Que la política sea sin llorar, no es la única regla de esa actividad, sólo la primera. Tampoco es bien visto pasar por encima de otros con más experiencia y, sin duda, saltarse pasos para llegar a una posición cuya obtención otros acariciaban desde mucho antes. Y… ¡Que te caiga del cielo! Esa es una de las peores ofensas que se le puede hacer al resto de los candidatos, aunque el Tribunal Constitucional lo declare legal.
Resulta inevitable que la mayoría de los diputados aspiren a, después de un tiempo razonable en la Cámara Baja, saltar hacia el Senado. Los que dicen que no lo han pensado o que están cómodos en su rol y que no les interesa llegar a la que es percibida como la más importante de las dos cámaras, sencillamente mienten. Por eso que es tan mal mirado saltarse los pasos lógicos para cumplir con una aspiración para la que hay razonablemente más interesados que escaños. Eso fue lo que hizo, dependa de ella o no, la senadora Ena von Baer. Y, por lo mismo, le ha sido tan difícil dar con la fórmula precisa para relacionarse de igual a igual con sus pares. No porque ella no esté cómoda –pues asegura que sí lo está-, sino porque su entorno la cuestiona, critica y observa con lupa su desempeño. A tal punto que la oposición la llevó al Tribunal Constitucional, lo que no hizo con ningún otro designado.
Las explicaciones son múltiples. Las más razonables vienen desde la Concertación, donde sostienen que el trato que Von Baer tuvo hacia este sector político, mientras fue la primera flamante vocera de la administración de Sebastián Piñera, no generó precisamente espacios para una buena relación. Muchos dirigentes de oposición se sintieron abiertamente mal tratados e incluso ofendidos en algunas declaraciones de la entonces secretaria de Estado. Hay quienes no olvidan, por ejemplo, el cruce de declaraciones que tuvo con el senador Andrés Zaldívar en noviembre del 2010, en el que palabras sacaron palabras y el experimentado parlamentario terminó perdiendo la paciencia y aseverando que “la ministra secretaria general de Gobierno es una persona que más bien busca la guerra antes que buscar el entendimiento y el acuerdo. Parece un poco salida de las juventudes hitlerianas”. Aunque en esa ocasión el oficialismo puso el grito en el cielo, en la oposición se reían para callado, porque -sobre todo a los políticos más jóvenes del sector- les parecía increíble que con la poca experiencia política que llevaba en el cuerpo, la ministra se hubiera atrevido a apuntar sus dardos hacia uno de los más antiguos líderes falangistas.
Pero, la verdad es que la actual senadora no sólo ha sido criticada desde la vereda de enfrente. En su sector, no faltaron las murmuraciones soterradas, durante el proceso y luego que fuera nominada por la directiva de la UDI como la reemplazante del actual ministro de Economía, Pablo Longueira. De partida se decía que era ilógico que pudiera estar considerada si quiera para reemplazar al ex timonel gremialista, “si la habían sacado de la vocería, porque no lo estaba haciendo bien”. De hecho, en la colectividad y un altísimo porcentaje de sus propios compañeros de partido critican duramente su gestión de vocera, sin ningún escrúpulo. Pero cuando se dio la disputa por los reemplazos de Longueira y el actual vocero Andrés Chadwick, la cosa fue dura. Porque uno de los argumentos más recurrentes era que no habiendo ganado su candidatura a la Cámara Alta en la Araucanía, era injusto que se le diera un cupo cuando “hay diputados que lo tienen mucho más merecido”.
Ajena a todo tipo de habladurías, Ena von Baer tiene una visión diferente. Asegura sentirse cómoda en su nuevo rol y estima que ha cumplido con el objetivo de integrarse a la Comisión de Educación para defender “ciertas posiciones e ideas” que su sector tiene respecto de esta materia. Y, claro que lo ha hecho, pero con harta polémica. La más notoria ha sido su férrea defensa del lucro en la Educación. De hecho, de entradita fue la única en rechazar abiertamente el proyecto presentado por la oposición para la eliminación del lucro. Los reparos a su actuación no han venido sólo de la Concertación, sino también de la Alianza, por increíble que parezca. Los primeros le recriminan lo obvio: que es y actúa como “una fiel representante de la derecha más conservadora de este país”, aludiendo a su votación. En su sector, en cambio, se le critica la “la falta de manejo político” y no la defensa de un argumento que la UDI y gran parte de la Alianza se inclinan por resguardar. Y este episodio en particular confirmaría dicha carencia. Pues se dice que debió manejar la situación de forma que no resultara tan impactante. No faltan, incluso los que sostienen que “Chadwick no lo habría hecho así”, a quien la parlamentaria reemplaza en la mencionada instancia.
[cita]Se comenta que es la “protegida” de algunos parlamentarios de peso del gremialismo. Se habla de que uno de los más influyentes “coroneles” de la UDI, el senador Jovino Novoa, ha sido también uno de los más fuertes soportes de la novata legisladora. El hecho de que realizaran varias conferencias de prensa juntos dieron piso a tales especulaciones, porque “si Jovino convoca a una conferencia llega todo el mundo”, comenta un observador del partido.[/cita]
Además, se comenta que es la “protegida” de algunos parlamentarios de peso del gremialismo. Se habla de que uno de los más influyentes “coroneles” de la UDI, el senador Jovino Novoa, ha sido también uno de los más fuertes soportes de la novata legisladora. El hecho de que realizaran varias conferencias de prensa juntos dieron piso a tales especulaciones, porque “si Jovino convoca a una conferencia llega todo el mundo”, comenta un observador del partido. Ella agrega, sin inmutarse, que entonces también lo es del presidente del partido, Juan Antonio Coloma, y del secretario general, Víctor Pérez, porque de todos ellos se siente cercana y de todos ellos trata de aprender. Porque asegura estar consciente de que le falta experiencia política, desde la práctica, aunque muchos años la observó desde la teoría. Pero esa actitud más bien humilde no es percibida por sus detractores, incluso gente de su propio sector estima que la senadora “se da ínfulas”. Y que al llegar al Senado actúa como “si siguiera siendo vocera, el centro de la atención”.
Pero en el gremialismo también hay muchos que la defienden. Uno de ellos es el diputado Carlos Recondo, quien reconoce que “generó cierto nivel de expectativa cuando la trasladaron al Senado, porque se había hecho conocida por su imagen de vocera. Y se produce un cambio respecto de su imagen como senadora, hubo menos interés mediático. Esto podría haber producido una caída en las expectativas, porque uno tiende a comparar”. Por otro lado, añade, “no es menor que llegó a reemplazar a uno de los liderazgos más importantes de la UDI. Eso también pesa. Porque lo corriente, insisto, es que se tienda a comparar desde el mundo de la UDI. No obstante, ella tiene condiciones y es un gran aporte tanto para el Senado como para la UDI, dada su formación”. Otro parlamentario destaca que Von Baer ha sido “muy valiente y aperrada. Muy alemanota” e incluso la defiende de las múltiples críticas que recibió mientras fue vocera, asegurando que éstas tuvieron su origen en que “hacía lo que le pedían en el gobierno y la tenían para la patá y el combo”.
Aunque algo tendrá en particular la senadora, pues habiendo cuatro designados en la Cámara Alta, sólo por ella la Concertación presentó un requerimiento ante el Tribunal Constitucional. Puede tener que ver con eso del mal trato que desde la oposición sienten que se les infringió durante su período como vocera. Estas actitudes los políticos no las olvidan fácilmente. Así, el documento que fue presentado por varios parlamentarios de la Concertación y promovido por el senador DC Jorge Pizarro, no llegó a ninguna parte, lo que tampoco sorprendió a nadie. La presentación se basaba en el artículo 57 de la Constitución que establece que los ministros de Estado deben esperar un año para poder postular a un puesto en el Congreso. Bien raro, si la polémica es justamente que ella no postuló fue designada o nominada, como prefiere llamarlo la senadora. Sí, porque la polémica con la dirigente estudiantil Camila Vallejo en Tolerancia Cero, debido a que esta última la llamó “senadora designada” se debió, explicó la parlamentaria, a que la joven optó por caer en las “descalificaciones” en vez de mantener el debate dentro de los parámetros de la “amistad cívica”.
Pero ante la insistencia de por qué interpreta el calificativo designada como una descalificación, si en los hechos reales lo es, salió a flote toda su experiencia de cientista política y aclaró que ello se debe a que no es en la práctica una senadora designada porque esa institución se derogó el año 2005 de la Constitución, por lo que “soy nominada, no designada”.