El debate sobre la despenalización del aborto comenzó apenas terminó la cuenta pública de Michelle Bachelet en Valparaíso el 21 de mayo pasado. Hace más de 40 años el fundador de la UDI fijó la postura y argumentos que esgrime actualmente un sector de la sociedad frente al tema.
El anuncio que Michelle Bachelet hizo en su cuenta pública el pasado 21 de mayo, ante el Congreso, cayó como antorcha en las praderas de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica y de la derecha. El cardenal Ricardo Ezzati fue el primero en lanzar los dardos, afirmando que «con todo el respeto que me merecen las mascotas, la vida humana vale mucho más». Sus declaraciones –replicadas por ex presidente Sebastián Piñera vía Twitter– hacían referencia al proyecto de esterilización de mascotas anunciado el mismo día por Bachelet.
Al rechazo ante la iniciativa se sumaron las voces críticas, las marchas de ciertos estudiantes de la cota mil y los panfletos de la UDI.
Pero la postura contra el aborto fue fijada hace más de 40 años por el “autor intelectual” de la Constitución de 1980 y fundador de la UDI Jaime Guzmán. En la Comisión Ortúzar –encargada de sentar los cimentos de lo que sería la Constitución de 1980– el ex senador gremialista expuso los pilares que sostienen la postura contraria a la despenalización del aborto.
Guzmán creía que el aborto era un crimen que se debía penalizar y mantener como un acto ilícito. “La madre debe tener el hijo aunque éste salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación o aunque de tenerlo, derive su muerte. Una persona no puede practicar jamás legítimamente un aborto, porque es un homicidio y todas las consecuencias negativas o dolorosas constituye, precisamente, lo que Dios ha impuesto al ser humano”.
Para el fundador de la UDI la consagración del derecho a la vida es el primero de todos los derechos por lo que “el derecho a la vida evidentemente excluye y hace ilícito el aborto”, según consta en las actas de la Comisión Ortúzar.
Además, Guzmán creía que todos los derechos eran susceptibles de limitación y debían ser reglamentados, por lo que “en el caso del aborto se trata de un homicidio y por trágica que sea la situación en que se vea envuelta la madre, es indiscutible que ella está obligada siempre a tener el hijo, en toda circunstancia, como parte, según lo expresaba el señor Silva Bascuñán (miembro de la comisión), de la cruz que Dios puede colocar al ser humano”.