Hace casi un año el principal diario de Copesa y el ex ministro de Economía, Pablo Longueira, tuvieron un fuerte enfrentamiento. El hecho dejó al desnudo la resistencia que despertaba en la elite económica, vinculada al sector más neoliberal del gremialismo, su figura. Todos lo leyeron como un —cinematográfico— mensaje de “pescado envuelto” respecto a una eventual aventura presidencial.
Ayer se concretó la renuncia del Pablo Longueira al ministerio de Economía, para asumir la candidatura presidencial de la UDI. Su opción ha sido resistida por una parte de la elite económica y también por el sector del gremialismo vinculado a Jovino Novoa.
El episodio más público y decidor de esta pugna ocurrió cuando hace un año, el Sernac determinó que los centros comerciales no debían cobrar por los estacionamientos y baños. El tema enfrentó a Longueira —entonces ministro de Economía— y el principal medio de Copesa. Un artículo de Reportajes de La Tercera informaba que el senador Novoa habría mantenido un fuerte intercambio privado de opiniones con Longueira por este asunto.
El ex titular de Economía envió una carta al director del periódico desmintiendo el intercambio con Novoa. Acusaba, también, que el medio incurría “una vez más, en afirmaciones equivocadas, falsas o inexistentes” y que informaba de “situaciones falsas y que sólo existen en el ámbito de las oscuras especulaciones”.
La carta, publicada en la sección correspondiente, venía acompañada por una Nota de la Redacción que terminó de encender la hoguera. En ella el medio reconocía su error, pero terminaba sosteniendo que Longueira tenía una “visión distorsionada de la realidad, públicamente conocida, que ha causado polémica en el pasado”. Eso, aludiendo al capítulo en el que Longueira afirmó que el fundador del gremialismo, Jaime Guzmán, le había hablado durante los tensos días del Caso Spiniak.
En la UDI no lo podían creer. Algunos incluso le atribuyeron la autoría de la dura respuesta a Cristián Bofill, director del periódico. Sin embargo, el tonelaje de los poderes enfrentados hizo que ningún dirigente de la tienda gremialista saliese a defender públicamente a Longueira. En La Moneda también mantuvieron sepulcral silencio sobre el tema. En privado, desde Palacio se comunicaron con la plana mayor de Copesa para acordar bajar el perfil a la pugna, ya que no era beneficioso para ninguna de las partes involucradas.
[cita]El análisis de fuentes conocedoras del episodio es que “Saieh estaba interpretando un sentimiento del empresariado hacía un político como Longueira, que tiene un lado populista que provoca desconfianza en cierto sector. Esa mezcla mesiánica, en donde tras un objetivo, no tiene problema en criticar a los empresarios, es lo que debe ser muy irritante”. [/cita]
En defensa de Bofill salió su compañero en el panel de Tolerancia Cero, Fernando Paulsen. El rostro de Chilevisión sostuvo a través de Twitter que “el burdo insulto siquiátrico de La Tercera contra Longueira no lo hizo Bofill”.
Una de las versiones más verosímiles y, a la vez complejas, difundida por esos días al interior del periódico, era la que apuntaba a que había sido el propio Jorge Andrés Saieh, presidente de Copesa, quien agregó el inconveniente párrafo final. Esto hacía sentido especialmente a quienes estimaron que lo sucedido no era más que “una pasada de cuenta del empresariado a Longueira, por las medidas que promovió desde que asumió en Economía. El tema de que los centros comerciales no debieran cobrar por el uso de los estacionamientos y los baños fue la gota que rebasó el vaso”. Con esta tesis coincidía entonces el analista político de la Universidad Central, Marco Moreno. En su opinión, la primera señal del cuestionamiento al ministro de Economía fue “cuando se le quitó el piso a Peribonio en el tema de los centros comerciales, toda vez que el Sernac dependía de Longueira”. Moreno dijo en esa ocasión a El Mostrador que en el ambiente político “hay un dejar caer las medidas que Economía está proponiendo en defensa de los consumidores, a través de los circuitos extrainstitucionales del poder. Los fácticos del empresariado se han movido para bloquear las iniciativas que los incomodan”.
De todas formas el director de La Tercera pidió disculpas públicas a Longueira, argumentando que el hecho habría sido un malentendido. Bofill sostuvo que la Nota de la Redacción original no fue incluida en la edición de Santiago, sino que sólo en la edición regional del matutino.
Longueira no aceptó las disculpas y respondió afirmando que acudiría al Consejo de Ética de los Medios de Comunicación. “El derecho fundamental a la réplica, cuando uno es afectado en su honra, (…) nadie puede sentirse intimidado a ejercerlo”, sentenció el ex ministro de Economía.
Fracasaban así los intentos por arreglar la disputa, dejando en evidencia las diferencias y animadversiones históricas que existen entre Bofill, los Saieh y el ahora candidato presidencial de la UDI.
El desencuentro terminó por evidenciar las preferencias presidenciales de los periódicos del dupolio mediático. El Mercurio se inclinó por apoyar la candidatura Andrés Allamand (RN) —con quien el director del medio, Cristián Zegers Ariztía, tiene una relación cercana—. Por su parte, La Tercera se jugó por la opción de Laurence Golborne, quien finalmente terminó por bajar su candidatura ayer.
Una de las lecturas del sabroso episodio la hizo el sociólogo Alberto Mayol, a través de una columna publicada en El Mostrador. En ella analizó la importancia del papel jugado por Bofill en la elección del entonces candidato de la UDI, Laurence Golborne. “La Tercera sabe que los apoyos están por su lado y desnuda la debilidad de Longueira que una mañana cualquiera se ha enterado que ya no tiene nada en sus manos (…). Bofill con esto revela una decisión clara en la derecha, o al menos en el gobierno: Golborne es el nombre”, sostiene en su columna Mayol.
El análisis de fuentes conocedoras del episodio es que “Saieh estaba interpretando un sentimiento del empresariado hacía un político como Longueira, que tiene un lado populista que provoca desconfianza en cierto sector. Esa mezcla mesiánica, en donde tras un objetivo, no tiene problema en criticar a los empresarios, es lo que debe ser muy irritante”.
La mano invisible que agregó el párrafo digno del siquiátrico aún permanece en la sombra. Del dictamen del Consejo de Ética de los Medios tampoco hay noticias.