Durante la conferencia organizada por la Fundación Mandela, la mandataria se refirió a las similitudes entre Chile y Sudáfrica y a los desafíos que enfrenta la sociedad actual.
La Presidenta Michelle Bachelet participó este sábado en la 12ª Conferencia Anual organizada por la Fundación Nelson Mandela, ocasión en que recordó al ex mandatario sudafricano y reflexionó sobre el papel que tienen las sociedades actuales, añadiendo que las ciudadanías «alzan su voz, desafiando todo peligro para exigir más. Esto es esencial para la cohesión social, la paz y la gobernabilidad».
“Hemos aprendido que el miedo no puede frenar nuestras luchas, sino hacerlas más profundas, trascendentales y valientes. Hemos aprendido que la integridad no es una debilidad sino una defensa, quizás la más inviolable de todas. Y hemos aprendido, sobre todo, que la mayor fortaleza de un proceso histórico es que tenga la capacidad de convocar a una comunidad, a una nación completa, en esa misión”, dijo.
Asimismo, en esta línea agregó que “Mandela tuvo esa grandeza: Comprender que ningún proceso social significativo podía hacerse si no se reconstruían las confianzas entre sudafricanos, si no se sanaban los vínculos de una sociedad dividida por décadas de políticas segregadoras”.
Frente a los presentes, Bachelet destacó que “con su ejemplo nos demostró que no es posible avasallar a sectores de la población, robarles su identidad y restarlos de un proceso de construcción nacional”.
Además, señaló que ambas naciones “tenemos una herida común, pero también un orgullo compartido. Chile y Sudáfrica lograron sobrellevar estas experiencias dolorosas y emprendieron exitosamente sus caminos de transición hacia la paz social y el reconocimiento de los derechos humanos de cada persona”.
También, explicó que “gracias a estos esfuerzos y al proceso de reconocimiento y reparación de nuestras sociedades e instituciones, hemos logrado establecer nuevas relaciones entre compatriotas que alguna vez estuvieron en trincheras opuestas. Sobre todo, hemos logrado establecer una cultura de los Derechos Humanos”.
Durante su discurso, reflexionó sobre el papel que tienen “hoy ciudadanías en todos los continentes hoy alzan su voz, desafiando todo peligro para exigir más. Esto es esencial para la cohesión social, la paz y la gobernabilidad de nuestras naciones. Detrás de estas nuevas exigencias hay una mirada sobre lo que entendemos por orden justo y la manera de construirlo”.
“Hay, en definitiva, una legitimidad que está cambiando y que ya no sólo depende del orden institucional o del apego a las normas y órdenes legales. Hoy legitimidad es mucho más amplia que la legalidad y en ella, la voz ciudadana tiene un papel esencial”, agregó.
Al referirse a los desafíos más inmediatos, señaló que “generar una distribución más equitativa de la riqueza, implica también que el modelo de desarrollo de nuestras economías no entienda al mercado como una entidad separada de las acciones estratégicas, que permitan un desarrollo sustentable e inclusivo. Y ello supone, desde luego, el fortalecimiento de lo público”.
La jefa de Estado recalcó que “sabemos que hay un grupo particular al que los frutos del desarrollo llegan siempre más tarde y de peor manera: me refiero a las mujeres. La discriminación cultural, económica, social y política de las mujeres es una de las más escandalosas desigualdades en nuestro planeta. Esta es una realidad no sólo en Chile, en Sudáfrica, en Latinoamérica y en el continente africano; es una realidad intolerable en todo el mundo”.
Del mismo modo, manifestó que “asumir los nuevos desafíos de la cohesión social es parte de lo que se ha propuesto Chile, no sólo desde lo cuantitativo, sino desde lo cualitativo. Por eso estamos llevando a cabo un proceso estructural de grandes reformas en lo económico, lo social y lo político”.
Al concluir su participación, recordó que “una mujer de mi tierra, una de las más inteligentes, talentosas y valientes mujeres chilenas, Violeta Parra, escribió una vez que, si África y América se abrazan, a pesar de las lágrimas de ambos continentes, será un abrazo feliz que puede cambiar el mundo y terminar con las pesadumbres”.