“La derecha habría rasgado vestiduras por la autonomía del BC si esto hubiese ocurrido con la Concertación”
El ex senador sostiene que se la habría llevado al banquillo si un Presidente de la República hubiese mandado recados por la prensa para luego reunirse con el consejo del instituto emisor a discutir sobre el dólar, tal como sucedió esta semana. Carlos Massad, quien presidió el organismo, recuerda que su nombramiento fue rechazado en una primera votación del Senado influido por el hecho de ser miembro del gobierno como ex ministro de Salud. Todo, en aras de la autonomía.
Las palabras del Presidente Sebastián Piñera en la prensa y la reunión del ministro de Hacienda con la máxima autoridad del Banco Central al día siguiente, sumado al almuerzo sostenido en La Moneda con el Consejo del instituto emisor, abrieron otro flanco: el doble estándar que se aplicó en el pasado y el que existe en el presente sobre la autonomía del instituto emisor.
Así lo observa el ex ministro de Economía y ex senador, Carlos Ominami. “En el período nuestro la derecha habría rasgado vestiduras por la autonomía del Banco Central. Los criterios con que se juzgaba a la Concertación no son los mismos que ahora. Eran mucho más severos”, afirma desde París, donde asiste a unos seminarios.
Opina que se ha violado la ley de autonomía “porque Piñera le está diciendo al Banco Central ‘hay que actuar de esta manera’. Él no es Pedro, Juan o Diego”. Cree que lo ocurrido es reflejo más de su personalidad. “Tiene esa capacidad de desafiar los límites. Los empresarios saben que es un audaz y, en el fondo, le tienen mucho susto”.
Carlos Massad, quien presidió el BC entre 1996 y 2003, experimentó esa posición intransigente. Su nombre debió ser votado dos veces en el Senado: la primera vez fue rechazado por pertenecer al gobierno (de Eduardo Frei), ya que había sido ministro de Salud. Otra razón fueron los equilibrios políticos que siempre han existido en el Banco Central, ya que el consejero anterior debía ser de la entonces oposición, pero se designó a María Elena Ovalle en calidad de independiente.
Agrega Massad que nunca tuvo una reunión pública con el entonces ministro de Hacienda, Eduardo Aninat. Ni menos que éste último o el Presidente de la República mandaran recados por la prensa al Banco Central. “Las únicas cosas que hicimos con Aninat fue anunciar ciertas políticas que habíamos tomado en conjunto, que descubrieran una reunión secreta hubiese sido un escándalo mayor”.
[cita] “Piñera le está diciendo al Banco Central ‘hay que actuar de esta manera’. Él no es Pedro, Juan o Diego”. Cree que lo ocurrido es reflejo más de su personalidad. “Tiene esa capacidad de desafiar los límites. Los empresarios saben que es un audaz y, en el fondo, le tienen mucho susto”, sostiene Ominami. [/cita]
Massad aclara que son normales los encuentros semanales entre el consejo del Banco Central con el ministro de Hacienda, “pero su postura nunca se manifestó como úkase, las órdenes que daban los zares”.
Ello porque un día después de que Sebastián Piñera sostuviera en La Tercera que el gobierno se reuniría con el Banco Central para explorar una solución al tipo de cambio, Larraín hizo lo propio con José de Gregorio, presidente del Banco Central. “Intercambiamos información y estamos preocupados por los distintos sectores que son sensibles al tipo de cambio, pero el tema de la intervención es una cosa que tiene que definir el Banco Central”, indicó Larraín al término de la cita.
BC no puede tener una sola misión
Según Massad el instituto emisor puede escuchar distintas opiniones “pero lo que causa confusión es hacer anuncios públicos sobre lo que debe hacer el Banco Central”. No considera, sin embargo, que constituya una presión, debido a que se trata de un organismo fuerte, con una ley de autonomía, “pero en las actuales circunstancias resultó desafortunada la forma”.
La ley que rige al BC establece que éste no recibe instrucciones de nadie. Se adoptó porque existía una tendencia mundial a la que, en el caso chileno, se sumó el temor de los técnicos del gobierno militar de que hubiese un desbande de la inflación, debido a que el BC podía entregarle dinero al gobierno aumentando el gasto y, por tanto, el IPC.
Ominami y Massad coinciden en que la política económica es muy delicada y no se puede hacer encerrados en una pieza. “Me parece bien que el gobierno se preocupe. No puede ser que el objetivo del Banco Central sea controlar la inflación, para lo que le ayuda un dólar bajo. Hoy están felices porque están cumpliendo con su misión, pero si ellos (el consejo) fueran juzgados por la competitividad del país, sería distinto”, dice el ex senador. “La mayor parte de los economistas chilenos tenemos la convicción de que el BC tiene muy pocos poderes para intervenir en el tipo de cambio”, agrega Massad.
La discusión que está pendiente no sólo es si Banco Central tomará medidas para detener la caída del tipo de cambio, sino cuáles elegirá. Las opciones no son muchas.