El timonel de la nueva colectividad delinea aquí las claves del proyecto de poder que comienzan a construir con otros grupos de izquierda, en mirada de largo plazo. Y critica la agenda de gratuidad en educación de este Gobierno, que ellos respaldaron al inicio: “Es una fórmula que podría demorar 50 años en llegar. Entonces si eso no es un freno a la promesa política que Bachelet le hizo al país, no sé lo que es. Es un freno desde la lógica de los 90. De la tecnocracia. De que hay que cuidar la economía, que el crecimiento económico es lo único necesario para el Gobierno”, dice.
Sebastián Depolo, sociólogo (39), nacido en Coya, Región de O’Higgins, es profesor e investigador del Departamento de Ingeniería Industrial en la Universidad de Chile. Desde muy joven incursionó en la política, llegando a ser dirigente secundario y secretario general del primer parlamento estudiantil de su comuna en 1993. En 1995 se radica en la Región del Biobío, donde cursó estudios de pre y postgrado y ejerció la docencia en la Universidad de Concepción hasta el 2004. En el 2011 dirigió la escuela de formación de jóvenes de la Fundación Dialoga. En el 2012 fue fundador de Revolución Democrática y su primer encargado de contenidos. Después ocupó cargos como secretario general y coordinador nacional. Tras la constitución de RD como partido, hoy es el primer presidente de la colectividad.
-¿Cómo ve el presente y el futuro del partido Revolución Democrática dado el complicadísimo panorama social y político actual?
-Nosotros vemos dos cosas. Uno que hay una crisis de legitimidad profunda de todo el sistema político y eso no se va a solucionar con arreglos cupulares Eso se arregla convocando a la ciudadanía a hacerse parte de la política. El fin de RD es construir un proyecto político que le dé a la ciudadanía un rol preponderante e importante en la definición de la política: representatividad y además participación. Se abre a una nueva forma de hacer política. Cuando la ciudadanía sienta que son ellos los representantes y no una élite alejada. Es abrir la democracia para que la ciudadanía sienta que la política sirve de algo. No que esté hecha para que unos pocos se arreglen con los poderosos. Y esto lo hemos visto de manera flagrante.
Empresas como Soquimich financiaban a políticos de todo el espectro para resguardar sus privilegios. Es lo que vemos hoy día en la demanda para el fin de las AFP. Se ha construido una élite poderosamente económica, pero que además tiene influencia política que hace que las demandas de la ciudadanía no se puedan realizar. Y no se han podido realizar en 25 años dentro de una democracia súper restringida. Acaban de salir los resultados del proceso constituyente y lo que la gente más demanda son plebiscitos y consultas. Quieren ser parte de las decisiones. La gente no quiere votar, porque siente que la democracia no sirve para nada. Y esto es parte del diseño que dejó la dictadura y la constitución de Jaime Guzmán. Nosotros estamos por un mandato revocatorio. Que la ciudadanía pueda ir y volver al sistema político como algo que le es propio, no como algo ajeno. Y un segundo, el espacio de RD es el de la izquierda del siglo XXI. Una que se preocupe de un nuevo modelo de desarrollo, de sustentabilidad, de la integración y la diversidad. En Chile se construyó un modelo de desarrollo neoliberal en los 80 en la dictadura, que generó un tremendo poder económico muy concentrado. Y ese poder obedecía a una sola forma de entender la política que es de derecha. En la práctica todo el sistema político en Chile opera como si fuese una política de derecha. No hay efectivamente una política de izquierda.
-¿Entonces no existe una verdadera izquierda en Chile?
-Creo que hay una izquierda testimonial que es mucho más cultural que política. Políticamente la izquierda fue derrotada en los años 90 al pactar de esta manera una transición democrática que se hizo interminable. La izquierda abandonó el proyecto transformador. Y por muchos años la izquierda extrainstitucional, por así decirlo, estuvo fuera del sistema político. No hay que olvidar que el PC estuvo 20 años fuera del sistema político. Y se conformaron estos dos grandes bloques, uno de derecha y otro de centro izquierda, pero que por la Constitución no se podían conformar aquellas estructuras que incluso el programa de Aylwin prometió transformar. El programa de Michelle Bachelet del 2013 es el primer programa presidencial que se propuso un par de cambios estructurales y ya vimos el ataque que tuvo de la derecha económica y política. Entonces mientras no cambiemos la correlación de fuerzas y no reconstruyamos un proyecto de izquierda va a ser muy difícil superar con las actuales coaliciones el modelo neoliberal. Por eso nosotros estamos tratando de construir una nueva izquierda con otras fuerzas políticas. Tenemos una mesa de convergencia con el movimiento autonomista de Gabriel Boric, con la Izquierda Libertaria, con el Partido Humanista, el movimiento de Cristián Cuevas, con el colectivo Nueva Democracia, con el diputado liberal y progresista Mirosevic.
-¿Van a incluir al MAS de Navarro e Izquierda Ciudadana de Aguiló ahora que anunciaron su salida de la Nueva Mayoría?
-Creo que hay dos cosas. Primero, queremos construir un programa que convoque a la ciudadanía y si hay gente de otras coaliciones que quieren sumarse serán bienvenidas. Por otro lado, tanto Aguiló como Navarro están desde el año 90 en el Congreso. Entonces me pregunto sinceramente si ellos buscan no estar en la Nueva Mayoría por un tema de rédito electoral o por una construcción programática más de fondo, donde tal vez ellos no tengan un papel principal. El MAS e Izquierda Ciudadana nos han invitado a un par de reuniones. Después que se salgan de la Nueva Mayoría quizás podríamos sentarnos a conversar. No es llegar y cambiarse de camiseta de un día para otro. Hay que cambiar las prácticas profundas, por lo cual la política representativa se ha deslegitimizado.
-¿Usted está de acuerdo con la declaración de Lagos en relación con que es la peor crisis política e institucional que ha vivido Chile?
-Comparto una parte del diagnóstico que hay una crisis política profunda, lo que no comparto es que la solución, que Lagos no dice, es un retroceso al tipo de democracia que teníamos en los 90. Una democracia cupular de acuerdos, de espalda a la ciudadanía, que no logró transformar este país y acentuó las desigualdades. Entonces a mí lo que no me gusta es que, gente que haya sido protagonista de los últimos 20 años de historia política de este país, no se haga cargo de los efectos de sus propias decisiones. Como, por ejemplo, haber firmado el 2005 la reforma constitucional como una nueva Constitución. Eso es gravísimo, porque finalmente legitimó, desde un pensamiento socialdemócrata, la Constitución neoliberal de Pinochet. Un modelo de sociedad donde la política tiene poco valor.
-Entonces, ¿a qué se debió la reciente reunión de la directiva de RD con Lagos?
-Esa fue una reunión que tuvo un carácter netamente técnico, acordada para hablar de dos temas: de salud y sobre el proceso constituyente. Nosotros creemos que si de verdad queremos superar la crisis de legitimidad necesitamos una Asamblea Constituyente y para eso tenemos una política de hablar con todas las personas que tienen un espacio en la opinión pública. Esta reunión no tuvo ningún carácter presidencial. Pero así fue tomado tanto por los medios como por un entorno interesado que querían hacernos ver cercanos a la Nueva Mayoría para el próximo período. Y nosotros hemos sido muy claros: no somos parte de la Nueva Mayoría. Contribuimos con el Gobierno de Michelle Bachelet en la reforma educacional, porque creímos en un programa y ese programa había que empujarlo.
-¿No cree usted que el problema de las reformas de Bachelet que se fueron diluyendo fue provocado por el boicot de los grandes empresarios con la derecha que se produjo ante el atisbo de cambio al sistema neoliberal?
-Existiendo una coalición de mayoría que las respaldó, el boicot de la derecha fue evidente. Lo vimos en la reforma tributaria, en la educacional y en cada uno de los cambios que se intentaron. Y lo otro es la falta de convicciones en los parlamentarios de la Nueva Mayoría. Son muchos. Por ejemplo, el senador Walker fue completamente contrario a los cambios en la reforma educacional. El principal adversario no necesariamente estaba en la derecha. Fue Ignacio Walker de la NM.
-Usted tildó al ministro Valdés de irresponsable.
-Sí, de hecho cuando a esto que se le llamó ‘realismo sin renuncia’, que fue con la llegada de Burgos y Valdés al gabinete, lo cual fue aplaudido por la derecha económica y política, termina siendo un frenazo con excusas económicas a los proyectos de cambio. Uno puede entender que Chile tiene una crisis económica, por el bajo precio del cobre, porque hay una menor actividad económica. Y uno puede decir OK, los cambios no pueden ser con la velocidad que nosotros querríamos, pero con un horizonte claro. En cambio, se diseña la reforma educacional, pero cuando se pasa a Hacienda y se decide cómo financiarla, la gratuidad no tiene horizonte. Es una fórmula que podría demorar 50 años en llegar. Entonces, si eso no es un freno a la promesa política que Bachelet le hizo al país, no sé lo que es. Es un freno desde la lógica de los 90. De la tecnocracia. De que hay que cuidar la economía, que el crecimiento económico es lo único necesario para el Gobierno.
-Usted señaló que no es verdad que no existan fondos para financiar derechos sociales. Es una afirmación muy potente.
-Sí. Hay varios lugares donde hay fondos. Existe el fondo de estabilización social y económica que tiene algunas reglas y fue hecho en el período de bonanza del precio del cobre. Una política fiscal progresista lo que hace es que, si la economía baja, el Estado inyecta más recursos. Y lo que hizo Valdés al asumir fue recortar el gasto público. Es la misma receta que siempre hemos ocupado. Con el Gobierno de Frei pasó exactamente lo mismo. Entonces, hay que volver a pensar incluso en los paradigmas de cómo se hace política pública fiscal. Porque, si la economía baja, lo lógico es que el Estado contribuya más para reactivar esa economía. El recorte que hizo Valdés terminó siendo un flaco favor al programa de transformaciones que la misma Presidenta prometió al país. En algunos casos siento que Bachelet ha estado demasiado tiempo durmiendo con el enemigo.
-¿No cree usted que la Presidenta cavó su propia tumba al no haber sido tajante en la investigación del caso Caval, quedándose en el rol de madre y no de Mandataria?
-Sí, creo que minó el capital político, que era lo más importante en ella: la credibilidad. Pero es difícil juzgar sin haber estado en los zapatos de quien tiene que tomar la decisión. Creo que fue muy mal asesorada en ese momento. Fue un error no haber sido más tajante y más fuerte. Esa baja de la credibilidad fue aprovechada por los boicoteadores.
–¿A cuál de todos los eventuales candidatos presidenciales están dispuestos a apoyar?
-De los que hoy están en carrera no sentimos que ninguno nos represente, vamos a hacer un consejo estratégico para definir cuál va a ser nuestra apuesta presidencial. Aunque sea un camino más largo, creo que lo importante aquí es reconstruir un proyecto transformador y que supere el neoliberalismo. Creo que es un modelo que hay que desarmar para poder construir otro distinto.
-¿Revolución Democrática está de acuerdo entonces con la retroexcavadora que planteó el senador Quintana en su tiempo?
-A mí no me gusta la imagen de la retroexcavadora, porque supone una acción violenta Y nosotros tenemos que construir cambios democráticos. Mucho más que una retroexcavadora, me gustaría una Asamblea Constituyente que vuelva a sentar bases que posibiliten políticas públicas distintas. Se requiere un convencimiento de la ciudadanía de que se puede formular un país distinto si lo pensamos entre todos. Tenemos que ser capaces de transmitir que debemos cambiar la Constitución a través de una AC. Hoy día cada reforma, por tibia que haya resultado, ha sido llevada por la derecha al Tribunal Constitucional. Eso es un candado antidemocrático. Así los gobiernos van a a seguir siendo gobiernos de intentos de reformas que terminan fracasando, porque chocan con un orden institucional que no permite los cambios. En Chile falta una cultura democrática de debate, de participación, ponerse de acuerdo con distintos actores. Donde la ciudadanía sienta que la política sirva para algo. Si no en las próximas elecciones va a ir a votar no más del 30% de la población. Un desastre.
[cita tipo= «destaque»]“En Chile se construyó un modelo de desarrollo neoliberal en los 80 en la dictadura, que generó un tremendo poder económico muy concentrado. Y ese poder obedecía a una sola forma de entender la política que es de derecha. En la práctica todo el sistema político en Chile opera como si fuese una política de derecha. No hay efectivamente una política de izquierda”.[/cita]
-¿RD estaría dispuesto a juntarse a debatir con Piñera si los convoca?
-Dependiendo a debatir qué. RD nunca va a formar una coalición política con Piñera. Somos de izquierda. Pero si él nos invita a un debate público de ideas respecto a lo que queremos para Chile, veremos si es oportuno y pertinente. Yo sería muy cuidadoso en cualquiera de mis futuras reuniones.
-¿Qué le parece la declaración de Burgos diciendo que la Nueva Mayoría tiene fecha de término, ya que ha descarrilado al país?
-Lo encuentro de una deslealtad tremenda que, habiendo sido el maquinista de este tren, diga ahora que se ha descarrilado y que culpe al Partido Comunista, que tiene una minoría parlamentaria. Que no tiene la cantidad de ministros que tienen las otras fuerzas políticas de la NM. Encuentro que no es ni justo con lo que ha pasado ni tampoco creo que es prudente después de haber sido ministro del Interior, o sea, el jefe de gabinete del Gobierno de la Presidenta Bachelet. Lo encuentro de una deslealtad profunda. Uno puede estar en contra de ciertas cosas en las que ha participado o cómo han resultado, pero hay un mínimo de decoro si tú ostentaste un cargo de esa magnitud. Por lo menos reservarte tus dichos.
-¿Cómo afecta el miedo de la Nueva Mayoría y el Gobierno a la derecha y a los grandes empresarios como para que se hayan diluido las reformas?
-Si tú le tienes miedo al poder, la única forma de combatir ese poder es con un convencimiento y un apoyo ciudadano. Por eso creo que fue un error haber diluido las reformas, habiendo sido presa de este miedo a la parálisis económica por la que te amenazan los empresarios.
-¿Según RD la Nueva Mayoría se acaba?
-Creo que tiene poco horizonte, porque no tiene un programa común que defender. Es probable que la hagan sobrevivir por conveniencia electoral.
-¿Usted cree que si Bachelet pidiese perdón ahora por lo de su hijo recuperaría la credibilidad? ¿Es tiempo todavía?
-Creo que la ciudadanía ya construyó una opinión. Y es difícil cambiar esa percepción. No sé si un reconocimiento de ese caso en particular mejore esta situación de descrédito que ya es generalizada. Habría que verlo. A lo mejor con el tiempo la gente podría cambiar su opinión. Porque ya la crisis se hizo sistémica, en el sentido de que todo está involucrado. El financiamiento irregular, Caval, Soquimich, Penta, una tardía respuesta del Servicio de Impuestos Internos, la Fiscalía actuando a veces bien , a veces mal. La crisis de legitimidad ya es sistémica. Por eso se requiere una solución sistémica. Y esa solución es volver a construir un proyecto nacional de desarrollo, que tiene por un lado una pata política a través de una AC y otra pata de futuro a través de un nuevo modelo de desarrollo.