Hinchas chilenos falsificando credenciales y abatiendo ventanales para entrar al Maracaná, la celebración pasada de copas y los buses Transantiago tomados de rehén. Para algunos, una anécdota más. Para otros, una verdadera vergüenza nacional. Y en medio del debate acerca de qué es lo que queremos proyectar, brilla una selección nacional en donde abunda la tez morena, el tatuaje tribal, el mohicano y la mecha tiesa. Una imagen bastante distinta a la de esos jugadores europeos, provenientes de esos países a los que nos queremos parecer.
-Hagamos un análisis sobre qué es lo que pasó con el ingreso ilegal de los 88 chilenos al Estadio Maracaná. Hay quienes se molestan por cómo nos perjudica en el sentido de ‘imagen país’, hay otros que lo justifican circunstancialmente. ¿Cómo lo ves tú?
-Hay dos cosas. Si lo que interesa más es el “miren cómo nos dejaron”, que es una cosa bien provinciana, qué impresión estamos dando, o el síntoma… Porque, si unes las dos cosas, que la celebración se transforma en destrozos, con que hay un tipo diciéndote “vimos la oportunidad y la tomamos”, sin ver antes todo lo que eso significa. Porque para entrar a un partido hay que tener una entrada, para tener una entrada hay que comprarla. Eso lo sabemos todos. Las entradas son algo acotado, no hay para todos los que queramos. Aunque viajemos para allá. Lo explico bajo la idea de liderazgo y de aprovechamiento. Pero no aprovechamiento sobre la base de algo que lograste, que pensaste o que creaste, sino sobre que se te abrió un espacio para hacer la zancadilla o para sacar la ventaja, que igual es bien pequeño. Y está la cosa de la patota también.
-El ‘maracanazo’, los destrozos ocurridos en medio de las celebraciones en Plaza Italia. ¿De dónde viene todo eso? ¿Es un síntoma de algo más?
-Cómo la exaltación de la emoción salta muy rápidamente a lo violento. Cómo la violencia está siempre rondando. La idea de que algo se desate violentamente, se finiquite de una manera violenta, en Chile aparece siempre ese fantasma. Es como si no hubiera una transición entre la alegría y la violencia, entre el entusiasmo y la violencia. Como que la racionalidad se pusiera en suspenso de manera muy fácil. Si te pones a pensar “estoy en un país extranjero, voy a hacer algo que yo no sé si será ilegal pero sospecho que puede serlo, dado que voy a irrumpir en una propiedad ajena de manera violenta, veo que otra gente está rompiendo algunas cosas”… Todo ese razonamiento que uno esperaría que se haga, no lo hacen pese a las consecuencias que puede tener. Que te detengan por cualquier cosa en un país extranjero a cualquiera le da susto. Pero ni siquiera por la línea del interés propio funcionó. Y más encima que después den la entrevista y salga uno de los involucrados desde un bus, muy orgulloso, diciendo “la hicimos”, cuando además no la hicieron, quedas como un tarado. Eso es lo que a mí me sorprende. No es un problema de tanta educación. Para pensar en todo eso antes no tienes que tener 4° Medio. El mensaje siempre es arréglatelas como sea, que es lo que hizo el personaje este que se las “arregló”. Eso no tiene que ver con falta de educación sino con no entender cómo se hacen las cosas.
[cita]El jugador de la selección es el pueblo chileno. Las caras. Gary, Vidal. Es el mestizo del pueblo y es la única oportunidad en que el pueblo aparece como algo heroico. Primero es una de las pocas veces en que ves esas caras en la televisión haciendo algo bueno. ¿Esas caras cuándo aparecen en la televisión? En el noticiero en la crónica roja. Esas caras no tienen un lugar en la teleserie, ni en el noticiero como hombre o mujer ancla. No aparecen, aparecen ahora cantando la canción nacional. Ahora todos reivindican el mapuche guerrero; el resto del año, no. Pero eso ha sido siempre. Porque, de siempre, ¿de dónde viene el jugador? Del pueblo. ¿Cómo es el pueblo en Chile? “Aindiado”.[/cita]
-Y los estragos en Plaza Italia en el marco de lo que debiera ser una celebración, ¿son síntomas de qué?
-Síntoma de no saber celebrar. La figura del curado odioso y de la idea de tomar, la violencia que desata el alcohol, yo creo que eso es muy chileno. De una falta de capacidad de expresarse, de expresar alegría o celebración sin que quede la escoba. El loco que empieza a quemar algo o a quebrar algo, lo hace por joderse a alguien. Cachando que el chofer tiene las mismas necesidades que tiene él, tiene que hacer los mismos recorridos. Es una falta infinita de solidaridad y de respeto. Pero no tiene que tener 4° Medio para saber eso. Para saber que le estás haciendo un daño a un persona que no conoces y que probablemente lo vas a perjudicar. No quiero decir con esto que no haga falta educación pero va por otro lado. Es hacerse oír a la mala. Por la razón o la fuerza. Y eso no es actual, está en el escudo. Lo que pasa es que no siempre se queman micros. Este no es un país particularmente violento en cifras de todo lo que se supone que mide la violencia. Santiago como ciudad no es una ciudad insegura.
-¿Qué papel están jugando los medios en todo esto? ¿Es una visión un poco forzada?
-Generar mucha emoción, la épica del chileno. Yo creo que en eso los medios tienen una responsabilidad. Ese mensaje de llegar como sea, ‘y no nos importa nada porque llevamos la tierra’. Todo con unos símbolos arcaicos que entusiasman a la gente. Estamos vendiendo mucha exaltación, mucho orgullo por cómo se está cantando el himno nacional. Mientras más tensa pongas la cara para cantarlo y la mano en el corazón… Yo jamás me acuerdo de haber cantado con la mano en el corazón el himno nacional. Cuando estabas en el colegio, a lo más te decían que no podías tener las manos en los bolsillos. Y te quedabas mudo para la estrofa de los milicos. Pero tener esa impostura, es extraño.
-¿Cómo ves el nacionalismo chileno y el factor del fútbol en ese escenario?
-Es muy raro el “embanderamiento” para el 18. En Europa la bandera o la idea de andar con la bandera es una idea nacionalista que puede provocar susto, porque tiene una historia particular también. O en Estados Unidos, el que pone la bandera es un tipo particular de ciudadano. En el “embanderamiento” del 18 a la gente no la tienen que obligar tanto para que ponga bandera. La mayoría lo hace por gusto. La selección es algo que tenemos todos en común. Chile se forja en la Guerra del Pacífico. Es la guerra, el ejército, es una idea violenta. Una idea del que va afuera y vuelve con la derrota del otro. Lo que pasa es que con el fútbol no funciona porque van afuera y rara vez traen la victoria. O sea, nunca han vuelto con la victoria real. La “Marea Roja” aparece en el 98 con el Mundial de Francia y aparece también con la idea de mostrar el país nuevo. Después del 82 era el primer Mundial, entonces había que marcar presencia. Los medios crearon esta idea de la “Marea Roja” con toda la gente que se endeudó para ir a Francia y recorrer Francia junto con la camiseta roja mostrándole al mundo que Chile existía y que podían viajar a Europa, incluso gente que nunca antes había viajado a Europa. La “Marea Roja” nace con ese espíritu de conquista, de conquista de nada, y también de imagen. Nace también en la misma época en que se ponen de moda estas poleras con la bandera de Chile. Estuvieron de moda mucho tiempo y yo me acuerdo haber visto grupos de paseo de estudiantes fuera, todos con la polera de la bandera de Chile. El fútbol sirve para eso, una Copa Mundial sirve para la patota y eso también pasa por cómo los medios han tratado el asunto.
-Hay una sorpresa ante cómo esta selección se planta frente al mundo. Los tatuajes, los mohicanos, los cuerpos musculosos chocan con la idea tradicional que se tiene del futbolista chileno. Un modelo más inspirado en Iván Zamorano o Carlos Caszely. Tradicional, sencillo, regalón de la mamá.
-Porque ese tipo de jugador es la fantasía del pobre bueno. Es como nos gusta que sea el pobre, que no tenga un nombre raro, que sea bueno con la mamá, que hable de las cazuelas de la mamá, que no se pongan joyas, que le gusten las mujeres, que no sea impertinente, que se case con la rubia, que vaya al lugar de origen y lo reivindique. Porque el pobre tiene que ser de una manera. De la manera que nosotros queremos que sea. Funcional, calladito y fome. Maradona no era así. Por qué tiene que ser así aquí, sumiso. Yo no creo que las figuras como las de la nueva selección sean algo nuevo, yo creo que están apareciendo y están molestando. No creo que sea algo nuevo que personas así existan. Yo creo que ahora les ha ido bien porque es un talento o una habilidad que se premia y que provoca un ascenso, pero un ascenso raro porque no es interno. Me acordé con todo esto de la selección sub 17 del 93, de la que dijeron exactamente lo mismo. Dijeron este es un cambio de mentalidad. De esa selección no pasó nada porque todos terminaron en algo pésimo. Y era como el mismo análisis. Porque generalmente lo que pasa con los mundiales es que se embala la gente en decir “esto cambió, hay algo nuevo”. Y a mí no me parece que sea tan nuevo, ni tampoco me parece que sea tanto el cambio.
-Hay quienes se sorprenden con que nuestra selección sea una de las más “latinoamericanizadas” en términos de imagen de todas las que están jugando en el Mundial.
-El jugador de la selección es el pueblo chileno. Las caras. Gary, Vidal. Es el mestizo del pueblo y es la única oportunidad en que el pueblo aparece como algo heroico. Primero es una de las pocas veces en que ves esas caras en la televisión haciendo algo bueno. ¿Esas caras cuándo aparecen en la televisión? En el noticiero en la crónica roja. Esas caras no tienen un lugar en la teleserie, ni en el noticiero como hombre o mujer ancla. No aparecen, aparecen ahora cantando la canción nacional. Ahora todos reivindican el mapuche guerrero; el resto del año, no. Pero eso ha sido siempre. Porque, de siempre, ¿de dónde viene el jugador? Del pueblo. ¿Cómo es el pueblo en Chile? “Aindiado”.
-¿Qué tanto le importa a Chile cómo se proyecte su imagen país, a propósito de la escandalera por los hinchas detenidos en el Maracaná?
–Muchísimo. En Chile llega un extranjero y todo el mundo le está preguntando qué le parece el país y el máximo halago es que se parece a algo europeo. Todo el rato preguntando eso y todo el rato pensando en eso. Porque la gente ni siquiera se conoce. En el año 62, cuando esos dos periodistas italianos dijeron que Santiago era una ciudad pobre, que estaba llena de borrachos y prostitutas, pese a que lo más evidente era que sí, que en comparación a cualquier ciudad europea hubiese sido así, se armó todo un lío que terminó en un cornete de un jugador chileno a otro italiano en el partido. Pero eso se vio como la reivindicación de algo que había dicho otro italiano que no era el que le pegaron el cornete. Y ahí era al año 62, no teníamos el neoliberalismo y la tontera, era todo más pobre eso sí. Le pega el mismo cornete ahora, ¿qué pasaría? Yo encuentro que lo más probable es que si le hubieran pegado el cornete al árbitro habrían celebrado.