundo del lucro: el valor de la acción repuntó instantáneamente.
El conglomerado Penta tiene su edificio corporativo en la Av. El Bosque Norte, sector El Golf de la comuna de Las Condes y como sus engreídos dueños no asumían sus responsabilidades por el colapso de la Torre Regina Oriente, los evacuados compradores de departamentos inhabitables se organizaron y durante las tardes, con bulliciosos bombos y platillos, se manifestaron masivamente enfrente de las oficinas de esa empresa. Ejercieron una enérgica presión que produjo el miércoles pasado el resultado buscado. La empresa, avergonzada por los ensordecedores gritos de sus acusadores, se allanó a entregarles una carta en la cual se comprometió a devolverles el dinero.
En las 2 situaciones anteriores narramos lo acontecido con viviendas orientadas a la clase media, pero también se han producido graves lesiones estructurales en 3 de los 9 elegantes edificios que conforman el Condominio Santa María Polo Golf, localizado en la Av. Santa María, contiguo a El Mercurio, comuna de Vitacura. El terreno en donde se emplaza este exquisito conjunto habitacional lo aportó Agustín Edwards y el proyecto lo desarrolló una inmobiliaria del conocido empresario Eduardo Fernández León.
Sus espaciosos departamentos que cuentan con espectaculares vistas están dirigidos al tipo de gente que conforman el 1% de la población del país y los precios de los mismos varían entre los $ 300.000.000 y $ 500.000.000, dependiendo de sus superficies útiles. El condominio tiene amplias áreas verdes de recreación comunitaria y se terminó de construir recientemente, pero la empresa dice que sólo reparará las fallas y que no es su política devolver el dinero a quienes ya clavó, respuesta que ya le dio a un promitente comprador quien, a la fecha, todavía no recibe el inmueble.
Posiblemente la mayoría de los compradores de este condominio aceptarán esa abusiva “política comercial”, a pesar de que sufrirán automáticamente una determinada minusvalía patrimonial en sus inmuebles. Después del sismo y aunque las reparaciones que la inmobiliaria ejecute en los edificios sean óptimas, una elemental lógica indica que los precios de venta de los departamentos disminuirán hasta que, en unos años más, nos olvidemos de la fuerte sacudida.
Los empresarios de la construcción deben entender que sus obras siempre deben edificarse acorde a las estrictas normas antisísmicas vigentes en nuestro país y que los materiales utilizados en ellas deben ser los idóneos para soportar las inclemencias de la naturaleza. Y cuando los profesionales que han intervenido en el proceso constructivo no hayan hecho bien sus encargos, la obligación de toda inmobiliaria es responder inmediatamente ante sus clientes, sin esperar a que éstos los apremien.
Así las cosas, estamos complacidos por lo que, a regañadientes, hicieron Paz Corp y el holding Penta y ahora esperamos que las miles de familias atormentadas porque el resto de las inmobiliarias no dan la cara, inicien pronto acciones judiciales civiles y criminales, con buenos abogados, en legítimo resguardo de sus patrimonios bien habidos.
Por último, conocedores de cómo se comportan las instituciones públicas del ejecutivo y la asociación empresarial del rubro, no nos extraña para nada que ambas instancias dejen abandonados a todos aquellos que compraron de buena fe inducidos por una propaganda mentirosa: este proceder es coherente con el escandaloso sistema que nos rige, cual es, todo para el grande y migajas para el chico.
*Patricio Herman, Fundación “Defendamos la Ciudad»