La forma en que el pueblo Maorí y el Estado de Nueva Zelanda han avanzado en resolver sus conflictos es considerado como un modelo que podría ser replicable para el caso de Chile con los pueblos originarios que habitan el territorio. Pero ¿cuáles han sido las características de aquel proceso político?
El pueblo Maorí se compone de 56 tribus y hoy representan el 15% del total de la población de Nueva Zelanda. El conflicto data del siglo XIX cuando los colonizadores europeos comenzaron a interactuar con las islas. En 1840 el imperio británico convirtió aquel territorio en colonia a través de la firma del tratado de Waitangi. Los intereses económicos ingleses (mineros y de agricultura) chocaron constantemente con los derechos y cosmovisión del pueblo Maorí, que resistió la implementación de aquel tratado y los posteriores avances colonizadores. Se estima que la población Maorí se redujo por la represión de 100 mil a 40 mil habitantes entre 1840 y 1892. Hacia mediados del siglo XX, los Maorís habían perdido gran parte de sus tierras, estaban empobrecidos y su cultura se estaba perdiendo, incluyendo su lengua.
Pero hoy la situación es algo diferente. La generación actual ha visto una importante transformación en la relación con el Estado Neozelandés. En 1975 se creó el Tribunal de Waitangi, que inició un proceso de revisión de las reclamaciones indígenas. Más tarde, se establecieron políticas de reparación y se ampliaron los espacios de participación política del pueblo Maorí. Hoy cuentan con 7 asientos reservados en el Parlamento y todos los partidos tienen representantes Maorís entre sus parlamentarios. Se oficializó la lengua Maorí y se vive una revitalización de la identidad indígena. Nueva Zelanda no suscribió el Convenio 169 de la OIT de consulta a pueblos originarios, pero tiene extensos mecanismos de consulta. Aunque la recuperación de territorios y del patrimonio cultural es algo mínimo de la justicia que merecen en la perspectiva del pueblo Maorí, sí han existido relevantes cambios en poco menos de 40 años.
Conversamos con la académica Maorí, Kaapua Smith, quien visitó Chile para explicar la experiencia del pueblo Maorí en la Universidad Diego Portales y que sostuvo reuniones con representantes del Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio del Interior, y diputados de Amplitud, entre otros. Kaapua Smith estudió en la Universidad de Auckland y ha desempeñado labores públicas en el Ministerio de Asuntos Maorís (2011-2014). Sostiene Smith que existen tres factores esenciales que explican el cambio: la capacidad de movilización del pueblo Maorí; el proceso de educación paralela impulsado por su pueblo; y el rol del Tribunal de Waitangi, que revitalizó la identidad indígena.
-En su opinión, ¿qué factores explican el cambio en la relación entre el pueblo Maorí y el Estado neozelandés en las últimas 4 décadas?
-Permítame advertir que si bien se han producido ciertos avances importantes para nuestro pueblo, todavía la relación no es perfecta y hay muchas cosas que se deben resolver. Pero para explicar lo que ha sucedido hasta hoy existen tres aspectos cruciales. A mediados de la década de los 60 un importante grupo de indígenas Maorí se educó en la universidad tradicional y formó parte de un proceso de renacimiento de la cultura de nuestro pueblo. Ellos habían tenido la oportunidad de educarse, eran políticamente muy activos y comenzaron a movilizarse defendiendo la causa Maorí, y particularmente nuestra lengua, que en ese momento estaba enfrentando un serio peligro de desaparición. Ellos fueron los que comenzaron a pensar en un plan de desarrollo alternativo para el pueblo Maorí. Se organizaron muchas protestas y muchísimas reuniones de las diferentes tribus para hablar acerca del futuro de ellas. En este proceso contribuyó el proceso de urbanización, dado que muchos Maorís estaban migrando del campo a la ciudad, lo que permitió un mayor activismo en las ciudades.
-¿Sólo participaba gente perteneciente al pueblo Maorí o existían otros actores apoyando la causa?
-Siempre hubo gente de Nueva Zelanda apoyando nuestra causa. Sin embargo, hemos sido bien determinados en pensar que los Maorís debemos proveer soluciones a nuestros propios problemas y eso ha sido parte de este largo proceso de autodeterminación.
-¿Y cuál sería el segundo elemento?
-El segundo tiene que ver con la educación. Nosotros hemos desarrollado un sistema de educación paralela basado en nuestros propios valores culturales y nuestra filosofía, de modo de revitalizar nuestras propias tradiciones y nuestra lengua. Cuando comenzó aquella revitalización de la identidad Maorí de la que le hablé, consideramos que era necesario fortalecer la educación desde la base; debíamos mejorar los niveles de educación de nuestro pueblo; en esencia, alcanzar una masa crítica entre nuestra propia gente.
A esto se sumó un tercer factor, que ha sido el proceso de acuerdos que se derivó del Tribunal de Waitangi de 1975. Esta iniciativa permitió que las diferentes tribus se organizaran, pero también ayudó a un proceso de sanación de las heridas que como pueblo teníamos. Aunque no es un proceso cerrado ni perfecto, está en constante evolución.
-¿Podría especificar qué tipo de acciones se han tomado en este Tribunal?
-El Tribunal de Waitangi fue establecido luego de un intenso período de protestas indígenas como un mecanismo de recolección de demandas y quejas. Hoy, por ejemplo, las tribus –en tanto entes colectivos– pueden presentar demandas frente al tribunal, o bien entrar en negociación directa con el gobierno. Existe una extensa variedad de demandas, incluyendo requerimientos de territorios, justicia, y presentación de quejas de reparación sobre cómo se trató a los ancestros, entre otros. Cada tribu y subtribu tiene quejas particulares y cada tribu y subtribu tiene una particular forma en que ha logrado algún tipo de acuerdo con el tribunal.
Típicamente, un acuerdo con el tribunal contiene una disculpa oficial del Gobierno por los abusos que se cometieron, un acuerdo mutuo de revisión histórica de lo sucedido en el pasado, y un acuerdo financiero de reparación. Como no siempre ha sido posible recuperar las tierras, se han establecido acuerdos financieros a través de mecanismos mutuamente acordados de fondos de inversión cuyas utilidades van en directo beneficio de las comunidades. Algunos acuerdos consideran la obligación de ofrecer en primer término a las propias tribus una eventual venta de tierras en zonas que les pertenecían a dichas tribus.
Algunas tribus establecen acuerdos para la administración común (con privados) de ríos; otros grupos establecen acuerdos sociales para regular la relación entre las tribus y los ministerios del gobierno, de modo de mejorar las condiciones socioeconómicas de su gente.
-¿Se establece un texto escrito oficial de revisión histórica?
-En efecto, luego de intensas negociaciones se establece un texto oficial escrito, mutuamente acordado, que restablece la verdad histórica de lo sucedido. En esencia, es un texto donde el gobierno asume su responsabilidad histórica por lo sucedido y que previamente no había sido reconocido.
-¿Podría referirse a la “disculpa oficial” que se incorpora en el proceso? ¿Cómo funciona?
-Como parte del proceso de negociación en el tribunal y luego que las tribus y el gobierno negocian cada uno de los aspectos del acuerdo (historia, demandas, quejas, reparación), le corresponde al ministro de asuntos indígenas del gobierno, al final del proceso, concurrir a la tribu para, oficialmente, dar una disculpa a la tribu por lo sucedido en el pasado.
El ministro concurre a un acto donde se hace presente la tribu completa. Antes de ese acto ya se ha producido una serie de reuniones en la tribu para ratificar los diferentes aspectos del acuerdo con el gobierno. Entonces, el acto de “disculpa oficial” es el último paso. Yo participé de uno de esos actos con mi tribu y puedo decir que se trata de un acto muy emotivo. Es un acto de cura de una herida, de sanación para nosotros.
Se trata de un acto muy emocional e importante, porque cuando tú negocias, lo haces en representación de todas las injusticias cometidas a tus ancestros. Se ha tratado de una lucha intergeneracional y cuando llega el momento de concluir aquella larga historia de luchas es una experiencia muy emotiva y especial.
Usualmente, este acto toma un día, y se realiza en la “Marae”, que es la casa donde se realizan las reuniones y ceremonias de la tribu.
-Pasando a otro tema, ¿podría referirse a la representación política del pueblo Maorí?
-Poco después del establecimiento de la colonia británica se estableció un mecanismo de 4 asientos reservados para el pueblo Maorí, pero lo que se buscó en ese momento era limitar la participación del pueblo Maorí, pues en aquel entonces nosotros éramos la mayoría. Además, ninguno de los 4 representantes hablaba inglés, en un parlamento Neozelandés donde se hablaba exclusivamente inglés.
Posteriormente, en 1996 se produjo un cambio en el sistema electoral y se optó por un sistema Proporcional Mixto, donde se incluyeron 7 asientos reservados para nuestro pueblo. Pero, además, en el sistema de Nueva Zelanda se consideran dos registros: uno para la población general y otro para quienes quieran registrarse como Maorís. Cada cinco años se revisa el padrón y las personas pueden escoger donde registrarse. No existe ningún requisito para registrarse en uno u otro padrón. Es solo por autoidentificación.
-Finalmente, en relación a los procesos de consulta al pueblo Maorí implementado por el gobierno de Nueva Zelanda, ¿podría especificar algunos de sus aprendizajes?
-El primer punto que quizás sea relevante destacar de nuestra experiencia es que los pueblos indígenas mismos deben ser parte de la elaboración de un proceso de consulta. Entonces, los pueblos indígenas de Chile deben ser capaces de determinar el proceso de consulta por sí mismos. Para nosotros, los Maorís, es muy importante participar de la determinación de los procesos de consulta.
Lo segundo, es que es necesario tener experticia técnica en ambos lados. Es muy importante que los indígenas tengamos el adecuado apoyo, conocimiento y experticia, de modo de proveer formas de consentimiento adecuadas durante el proceso de consulta. Y desde el punto de vista del gobierno, se requiere contar con gente que sepa vincularse adecuadamente con las comunidades.
-¿Pero qué significa este “vínculo adecuado” que Ud. indica?
-Yo solo puedo hablar por el caso Maorí. Por ejemplo, en nuestro caso no puedes esperar que a través de una comunicación escrita con las tribus llegues a un resultado. Nosotros tenemos un concepto llamado “Kanohi ki te kanohi”, que significa “cara a cara” y para nosotros es una señal de respeto y que es muy importante esto de iniciar un diálogo cara a cara.
Existe una enorme variedad de códigos culturales que para reconocerlos debes conocer la cultura, tener la capacidad de “leer” la situación de la comunidad. Entonces, se debe contar con personas que entiendan esto, que sean respetuosas, y que apoyen las aspiraciones del pueblo indígena. En el caso de los Maorís, nosotros buscamos un modelo de asociación, de ser tratado con respeto, para alcanzar acuerdos mutuamente beneficiosos.