Es uno de los mayores inventos comunicacionales en la historia de Chile. El Plan Z fue una de las aristas del supuesto autogolpe que daría Allende. El presunto objetivo era la exterminación del Alto Mando de las Fuerzas Armadas. Los detalles están en el Libro Blanco, del historiador Gonzalo Vial. Además, el plan fue ampliamente difundido en los primeros meses después del Golpe por El Mercurio y otras publicaciones. Así, el Plan Z se convirtió en un mito que marcó a un sector de la sociedad para el que estar en la lista de personas que serían asesinadas se transformó en un tema de estatus. Las recientes declaraciones del presidente de la Juventud UDI dejan en evidencia cuán hondo caló la mentira construida para justificar el Golpe.
“Mi abuelo se tuvo que ir del país porque lo perseguía el GAP solamente porque era el presidente del gremio de los carniceros de San Felipe. Estaba en la lista negra, el Plan Z”, dijo este lunes el presidente de la juventud de la UDI, Felipe Cuevas. Sus declaraciones fueron luego de que volviera a Chile tras ser arrestado en Venezuela por tomar fotos en un lugar no autorizado y por no tener pasaporte.
El Plan Z no sólo funcionó como justificación para el Golpe de Estado, sino que se convirtió en un tema de estatus entre quienes apoyaron a la dictadura. La frase de Cuevas evidencia que el mito se incrustó profundamente en un sector de la sociedad para el cual aún es una realidad.
En el libro El Diario de Agustín (Nuevo Periodismo, 2009) el asesor de la Junta de Gobierno, Álvaro Puga, explicó lo que significó el ‘Plan Z’ en esos años. “Cuando una persona me preguntaba a mí ‘que si estaban en la lista’. Yo les decía, para que no se ofendieran, que sí estaban en la lista, todos. Era un honor estar en la lista para que lo mataran, un absurdo mental, así funciona la mente humana”, dijo Puga.
El primer vocero de la Junta Militar, Federico Willoughby, reconoció en una entrevista con la revista The Clinic que el plan nunca existió. “Fue una gran maniobra de guerra sicológica (…). Yo tengo la impresión que la gente encargada de las operaciones de inteligencia discernieron que era conveniente generar un elemento de justificación del pronunciamiento militar para convencer a la población civil que los habían salvado. Entonces se hizo este libro (Libro Blanco) y se produjo incluso un efecto social. Había gente que decía con cierto orgullo: Ah, yo estaba en la lista de los que iban a matar y eso generaba cierto estatus… Este libro, le repito, es producto de una campaña de guerra sicológica”, dijo a ese medio.
Las únicas evidencias sobre la existencia del Plan Z están en el Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile (Lord Cochrane, 1973). Éste fue escrito por el fallecido historiador Gonzalo Vial bajo la supervisión del almirante Patricio Carvajal. Pese a esto, nadie se adjudicó la autoría del libro, por lo que Hermógenes Pérez de Arce lo inscribió a su nombre y hace algunos años lanzó una nueva edición.
En el capítulo “El autogolpe de la Unidad Popular” se expone una serie de documentos como pretendida evidencia de los preparativos del supuesto autogolpe que realizaría el gobierno de Salvador Allende.
[cita]El Mercurio fue fundamental en la propagación del mito del Plan Z. En el libro El diario de Agustín se aborda el papel que jugó el medio en la cobertura del Plan Z. “A través de sus páginas se desplegaría día a día, durante dos meses (septiembre y octubre) la serie de detalles del Plan Z, a la manera de un cuento, dosificando el suspenso y los personajes de la historia”, dice la investigación. El libro analizó la cobertura de El Mercurio entre septiembre y octubre del 73 sobre el tema. Según este trabajo, el plan Z es “la gran noticia –el relato fundador– que el diario sigue y cubre en aquellos días. Probablemente sea esta noticia la que le da el vamos al gobierno militar, la base moral y simbólica que lo haría justificable. El plan Z (…) dotará a la reacción militar del componente épico, e incluso ético, necesario para justificar sus acciones. Y todo acontecerá a través de las páginas de El Mercurio”.[/cita]
Los planes para un “operativo de autogolpe” fueron parte de esos preparativos y, según el libro, comenzaron a “perfilarse” desde julio del 73.
“La parte más siniestra de dicho ‘operativo’ era el exterminio simultáneo, en todo el país, de los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, así como de dirigentes políticos y gremiales opositores. Se perseguía con este golpe criminal, que debía iniciarse el 19 de septiembre, paralizar por el terror toda resistencia a la dictadura de la Unidad Popular, que se implantaría de inmediato y para la cual, además, se especulaba con divisiones de los institutos militares”, señala el texto.
Y continúa, agregando que “semejante exterminio masivo era el llamado Plan Z que, por hallarse en investigación, y para no comprometer la seguridad de las personas señaladas como víctimas, y de las diligencias de la individualización de los comandos asesinos (que en el plan se especificaban sólo con apodos), no puede aún ser detallado, salvo lo que se refiere en el documento que publicamos como anexo especial a este mismo capítulo”.
El documento adjunto en el libro especifica los tres casos en los que se debía aplicar el plan: “Z-A: iniciación del Golpe de Estado para conquistar el PODER TOTAL e imponer la DICTADURA DEL PROLETARIADO contra la acción de una parte o la totalidad de las FF.AA. apoyada por grupos civiles; Z-B: Muerte de Allende por atentado; Z-C: Invasión externa con tolerancia o complicidad de las FF.AA. internas o fuerzas civiles sediciosas”.
Los cuatro objetivos principales del plan eran: “4-A: descabezar a los mandos Superiores de las Unidades de las FF.AA.; 4-B: retención de unidades militares descabezadas en sus asientos en la capital y en provincias; 4-C: control de accesos camioneros, ferroviarios y aéreos a Santiago, Valparaíso, Concepción y Antofagasta; 4-D: ocupación y defensa de Centros Estratégicos; y 4-E: cerco, hostigamiento y aniquilamiento de focos sediciosos y detención de sediciosos”.
El anexo detalla cada uno de estos puntos. Sobre el primero dice que “será fundamental eliminar físicamente a los Altos Mandos y a los suboficiales Jefes de las Unidades de las fuerzas enemigas para debilitar y desmoralizar la reacción desleal. En consecuencia, se aprovechará las reuniones y concentraciones propias de las Fiestas Patrias para actuar masivamente y en forma coordinada en todas las ciudades principales”.
También se especifican cuatro acciones que supuestamente realizaría el gobierno de Allende. La primera sería ejecutada por el mando regional que empelaría a los Núcleos Especiales (NPE) en la ciudad cabecera de su área respectiva, para “eliminar con armas de fuego a los oficiales con mando de tropa en los lugares de concentración de fuerzas de la Parada Militar, el día 19 de septiembre”.
En paralelo, el GAP de La Moneda, en conjunto con la intendencia, darían “de baja a los Generales, Almirantes y otros altos oficiales que estarán reunidos, asistiendo a un almuerzo oficial que ofrecerá el gobierno con motivo del día del Ejército”.
La tercera acción sería el control de las unidades militares descabezadas por “elementos leales” que se habían infiltrado. El último paso era que las “organizaciones vecinales de lucha con la colaboración de elementos adictos e infiltrados previamente” dominaran las guardias de vigilancia en los cuarteles. En caso de resistencia, tendrían el apoyo de los Grupos Especiales (NPE-3Z). Por su parte, aquellos infiltrados en los buques debían impedir que zarparan para facilitar sus capturas.
El director de El Mercurio, Agustín Edwards, es uno de los personajes claves en la articulación del Golpe de Estado y la posterior instauración del modelo económico neoliberal en Chile. Fue en las oficinas de ‘el decano’ donde el propio Edwards conspiró, en los años 70, con los Estados Unidos para derrocar a Allende.
El Mercurio fue fundamental en la propagación del mito del Plan Z. En el libro El diario de Agustín se aborda el papel que jugó el medio en la cobertura del Plan Z. “A través de sus páginas se desplegaría día a día, durante dos meses (septiembre y octubre) la serie de detalles del Plan Z, a la manera de un cuento, dosificando el suspenso y los personajes de la historia”, dice la investigación.
El libro analizó la cobertura de El Mercurio entre septiembre y octubre del 73 sobre el tema. Según este trabajo, el plan Z es “la gran noticia –el relato fundador– que el diario sigue y cubre en aquellos días. Probablemente sea esta noticia la que le da el vamos al gobierno militar, la base moral y simbólica que lo haría justificable. El plan Z (…) dotará a la reacción militar del componente épico, e incluso ético, necesario para justificar sus acciones. Y todo acontecerá a través de las páginas de El Mercurio”.
La idea del Plan Z como justificación al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la dictadura, fue reproducida en otras publicaciones. Una de éstas es el libro Anatomía de un fracaso: la experiencia socialista chilena, publicado por Zig-Zag dos meses después del Golpe. Fue escrito por el periodista Hernán Millas y su primera edición tuvo 50 mil ejemplares.
En la introducción, escrita por el fallecido periodista Emilio Filippi, se adelanta lo que vendrá en los siguientes capítulos: un análisis “de las razones de la caída de Allende”, el que podría “sintetizarse” en que “la experiencia socialista chilena fracasó, en el fondo, porque llevaba en sí misma el germen de su autodestrucción. Si no hubiese sido por la dualidad con que actuó la Unidad Popular, ciertamente jamás habría ganado las elecciones. Y Chile se habría evitado tres años de desastre”.
Un capítulo está dedicado por completo al Plan Z. En este se agrega una narrativa ausente en el “anexo” del Libro Blanco, y se añaden, también, más elementos a las escenas que habrían sucedido si se ejecutaba el supuesto plan.
“El 19 de septiembre de 1973, Allende estaría terminando de almorzar en el Palacio de La Moneda. Por ser el día de las glorias del Ejército habría invitado a los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y a los miembros del Estado Mayor (generales, almirantes y altos oficiales). Alguien se acercaría a Allende y le comunicaría un recado telefónico urgente. Él les rogaría a sus invitados que lo excusasen un segundo. Apenas él desapareciese entrarían al comedor varios GAP con metralletas, los que asesinarían a todos los comensales”, describe el libro.
Otro detalle que agrega este relato es que, una vez ejecutado el Plan Z, Allende aparecería en un balcón de La Moneda para anunciar el nacimiento de la República Democrática de Chile y en el mástil del Palacio “se izaría la nueva bandera, toda roja con una pequeña estrella. (…). En los alrededores de La Moneda se podrían observar los restos de algunos edificios destruidos por el fuego: la sede de la Corte Suprema, el Congreso Nacional, el diario El Mercurio y locales políticos opositores”.
El libro también detalla que se crearían los Tribunales Populares y que los simpatizantes de Allende se enterarían de esto “cuando en la Radio Corporación (socialista) transmitiesen el tango ‘Mi buenos Aires Querido’, cantado por Carlos Gardel, el que se repetiría cada treinta minutos. En las otras emisoras de la UP irían sólo discos de Salvatore Adamo y Leonardo Favio”. El texto de Millas termina asegurando que socialistas, miristas y mapucistas se habían “infiltrado en la marinería” y que “eran pocos, pero los suficientes para el diabólico plan”.