La decisión del timonel de impulsar las reformas se sustenta en el convencimiento de que el sistema “no da para más”, que con un millón de personas marchando en las calles el año pasado es imposible hacerse el desentendido. Y con La Moneda temerosa de una ruptura con la UDI —que se opone a esta reforma—, el desenfado e irreverencia de Larraín es clave para aguantar las presiones y empujar una modificación que sea la antesala de un nuevo escenario de alianzas políticas.
Fin de año. Ese es el plazo que barajan las directivas de RN y la DC para tratar de zanjar el paquete de reformas políticas que impulsan a la luz del diálogo que protagonizan los timoneles Carlos Larraín e Ignacio Walker, respectivamente. De todas, el binominal es la más emblemática, un intento que ha fracasado consecutivamente durante las últimas dos décadas, pero que hoy tiene mejores expectativas de llegar a buen puerto gracias a un nuevo elemento en juego: la arremetida no es de un sector aislado, sino que tiene sello institucional en ambas colectividades, porque son sus mesas directivas las que están en la primera fila de las negociaciones. Un factor que en Renovación pesa aún más, ya que el rol que ha asumido el senador Larraín en el debate, puede transformarse en la llave de oro que logre finalmente cambiar el sistema electoral.
El binominal es un tema complejo para todos los sectores políticos, pero en estos días lo es más en el oficialismo, ya que las gestiones de RN chocan con el rechazo tajante de la UDI, que se niegan a cambiar las reglas del juego electoral, lo que ha neutralizado al Presidente Sebastián Piñera en este tema, a pesar que siempre ha sido un partidario de tales reformas.
Por lo mismo, las reuniones en la derecha han estado a la orden del día, en las que ha quedado clara la “temperatura ambiente” que genera el binominal. Dado que fue él quien le garantizó a la UDI que La Moneda no incursionaría en enmiendas que no contaran con consenso en el seno de la Alianza, no es menor el antecedente de la reunión almuerzo que los senadores de RN tuvieron el lunes con el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.
La cita buscaba mejorar la “coordinación” y “comunicación” de éste con el partido del Presidente, un intento por reforzar su papel de “jefe de gabinete” del Gobierno, pero tras la cual RN decidió mantener su postura en pedir un sueldo mínimo de 200 mil pesos y, especialmente, seguir la ruta del diálogo con la DC para acordar un paquete de reformas políticas.
En Renovación Nacional consideran que el binominal no es un tema de principios, que el marco electoral tiene que acomodarse a los cambios en la sociedad y que bajo esa premisa, ya le llegó su último cuarto de hora. Aseguran que tratarán de lograr algún mínimo consenso con el gremialismo, pero de no cuajar, no será impedimento para seguir adelante, una ruta que cuenta con la venia de Larraín.
[cita]Cuentan en RN que su decisión de impulsar las reformas se sustenta en que se convenció que el sistema “no da para más”, que con un millón de personas marchando en las calles el año pasado es imposible hacerse el desentendido.[/cita]
El vicepresidente de RN, Francisco Chahuán, ya marcó ese punto: “El binominal cumplió un ciclo político. Vamos a tratar de consensuar el tema con la UDI, trataremos de llegar a un acuerdo, pero aquí no corren vetos. Si no hay acuerdos con ellos, vamos a insistir en buscar consensos con otros sectores”, sentenció.
Por lo mismo, en RN y la DC recalcan que los contactos entre ambas tiendas son “permanentes” y que la próxima semana sus timoneles tienen programado continuar con las bilaterales en Valparaíso. Asimismo, sigue en pie la idea de elaborar un documento conjunto durante el mes de julio que plasme consensos en las modificaciones al binominal, pero también al sistema político y en materia de descentralización.
En la mira de las directivas de la DC y RN está el objetivo común de zanjar el debate en el Congreso durante este segundo semestre, ya que coinciden en que no puede seguir “arrastrándose” esta piedra en el zapato. “Si no es ahora, este año, tenemos binominal para una década más”, aseguran en la Falange, mientras que en RN precisan que este Congreso es el que debe dejar definidas las reglas del juego para los próximos parlamentarios.
Este “timming” se sustenta en que en ambos partidos consideran que nunca se habían dado condiciones más favorables que ahora. No es que la DC y RN no hayan conversado antes del tema o que no tuvieran propuestas concretas. Pero hoy, coinciden en RN, la gran diferencia está en que esta arremetida tiene el apoyo de la mesa directiva, cuenta con la venia del timonel, lo que da una garantía de aglutinar a las voces más conservadoras y reacias al tema.
Del timonel de RN se pueden decir muchas cosas, pero nunca que pasa inadvertido o que le es indiferente a alguien. Su estilo político sin filtros se ha convertido en su sello y su gestión en el partido ha estado demasiadas veces en el ojo del huracán por sus declaraciones inapropiadas. Cuando se refirió a las movilizaciones estudiantiles del 2011 habló de “inútiles y subversivos”; comparó la homosexualidad con la pedofilia y la zoofilia, aseguró que “la peor bacteria” del país es la Concertación y al hablar el 2010 de Michelle Bachelet dijo que ella “era mujer, las mujeres son muy débiles como lo sabemos los hombres (…) las mujeres necesitan apoyo…”
Conservador de tomo y lomo, padre de doce hijos, católico practicante, es sabido que cuenta con una pequeña iglesia en su casa, toda una reliquia arquitectónica. Más de uno, en la Alianza y en la oposición lo pone como ejemplo moderno de la otrora aristocracia latifundista y reconocen que les saca tantas ronchas como carcajadas.
Con todo, es indiscutible el liderazgo que tiene en RN, partido que conduce desde el 2006 y en el que fue reelegido en mayo, nuevamente, con más del 70% de los votos.
Cuentan en RN que su decisión de impulsar las reformas se sustenta en que se convenció que el sistema “no da para más”, que con un millón de personas marchando en las calles el año pasado es imposible hacerse el desentendido. En esta evolución, agregan, le ha pesado la veta de la antigua derecha republicana y genuinamente democrática que tiene Larraín, esa derecha pre golpe de Estado, la del ex presidente Jorge Alessandri, afirman.
La irreverencia en su caso pasa a ser un factor no menor para el futuro de las reformas políticas. En RN afirman entender la cautela y distancia del Presidente Piñera ante este debate, dicen porque “es entendible que por ahora trate de cuidar los equilibrios y armonía con la UDI”, pero eso —agregan— no será un obstáculo en las negociaciones con la DC. Es que el desenfado e irreverencia de su timonel para no dejarse presionar, pasa a ser un bien indispensable en este escenario.
Lo mismo con la UDI. Hasta la semana pasada las declaraciones públicas reflejaban la profunda molestia del gremialismo, al punto que el timonel Patricio Melero advirtió que de seguir sus socios esta línea de agenda y entendimiento con la DC, la Alianza podría quebrarse. En RN lo consideraron una exageración, una amenaza inviable que sólo demuestra que una modificación del sistema electoral va a influir, sí o sí, en la correlación de fuerzas en el seno de la derecha.
RN tiene un 17,8% de los votos y 18 diputados, mientras que la UDI un 23% y 39 escaños en la Cámara Baja, con lo que ha logrado imponer —por las buenas y por las malas— su voluntad más de una vez a La Moneda, algo que a Larraín nunca le ha agradado.
La carrera presidencial no está ajena de este debate. Las reformas políticas son un tema que le acomodan mucho al ministro de Defensa, Andrés Allamand (RN), ámbito en el cual tiene una larga trayectoria que lo avala, mientras que su principal contrincante, el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, queda “descolocado” en esta área, porque aunque él se declare a favor, es el gremialismo el que sustenta sus aspiraciones presidenciales, anotándole inevitablemente un autogol. Dicen que Larraín no desperdiciará la posibilidad de recalcar este punto los próximos meses.
Cambiar el binominal nunca estuvo en la agenda personal de Larraín, pero fue incorporándolo como parte de un paquete amplio de reformas políticas, que sí son de su interés, como modificar el régimen presidencial a un “semipresidencial”, agregando la figura de un vicepresidente o primer ministro, que se aboque a la coyuntura, mientras el Presidente esté dedicado a grandes materias como la defensa, la política exterior y el presupuesto.
Tampoco le gusta mucho la idea de aumentar el número de escaños en la Cámara Baja, pero sabe que es un punto que puede llegar a ser inevitable. La Comisión Política Ampliada de RN del lunes en la noche dejó en suspenso —hasta tener consenso interno en el partido— su pronunciamiento y votación a la reforma de “los 120”, que elimina ese tope de diputados a elegir, considerado la puerta de entrada para iniciar las modificaciones al sistema electoral.
En el partido, manifestaron que con ello, no se produjo un retroceso interno, porque lo relevante es que una vez más, la colectividad aprobó seguir avanzado en los cambios electorales. El tema a definir ahora es por cuál fórmula jugarse. A Larraín le gusta la propuesta de establecer un cupo compensatorio para todas aquellas fuerzas políticas que no logren elegir un parlamentario, pero que obtengan un piso de votación que oscile entre el 5% y el 7%, idea contenida en el llamado documento del 2006.
Se habla de redistritaje, iniciativa que busca fusionar varios distritos, disminuyéndolos de 60 a 34, siendo parte de las definiciones futuras cuántos diputados se elegiría en cada uno y por medio de cuáles criterios definir ese número.
La otra propuesta es la del grupo que integran Cristián Monckeberg, Pedro Pablo Brown y el dirigente, Daniel Platovsky, entre otros. Esta fórmula agrega 16 nuevos escaños en la Cámara Baja, incrementándolos a 136, puesto que considera que las regiones más pobladas del país deben elegir más diputados, de preferencia un número impar, con lo que se introduce la cuota de proporcionalidad que necesita el sistema. Las zonas más aisladas del país —Arica, Punta Arenas y Aysén—, mantendrían sus dos parlamentarios y a nivel del Senado, no se harían modificaciones, ya que hay consenso en mantener el carácter regional de dichos representantes.
Esta última alternativa, la de 136 escaños, es la más apoyada por la DC, considerándola una reforma “a la chilena” del binominal. Sin embargo, ninguno se amarra aún con alguna, ya que consideran queda un trecho aún para dialogar antes de plasmar los acuerdos en papel.
En RN y la DC saben que de llegar a aumentar los escaños para introducir cuotas de proporcionalidad, debe ser sin aumentar los recursos para los parlamentarios, puesto que la medida pasaría a ser bastante antipopular, dada la mala evaluación ciudadana que hay del Congreso en la opinión pública.
Pero también saben que del diálogo entre Larraín y Walker, de este sello “institucional” para zanjar las reformas políticas y del consenso que logren, pueden surgir las garantías que quiere La Moneda para que el Presidente Piñera, al final del camino, decida entrar de lleno en el intento de cambiar las reglas del juego político y electoral antes que termine su mandato.