Mientras Jorge Yarur Bascuñán heredó una fortuna, su primo segundo estudió de noche dos carreras. Mientras el demandado no hace vida social, el demandante celebró su cumpleaños con 100 invitados. Quien fuera superintendente de valores cuando firmó el poder para administrar los bienes de su primo, ganó US$11 millones por su gestión y ahora exige US$45 millones más. La familia Yarur no quiere ni oír del tema y se mantiene lo más alejada posible del escándalo en el que todos toman palco.
Yarur fue el apellido árabe más famoso de Chile entre los años 30 y 70. Dueños de la textil más grande, había una micro llamada Yarur Sumar que llegaba a la puerta de la fábrica.
Las casas de Jorge y Amador Yarur Banna –el primero, padre del demandado Jorge o Toto; el segundo, de Juanito, el de las fiestas espectaculares- eran de las más conocidas en Santiago. El terreno daba casi una vuelta a la manzana en Vitacura, algo inusual para la época.
Daniel Yarur Elsaca, el que acusa a Jorge Yarur Bascuñán, su primo en segundo grado, de no pagarle US$44,8 millones en comisiones, era un pariente sin fortuna. “Él recibió ayuda del padre de Toto y su mamá ayudaba económicamente a la mamá de Daniel. Así son las cosas”, dice su prima Victoria Yarur Rey, uno de los pocos miembros de la familia que mantiene contacto habitual con él.
“Le encuentro toda la razón. Daniel se aprovechó de su ingenuidad, él es de muy buen corazón, no tiene maldad. Es lo que pienso y lo diré siempre. Si tengo que ayudar al Toto lo voy a hacer”, agrega.
Ella sostiene que sus hermanos Carlos Alberto, Juan Carlos y Luis Enrique (la mayor vive en Lima) no son cercanos a Jorge, por lo que prefieren no involucrarse. En especial, Luis Enrique, por su cargo: es presidente del Banco BCI y comparte, además, el directorio con Daniel Yarur, quien representa al primo que demandó, por lo que en la próxima junta de accionistas debiera haber elecciones y tendría que dejar el puesto
“Nosotros respetamos a la familia, pero en este caso no nos metemos. Él tiene sus abogados y su gente”, fue la respuesta de los parientes que atendieron a El Mostrador.
Victoria afirma que no simpatiza con Daniel Yarur por una cuestión de “feeling“. “A mí nunca me gustó y a mi marido tampoco Yo le dije: Toto, ten cuidado. Vi dos veces a Daniel donde el Toto. Él nunca me habló maravillas de Daniel”. Antes que se hiciera público el caso, su primo le comentó que algo no andaba bien con sus platas. “Toto, te dije que no trabajaras con él”, cuenta que le respondió.
A sus 49 años, el fundador del Museo de la Moda en la que fuera la mansión de su padre, casi no hace vida social. Vive atrás en una casa de estilo mediterráneo con piso de vidrio, debajo del cual nadan los peces de su acuario.
El destino de la segunda generación se vio torcido por la decisión del patriarca, Juan Yarur Lolas, quien llegó de Belén a Chile escapando de la dominación turca y porque en San Fernando vivía una hermana que se llamaba Juana.
[cita]La disputa ha impactado en la imagen de Daniel Yarur. No sólo porque la demanda involucra a un primo y exige una cifra altísima, sino porque está en entredicho la gestión como administrador de quien fuera, además, superintendente de valores cuando aceptó el trabajo. El período en que cumplió ambas labores fue de tres meses y medio: del 30 de noviembre de 1999 al 12 de marzo de 2000, cuando lo sucedió Alvaro Clarke.[/cita]
Como en toda familia árabe, existía el mayorazgo. Carlos, el hijo mayor, era el sucesor natural, pero su matrimonio con María Luisa Rey, de origen español, lo dejó fuera de los negocios. Debía casarse con una mujer palestina.
Jorge, el padre de Toto, era el segundo y se hizo cargo del Banco de Crédito de Inversiones. No escogió a una mujer árabe, pero su padre había muerto cuando se unió a Raquel Bascuñán. Manejó el banco con gran inteligencia y pasión por 37 años, y lo más importante: era su controlador
Debió resignarse a la falta de interés de Toto por los negocios y nunca pudo asumir la homosexualidad de su hijo único, quien prefería las fiestas y las discoteques y que, al egresar del colegio, tomó clases de flauta, violín y piano. Lo suyo era el arte. Durante la década que vivió en Nueva York combinó su amor por las formas y el diseño con una adicción a las drogas que traía de Chile y que le costó no poder volver a Estados Unidos.
Mucho antes de morir, el 17 de octubre de 1991, Jorge Yarur padre había elegido y formado a su sucesor: Luis Enrique Yarur Rey, hijo de quien fuera marginado de los negocios familiares. Fue él quien terminó siendo el controlador del BCI, a través de una sociedad con sus hermanos, en lugar de su primo.
“Daniel apareció en una época en que yo estaba empezando un tratamiento para dejar la droga; embarcado en la construcción de mi casa, en el proyecto del museo y en la Fundación Yarur Bascuñán, y me encontraba en Boloña, Italia, para someterme a una segunda operación a la cadera. Necesitaba que alguien se hiciera cargo de las finanzas. Daniel era en ese momento, noviembre de 1999, superintendente de Valores y Seguros. Y como era de la familia, fue natural confiar en él”, contó a la revista El Sábado.
El poder que le otorgó para manejar todos sus bienes nada decía acerca del sueldo. Daniel Yarur se fijó un mensualidad de $50 millones, o sea, poco más de US$1 millón al año. Considerando que el mandato duró 11 años, se hizo rico. “Ningún banco de inversión en el mundo cobra eso por administrar una sola cuenta. Y menos el 25% de las ganancias. Es el asesor más caro de Chile”, sostiene el gerente de inversiones de un banco. Una corredora grande en Chile cobra, en promedio, un 0,2% anual del patrimonio administrado. Si Yarur recibió US$25 millones de su primo para que se los manejara, como dice su defensa, su sueldo debió ser $2,3 millones mensuales.
En marzo de 2010, Yarur Bascuñán puso fin a la asesoría y contrató a empresas, abogados y auditoras para revisar lo hecho por su primo. Este último, a su vez, lo demandó el 27 de enero pasado por no pagarle una comisión de 25%, equivalente a lo que ganó gracias a su gestión. Según Yarur Elsaca le debe US$44,8 millones, una cifra que incluye el alza experimentada por las acciones del BCI durante los 11 de su administración. Algo que cuestionan su primo y el mercado, porque no ven dónde está el aporte del asesor. El paquete del BCI es el principal activo de Jorge Yarur quien, en 1999, tenía un 4,35%, y ahora, un 4,23%, valorado en US$275 millones.
Francisco Pfeffer, abogado del ex superintendente, afirma que está en su pleno derecho, porque al no haber vendido las acciones del banco, como ocurrió con el anterior asesor de Yarur, aumentó su patrimonio. Según su cliente, los US$25 millones que le entregó su primo los hizo crecer a US$204 millones
Agrega que el demandado aceptó pagar dicho porcentaje, cosa que avalan cercanos a Yarur Bascuñán, quien habría peleado para que fuese un 20%, pero el abogado no confirma si el mandato menciona en alguna parte el pago de una comisión o si fue un acuerdo de palabra.
“Si tuviera algún derecho habría quedado escrito en una servilleta, al menos. No existe ningún documento que lo acredite. Y se demoró un año en presentar la demanda”, dice Luis Hermosilla quien, junto a su padre Nurieldín y a su hermano Juan Pablo, defiende a Yarur Bascuñán.
En su poder tienen el informe de KMPG que encargó su cliente para auditar la gestión del primo en el que se detectaron desorden, numerosas sociedades y en el que existiría un faltante de US$50 millones. Mientras, la contraparte afirma que la cifra prácticamente calza con la deuda que mantendría Jorge Yarur con el ex superintendente y lo que buscaría es no pagarle.
Hasta ahora, los Hermosilla no han presentado una acción judicial y no quieren revelar sus pasos para no dar pistas al equipo legal de Daniel Yarur, compuesto por Hugo Rivera, Guillermo Morales y Pfeffer.
La disputa ha impactado en la imagen de Daniel Yarur. No sólo porque la demanda involucra a un primo y exige una cifra altísima, sino porque está en entredicho la gestión como administrador de quien fuera, además, superintendente de valores cuando aceptó el trabajo. El período en que cumplió ambas labores fue de tres meses y medio: del 30 de noviembre de 1999 al 12 de marzo de 2000, cuando lo sucedió Alvaro Clarke.
Pfeffer aclara que, en ese momento, no existía el artículo que prohíbe a los funcionarios “prestar servicios profesionales a las personas o entidades sometidas a su fiscalización”. Dice que Yarur informó al organismo y no hubo reparos y que no invirtió en sociedades bajo el alero de la SVS en ese período.
A pesar del sinfín de explicaciones, el ex superintendente renunció a uno de los directorios más importantes del país: Antofagasta Minerals, la matriz de los negocios mineros de los Luksic y responsable del salto de la familia hasta el puesto 27, con US$19.200 millones, en el ranking de billonarios de la revista Forbes.
A diferencia de su primo, Daniel Yarur se forjó con esfuerzo. Estudió de noche las carreras de contador auditor e ingeniería en informática en la Universidad de Chile. La fortuna que no tuvo la suplió con simpatía y una amplia red de contactos que fue tejiendo. Uno de ellos, Jean Paul Luksic, cabeza de Antofagasta Minerals, con quien trabó amistad mientras estudiaban en el London School of Economics.
El ajedrez, al que destina gran parte de su tiempo, también le dio notoriedad. Cuando trajo al campeón del mundo, en 2009, fichó a Hernán Büchi, Jorge Errázuriz, José Patricio Daire, Alberto Montanari y Sebastián Piñera para que jugaran simultáneas con su invitado estrella.
La SVS ha sido su único empleador: entró en los 80 como analista, fue intendente de valores y, en 1994, el Presidente Eduardo Frei lo designó mandamás de la SVS, donde aplicó las multas más altas de la historia a los dueños de las Chispas.
Después se dedicó a los directorios –ocupa sillones en Soquimich, Invermar y BCI- y a los negocios con muy buenos réditos. Posee 50 hectáreas en San Bernardo; un hotel cinco estrellas en San Pedro de Atacama con los dueños de Portillo; que requirió una inversión de US$7 millones. Otras 50 hectáreas en La Florida Alta, 80 frente al Volcán Llaima, donde construyó cabañas de turismo. Y es socio del restorán Osadía, en el que celebró su último cumpleaños junto a 100 invitados. Entre ellos, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín; el canciller Alfredo Moreno; el gerente general de Entel, Richard Büchi; y Cristina Bitar, socia de Azerta, la empresa que lo asesora comunicacionalmente.