Ex Mapu, simpatizó con el PPD y ahora es PS. Fue el primer concertacionista en entrar al CEP. Es amigo de Andrónico Luksic, Bernardo Matte, Ricardo Lagos y Camilo Escalona. Desde hace cuatro meses está en Chile con su agenda copada. Almorzó con Pablo Piñera, comió con Sergio Bitar, asistió a las tertulias de Oscar Guillermo Garretón, subió el San Cristóbal con Ricardo Solari. Se hizo socio de un club de golf y compró la casa de los Chadwick-Piñera. Energía le sobra. Parentescos ilustres también.
Desde que se fue de Chile dejó de ser “Pasherpa”. Así se apodó él en broma por llevar la carga de los poderosos cuando subía montañas: su compañero de ruta era su amigo Andrónico Luksic, con quien hace una década ascendió el Mount Vinson, una de las siete cimas más altas del mundo. Fueron 22 días con 50 grados bajo cero en la Antártica. Antes hicieron lo propio en los cerros que rodean Santiago y emprendieron otras aventuras, como recorrer Croacia en yate.
No le quedó otra que abandonar la afición que tanto atrae a los empresarios chilenos. En Brasil, su primer destino como presidente ejecutivo de International Paper en ese país, no hay montañas. Y en Bruselas, a donde arribó en 2009 como vicepresidente senior para Europa, Medio Oriente, África y Rusia, dice que llegó a las alturas volando en avión.
Aunque pasó diez años lejos de Chile, es como si nunca se hubiera ido. A su numerosa familia –siete hermanos, seis mujeres y un hombre– la mantenía diariamente informada con tres o cuatro correos. Eran fotos con una cuña: él sentado sobre la bovina de papel más grande del mundo; él inaugurando una planta en Siberia; él con su amigo José Joaquín Brunner hablando de educación en su casa de Campinas en Brasil; él frente al hotel de Moscú donde vivieron seis meses cuando su padre fue embajador en el gobierno de Frei Montalva y se portaban pésimo.
“Entendí que se puede vivir conectado si lo haces con fotos, llamados y pasajes”, explica el nuevo ministro de Energía, que juntó tantas millas que le alcanzaron para invitar a varias de sus hermanas a visitarlo. Y, por cierto, a sus cuatro hijas que fueron volviendo a Chile a medida que entraban a la universidad.
Bernardo Matte, socio de Colbún, lo llamó para felicitarlo o para quejarse porque le dio la extremaunción a Hidroaysén al decir que es un proyecto muy complicado, muy complejo, donde la Presidenta ya ha manifestado dudas.
“Me han mandado mails una cantidad tal de personas que todavía no he contestado los de hace dos días. Y son de la gente más increíble. Desde International Paper Rusia, desde Marruecos, Turquía. Mi amigo Ahmet Dorduncu, el CEO del grupo Akkok de Turquía, me dijo ‘Chile ha tenido la sabiduría de nombrar a un gallo como tú en una de las áreas de mayor complejidad en el mundo’”, cuenta Pacheco Matte.
Máximo le hace honor a su nombre. No se anda con chicas. Le repetimos la pregunta porque no responde sobre la reacción de su amigo. Se ríe y comenta que Matte le dijo que no podría ir a visitarlo a la oficina nunca.
[cita]Abandonó el mundo privado una vez: cuando asumió como vicepresidente de operaciones de Codelco del gobierno de Aylwin. Fue el hombre más odiado de la gigante estatal. Cinco veces el sindicato pidió su renuncia. Sin medir consecuencias, Pacheco declaró a la prensa que Codelco podía funcionar con la mitad de sus trabajadores. Y cortó bastantes cabezas, no tantas como sus sucesores, pero con muchísimo más ruido por su estilo. Fue el único de los vicepresidentes que se quedó tras la renuncia de Alejandro Noemi y su equipo tras las millonarias pérdidas ocasionadas por el operador de futuros, Juan Pablo Dávila, lo que le valió una portada de Qué Pasa que lo bautizó «El timonel de la crisis».[/cita]
Desde que regresó en septiembre no ha parado. Almorzó con Pablo Piñera, uno de sus grandes amigos, a cuyo hermano Presidente cuestionó duramente, afirmando que “su candidatura es un pésimo negocio para Chile (…) no concibo que aún no venda sus empresas, ¿pretende hacerlo con la banda presidencial puesta?”, cuando Sebastián Piñera compitió con Michelle Bachelet. Comió con el ex senador y ex ministro PPD, Sergio Bitar. Subió caminando el San Cristóbal con Ricardo Solari, socialista que sonaba como ministeriable. Fue a la comida en honor a otro gran amigo, Camilo Escalona, en cuya mesa se sentó junto a los ministros que habían sido recién nombrados. Se hizo socio del Club Sport Francés, donde se juega golf, su nuevo deporte. Lo han visto en restoranes de Providencia y de Isidora Goyenechea. No se perdió el lanzamiento del programa de Michelle Bachelet en el Teatro Huemul. Fue invitado a las tertulias que organiza Oscar Guillermo Garretón en su casa junto a distintos comensales, como Jorge Burgos (DC), Ernesto Ottone (PS), Felipe Harboe (PPD) y José Antonio Viera-Gallo (PS) para analizar el largo plazo.
Con Garretón comparten un pasado Mapu, aunque Pacheco se alineó con la facción más moderada de Jaime Gazmuri.
Pacheco estudió en el Saint George, cuna de varios ex Mapu que llegaron alto en los negocios, como Eugenio Tironi, Guillermo y Felipe Agüero, Ángel García, Rafael Guilisasti y su íntimo amigo y compañero, Jorge Bande.
Con Guilisasti, ex timonel del empresariado y socio de la Viña Concha y Toro; García, ex gerente general de IBM, y el historiador Carlos Tironi, ex subdirector de la Secretaría de Comunicaciones de Michelle Bachelet, compartió, además, una modesta vivienda que los curas de su colegio –de la Congregación de la Santa Cruz– tenían en una población de Peñalolén para vincular a sus alumnos con la pobreza. Participaban en las juntas de vecinos, clubes deportivos, hacían alfabetización y llamados a tomar conciencia.
Una vez por semana almorzaba con su madre Adriana Matte, quien le tenía cosas ricas y que lloró, según él, todo el tiempo, porque no entendía porque su hijo se había ido de la casa. Ese último año de colegio, ya en el Mapu, con brocha gorda y pintura, salía a rayar paredes a favor de Salvador Allende mientras su padre era ministro de Educación de Frei Montalva y apoyaba al democratacristiano Radomiro Tomic.
Fue uno de los alumnos de Ingeniería Comercial de la Universidad de Chile que optó por quedarse en la sede norte, la allendista, cuando la escuela se dividió y los opositores al gobierno partieron a la sede occidente. Decisión que también tomaron el nuevo ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre; Jorge Marshall, Carlos Ominami, Oscar Landerretche, Carlos Cruz, Sebastíán Edwards y Felipe Montt. Con el golpe militar la sede norte se cerró, Pacheco no fue expulsado y egresó en 1976.
Contra lo que suponía su padre, se fue derecho a trabajar al mundo privado. Mandó un currículo al Banco Osorno y fue contratado como analista del departamento de estudios. A los dos años lo llamó Sebastián Piñera y le ofreció ser gerente de estudios del Banco de Talca. Allí estuvo entre 1978 y 1980, hasta que lo contactó Sergio Baeza como su asesor en la venta de la Clínica Santa María, en poder del Banco de Chile, porque los médicos que habían pedido un crédito para construirla 50 años atrás no pudieron pagarlo, e integró el directorio de dicho establecimiento de salud.
Tras la intervención del banco, en 1983, fue nombrado gerente general de su filial Leasing Andino. Su labor allí fue máxima: la empresa no tenía patrimonio e iba camino a la liquidación, pero él la sacó adelante, convirtiéndola en la más grande del rubro. Muchos años después, volvería al Banco de Chile como director invitado por Andrónico Luksic, controlador de la entidad junto al Citibank. También integró la mesa de la AFP Provida designado por el Bankers Trust, dueño entonces de la administradora.
Abandonó el mundo privado una vez: cuando asumió como vicepresidente de operaciones de Codelco del gobierno de Aylwin. Fue el hombre más odiado de la gigante estatal. Cinco veces el sindicato pidió su renuncia. Sin medir consecuencias, Pacheco declaró a la prensa que Codelco podía funcionar con la mitad de sus trabajadores. Y cortó bastantes cabezas, no tantas como sus sucesores, pero con muchísimo más ruido por su estilo.
Fue el único de los vicepresidentes que se quedó tras la renuncia de Alejandro Noemi y su equipo tras las millonarias pérdidas ocasionadas por el operador de futuros, Juan Pablo Dávila, lo que le valió una portada de Qué Pasa que lo bautizó «El timonel de la crisis».
Alguna vez dijo que ese titular tuvo un efecto inesperado. Había dejado Codelco y ocupaba una oficina en el estudio de abogados de su padre cuando lo llamó el presidente de Carter Holt Harvey, una empresa forestal neozelandesa que libraba una feroz pugna legal con Anacleto Angelini. Ambos eran socios en Copec; cada uno con un 30% y se habían peleado porque International Paper, que había comprado Carter Holt, quiso anular un pacto de accionistas que le daba al empresario ítalo chileno la administración de Copec por 20 años. Seis años en tribunales terminaron con una sentencia favorable a Angelini y un acuerdo en el que la gigante forestal le vendía su parte a Angelini.
Por la importancia que le atribuyó a esa portada, la enmarcó. Ordenado y planificado como nadie, antes de viajar a algún país sus cuatro hijas debían tomar clases de historia con Magdalena Piñera, la hermana historiadora del Presidente. Viviendo fuera de Chile, se terminaron los cursos, pero no los viajes. Con sus hijas y su mujer, la diseñadora Soledad Flanagan, recorrieron Grecia, Croacia, la costa italiana de Amalfi y mucho más.
Desempacó sus maletas en el departamento de sus dos hijas solteras en el barrio El Golf cuando regresó al país. No tenía casa, porque la suya –una construcción Castillo Velasco en Lo Curro– se la vendió al arrendatario. Ya encontró una y con bastante pedigree político: compró la que pertenecía al clan Chadwick-Piñera, donde crecieron el ministro del Interior, Andrés Chadwick, otro ex Mapu, y Herman, el presidente del Consejo Nacional de Televisión y de varias concesionarias, en Presidente Errázuriz.
Durante su década como ejecutivo expatriado no dejó Navidad ni Año Nuevo por celebrar en Chile. Contrataba banquetera e invitaba a sus hermanos a la casa de uno de sus cuñados Flanagan. Y cerraba el año en Puerto Velero, el condominio al final de la playa de Tongoy, donde tiene un departamento, y arrendaba uno para cada hermano desde el 28 de diciembre hasta que quisieran volverse a Santiago. Es un hombre cariñoso, destacan todos los que lo conocen. Este 31 de diciembre, excepcionalmente, lo pasó en Santiago porque estaba por nacer su tercer nieto, que fue mujer y se llama Antonia.
Dos de sus hijas están casadas con dos hijos del senador DC Jorge Pizarro. Paula, socióloga de la UC, fue jefa de gabinete de Claudia Serrano en la Subsecretaría de Desarrollo Regional y en el ministerio del Trabajo en el gobierno de Bachelet. Su marido, Jorge Pizarro, asesor de Edmundo Pérez Yoma en Interior. La pareja vivió en Nueva York, donde coincidió y trabó amistad con la entonces directora de ONU Mujeres y actual Presidenta electa.
Pizarro hijo fue miembro del comando en esta elección, se volvió muy cercano a Rodrigo Peñailillo, el nuevo ministro del Interior, y suena como futuro ocupante del segundo piso de La Moneda. Catalina, arquitecta de la UC, fue asesora de la ministra de Vivienda, Patricia Poblete y ahora vive en Antofagasta con Sebastián Pizarro, periodista a cargo de comunicaciones internas de la minera Escondida. Francisca, economista de la Chile, trabaja en la Fiscalía Nacional Económica, y la menor, Soledad, está en quinto año de Ingeniería Civil de la UC y es miembro del NAU, que ganó nuevamente la FEUC.
La militancia de Pacheco no es vox populi como su trayectoria empresarial. Fue tan cercano al PPD que su amigo Sergio Bitar, tres veces presidente del partido, consultó para saber cuál es su estatus y supo que nunca firmó la ficha de ingreso. Y se sorprendió: “Si me preguntas si era militante, habría dicho que sí, lo entendí PPD cuando estaba en Codelco, le encargué algunas tareas en el comité de finanzas cuando coordiné la segunda vuelta de Michelle Bachelet en 2005”.
La duda la zanjó Pacheco por correo electrónico: desde hace 10 años milita en el PS. Por el lado de su madre está emparentado con la derecha de más pura cepa. Sobrino nieto del ex Presidente Jorge Alessandri, con quien los Pacheco Matte almorzaban todos los miércoles en el departamento de Rosa Ester, hermana de Alessandri casada con Arturo Matte Larraín, abuelo del clan Pacheco Matte que fue candidato a la presidencia y perdió frente a Carlos Ibáñez del Campo. Bisnieto de Arturo Alessandri Palma, «El León”, primo hermano de Magdalena Matte, la ex ministra de Vivienda. Pocos saben que Máximo se llama Jorge Máximo Arturo en honor a sus parientes.
De Eliodoro, Bernardo y Patricia Matte, socios de CMPC, es sobrino en tercer grado. Puede que su amistad con Bernardo, con quien solía navegar, lo ayudara a convertirse en el primer concertacionista en entrar al CEP en 1996. Eran tiempos de mayor desconfianza. Es consejero asesor, estatus que reciben aquellas personas cuyas empresas entregan financiamiento al centro de estudios que preside Eliodoro Matte. Él afirma no saber si todavía está y le confirmamos que su nombre figura en la lista.
Por el lado de su padre eran todos masones, comefrailes y radicales. Tanto que, para casarse, Máximo Pacheco Gómez, el fallecido senador y embajador ante El Vaticano, hizo la primera comunión a los 21 años. Al final de sus días su madre confesó que siempre que hubo un pariente en una contienda electoral votó por él, aunque apoyó fielmente en todas sus campañas a su marido DC.
Pacheco es un laguista acérrimo e hizo de puente con el mundo empresarial durante su campaña. También ayudó a recaudar fondos, cosa que no le gusta reconocer. Alguna vez contó que lo conoció en 1985, cuando Ricardo Lagos iba a verlo a Leasing Andino. “Hablábamos de política, de la reforma económica que estaba ocurriendo y de la cual yo me mostraba entusiasmadísimo. Lagos veía a este cabro joven, en rica oficina, y quería saber qué hacía. Cómo funcionaba la economía real”.
Ya no es un cabro, el 12 de febrero cumple 61 años y acumula un millaje que pocos chilenos ostentan en una multinacional. Fue uno de los 10 vicepresidentes senior de International Paper, la mayor compañía de papel y productos forestales del mundo, ubicada en el puesto 105 dentro de las 500 empresas más grandes en ventas del mundo. Nunca hubo un vicepresidente nacido fuera de Estados Unidos, como le dijo John Faraci, el gerente general.
Una de las razones por las que renunció fue por el sacrificio de su mujer de estar lejos de sus hijas. “Es triste celebrar los cumpleaños de las niñitas por Skype o contenerlas por teléfono cuando tenían alguna pena”. Con su humor característico comenta que, además, quería llegar con energía “y no con bastón”. Pesaron también sus nietos, sobre todo la mayor de tres.
-International Paper vendió US$27.800 millones y ganó US$794 millones. ¿Cuál fue su aporte a esos resultados?
-Un 20% lo aportaba yo.
Ahora cumple un sueño que lo rondaba hace tiempo: ocupar un ministerio. Un broche de oro, que podría ser de plomo. Se necesitan 8 mil MW de aquí a 2020, o sea, un 46% más de la producción energética actual, y bajar el costo que es un 60% más caro que el promedio de los países de la OCDE.
“Yo tengo toda la energía y me voy a sacar la mugre para cumplir con el trabajo prometido”, afirma de lo más seguro.