El abogado, historiador y profesor del Instituto de Historia de la Universidad Católica, Cristián Gazmuri, publicará un libro –la fecha no está definida aún– en el que aborda todas las facetas del fundador del gremialismo. En sus páginas, el autor recorre las influencias políticas, la ausencia paternal, la intimidad y orientación sexual de Jaime Guzmán. Acá adelantamos extractos de tres capítulos del trabajo del académico.
¿Era ambicioso Jaime Guzmán? No de fortuna, sí de poder personal (siempre camuflado, influyendo sobre los que ocupaban altos cargos en la estructura del Estado) y a partir de un ideal para Chile muy propio, el que ya hemos esbozado. Un Chile aparentemente democrático (de otra forma no podía ser). Pero con una democracia que de hecho fuese una oligarquía-aristocrática, conservadora, católica y con valores espirituales ligados a su tradición. En fin, un Chile de una cultura sobria, respetable y respetada. Que hubiera grandes diferencias sociales parece no haberle importado mucho, aunque lo ideal era que no las hubiera. Tampoco aceptaba la existencia de problemas como los de los pueblos originarios y la supervivencia de su cultura no le inquietaba mayormente; Chile era una nación hispana y el que continuara siéndolo hasta su asentamiento social definitivo debía manejarse como una política de Estado. Estaba en contra de la influencia de la cultura anglosajona y, en especial, la yanqui. Como dijimos, tampoco amaba el racionalismo francés. Temía al boom tecnológico. Nunca aprendió a usar computador personal, ni teléfono celular.
Pero su ambición abarcaba más que eso; es posible que soñara encontrar alguna vez una compañera de vida, que –en su caso– habría sido en matrimonio, pero eso le habría significado pasar primero por un largo psicoanálisis. Cuando su hermana Rosario se lo propuso, Jaime tomó el evangelio y le dijo “prefiero esto”, y su hermana Rosario, que sí creía en el psicoanálisis, no pudo convencerlo.
No sabemos cuál era la actitud de su padre frente a la notoriedad de su hijo. Ni siquiera cuando este ingresó al Gobierno militar en 1973, con gran poder. Por entonces debe haber tenido cerca de 52 años. Me han dicho que sufría mucho con la lejanía de sus hijos. Pese a lo cual, cuando se casó Rosario, el año 1968 o 1969, con prohibición de Sra. Carmen de que don Jorge asistiera al matrimonio religioso (Jaime Guzmán la acompañó en la entrada hasta el altar), el padre igual vio la ceremonia escondido desde el coro y se ha de haber sentido contento cuando los recientes esposos lo fueron a visitar a su casa horas después.
[cita]Pero su ambición abarcaba más que eso; es posible que soñara encontrar alguna vez una compañera de vida, que –en su caso– habría sido en matrimonio, pero eso le habría significado pasar primero por un largo psicoanálisis. Cuando su hermana Rosario se lo propuso, Jaime tomó el evangelio y le dijo “prefiero esto”, y su hermana Rosario, que sí creía en el psicoanálisis, no pudo convencerlo.[/cita]
En todo caso, Jaime Guzmán, si es que alguna vez suspendió sus visitas, comenzó a visitar de nuevo a su padre poco antes o después de cumplir los 30 años. ¿Cuánto tiempo había pasado sin verlo, de ser así? ¿Años?, pero ahora siguió viéndolo, no sabemos con qué frecuencia, hasta la muerte de don Jorge, el año 1977.
Lo natural es que Jaime Guzmán, conservador, beato, sin aspiraciones económicas personales, odioso de la moral protestante y la influencia anglosajona, pudiera incluir en su proyecto para Chile el que el país tuviese una economía neoliberal. ¿Por qué lo hizo?
Creo que tuvo razones fundamentalmente prácticas. Necesitaba a los “Chicago Boys”.
Tanto más cuanto que Guzmán –en una proeza intelectual– había llegado a la conclusión de que el ultraliberalismo económico, a lo Milton Friedman, era compatible con la visión de mundo de la hispanidad conservadora, y con el integrismo católico.
Creo que se dio cuenta de que el liberalismo era el futuro del mundo y que, cualquiera que fueran sus ideas corporativistas, conservadoras y semirrománticas, oponerse a que se instalara en Chile habría sido un despropósito
Al parecer quien influyó en él fue Michael Novak, católico y neoliberal, quien tenía una gran facilidad para ajustar sus creencias y a sus conveniencias, y esta cualidad (¿?) fue imitada por Guzmán.
Pero, Jaime Guzmán, ¿era culto en materia de pensamiento o arte, de cualquier tipo?
Sin duda se había creado en un ambiente refinado. Su madre, con la que vivía, excepto los domingos, en que, como vimos, concurría con su padre a ver los partidos de fútbol de “La Católica”, y con quien, como ya vimos, trabajaba organizando “tours” para niños y niñas bien chilenos a Europa, consiguió que Jaime visitara dos veces el Viejo Continente. Ella misma era una mujer de mucha cultura. Pero Jaime Guzmán nunca se preocupó mucho de cultura libresca en serio. Lo que sabía era música clásica y más de algo de pintura, algo de filosofía escolástica y derecho constitucional.
Recuerdo que, estando yo en primer año de Derecho en la UC, entró Guzmán a la clase a invitarnos a un foro en que se discutirían los idearios políticos de Marx, Maritain y José Antonio Primo de Rivera.
Ciertamente como éramos alumnos de primer año no nos sublevamos ante semejante engendro intelectual. ¿Cómo comparar a esos intelectuales (o semiintelectuales)? Esto demuestra que Guzmán no era él mismo un intelectual. El foro que proponía era algo imposible.
¿Qué hay de la influencia del pensamiento acerca del derecho público de Carl Schmitt, que Renato Cristi ha intuido que existió en la gestación de la gran obra de Guzmán: la Constitución de 1980? Guzmán no hablaba ni leía alemán y si bien hay varios libros de Schmitt traducidos al castellano (o al inglés), no soy de la opinión de Renato Cristi, sobre que Guzmán habría tomado su modelo jurídico-constitucional de Carl Schmitt. No tiene base sólida. Cristi creyó descubrir una bomba pero no había tal. Las obras de Schmitt traducidas al castellano… no están ni en la biblioteca de la Fundación Jaime Guzmán, ni se encontraron en su casa. En todo caso, Schmitt no era el tipo de intelectual que Guzmán leía. Puede que conociera el pensamiento de ese teutón pro nazi, pero por comentaristas. De los nazis a Guzmán no le gustaba su apostasía, su paganismo y muy probablemente sus masacres.
Me parece que su idea del deber ser constitucional de Chile vino más bien de su conocimiento de la historia de nuestro país, el que tomó de la interpretación nacionalista y autoritaria de historiadores conservadores (Encina, Eyzaguirre, Edwards y Vial); así como de su propia cátedra de derecho constitucional, de la que era un buen profesor. Pero su verdadero amor intelectual era el pensamiento hispanista tradicional. Como se dijo, creemos que seguía de cerca las ideas de Ramiro de Maeztu, Donoso Cortés, Vásquez de Mella y, sin duda, de José Antonio Primo de Rivera, directamente o a través del Padre Osvaldo Lira, quien también le enseñó algo de escolástica. También, como se señaló, sin duda recibió influencia del brasileño Plinio Correa de Oliveira. En fin, quizá también había leído –en parte– a Menéndez y Pelayo (Historia de los heterodoxos españoles). Pero no mucho más.
Lo que sí leía eran las revistas de actualidad chilena y quizá, en la medida que pudiera, alguna extranjera.