Galvarino Apablaza o como era conocido en el FPMR, el “comandante Salvador”, es considerado actualmente el hombre más buscado por las autoridades del país, debido a que está acusado de ser el autor intelectual del asesinato del senador y fundador de la UDI, Jaime Guzmán, en 1991. Además, es solicitado por el Gobierno para que sea extraditado, pero el Ejecutivo trasandino no la puede autorizar, porque la petición está en manos de la Corte Suprema de ese país. El diario Perfil.com lo descubrió en su casa donde vive junto a su esposa, una periodista que trabaja en la Casa Rosada desde 2009.
Tras la entrevista que dio Mauricio Hernández Norambuena a Chilevisión, en donde entregó nuevo antecedentes sobre el crimen de Jaime Guzmán, y la respuesta de Enrique Villanueva Molina, el ex «comandante Eduardo», a El Mostrador, el ministro Mario Carroza decidió reabrir oficialmente el caso. Esto debido a que el “comandante Ramiro” declaró que la decisión de asesinar al fundador del gremialismo fue tomada por la cúpula del FPMR y no en forma individual.
El diario argentino Perfil.com dio con uno de los involucrados en el tema, Galvarino Apablaza Guerra, quien vive en una espaciosa casa quinta con piscina de la zona de Moreno, a 60 kilómetros de Buenos Aires. Ahí reside junto a su esposa Paula Chahín Ananía, quien trabaja dentro de la Casa Rosada, a metros del despacho de la Presidenta Cristina Fernández.
Según la publicación, este matrimonio puede generar el primer conflicto diplomático entre Buenos Aires y Santiago, ya que Apablaza pidió asilo como refugiado político con el fin de evitar la extradición que La Moneda pide.
“No voy a hablar”, dijo el viernes al diario Chahín, segundos antes de pedirle a su esposo que ingresara a la casa para evitar un contacto inesperado.
De acuerdo a la información, el matrimonio vivía una apacible vida en esa vivienda, junto a sus tres hijos argentinos, hasta que la tranquilidad se quebró tras el impulso que dio Sebastián Piñera al pedido de extradición del frentista.
Las declaraciones de Hernández Norambuena al ex canal de Sebastián Piñera llegaron también a Argentina, donde ayer viernes el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dijo que la extradición se encuentra en manos de la Justicia trasandina.
“Es un tema muy delicado. Hasta que la Corte no se expida, no se puede concluir con una situación de estas características”, expresó el funcionario.
Pero, el tema judicial está ligada a una compleja trama política, ya que Apablaza pidió a las Naciones Unidas y al Gobierno argentino el estatus de refugiado político, al considerar que en Chile es perseguido por las autoridades.
El mismo argumento esgrimió el juez federal Claudio Bonadío, cuando determinño rechazar la extradición solicitada en 2005 bajo el mandato de Ricardo Lagos.
Luego que llegara al poder el primer gobierno de derecha desde el retorno a la democracia y al cumplirse 37 años del Golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende, el Presidente Piñera puso énfasis en esclarecer el crimen de Guzmán, porque tenía un “compromiso especial” en resolver el tema.
Por tal motivo, las autoridades interpusieron un recurso de apelación ante la Corte Suprema para destrabar la petición de extradición.
Sin embargo, desde el círculo íntimo de Apoablaza consideran que esta medida no prosperará y que la Presidente Fernández dará el visto bueno para asilarlo.
“Piñera es un extorsionador. Todo esto es una maniobra de la derecha chilena”, manifestó el abogado de Apablaza, Rodolfo Yanzón, descartando cualquier responsabilidad de su defendido en el asesinato de Guzmán.
El ex guerrillero pasa actualmente sus días junto a su familia en la casa de Moreno, la cual cuenta con una piscina y está rodeada por frondosos árboles y polideportivos.
El ex frentista y la periodistas se conocieron cuando ella lo entrevistó para el diario La Nación, en donde trabajaba.
El líder del FPMR fue secuestrado por la dictadura de Pinochet en 1973, torturado y expulsado del país. Luego de un paso por Cuba, donde recibió entrenamiento militar, viajó a Nicaragua y combatió junto a los sandinistas contra Anastasio Somoza.
“Estoy acá trabajando”, había confirmado a Perfil el jueves pasado la mujer empleada por el Gobierno argentino desde mayo de 2009. Ayer, cuando se le preguntó sobre sus contactos con el kirchnerismo, la mujer giró sobre sus pasos y eligió el silencio. Silencio que rompió en 2004, cuando declaró, confiada en que su esposo no sería extraditado, que “Kirchner ha mostrado una gran sensibilidad por los militantes de izquierda”.