El analista y militante socialista asegura que la “resolución de primarias y el hecho de que se rechazara la idea de que el Comité Central proclamara a Ricardo Lagos es el dato más importante del pleno”. Afirma, asimismo, que el ex Mandatario representa un “proyecto que no marca un desapego al proyecto neoliberal, tipo Tercera Vía. Hubo una discusión política en torno a que el liderazgo del ex Presidente no era lo que el partido necesita (…). Fue un gran triunfo de la institucionalidad del partido”.
Un verdadero balde de agua fría caía sobre el laguismo el sábado , tras la resolución del Comité Central del Partido Socialista que ratificó la opción de realizar primarias el 23 de abril, con el fin de escoger su carta presidencial para el 2017.
Un final que parecía poco certero a principios de la semana pasada, cuando se definieron los listados para disputar las elecciones internas, proceso que terminó con el quiebre de la lista de “unidad” que intentaría dar cohesión al partido, en medio de una fuerte crisis y críticas internas por las grandes presiones que habría ejercido el laguismo, liderado por Camilo Escalona.
Un panorama complejo, que desmenuza Ernesto Águila, analista y académico que milita en el Partido Socialista. Según el Director del Departamento de Estudios Pedagógicos de la UDP, en el “PS se está discutiendo sobre candidatos y procesos, pero en realidad lo que se debe estar hablando es el proyecto de sociedad, eso es lo que está en el trasfondo de algunos sectores del Partido Socialista. Porque lo que realmente está en juego es su vigencia histórica”.
Esta falta de conexión con las discusiones de bases, junto con la negación a la ideología y el proyecto de origen, podría significar que dicha tienda siga “los derroteros que están ocurriendo con Partidos Socialistas europeos”, como lo que sucede con el Partido Socialista francés, “que hoy está en los suelos, desde que no logró interpretar una salida a la crisis del neoliberalismo europeo y que no supo conectar con los cambios”.
-Respecto a las elecciones internas del Partido Socialista, la conformación de las listas fue compleja. En un principio se estaba armando una lista única de consenso, lo que no llegó a buen puerto, ¿cuál es su percepción del acomodo de las fuerzas al interior del PS, que se ven plasmadas en las listas que hoy compiten por la dirección?
-Lo primero es constatar que, efectivamente, existen tres listas en el PS. Hubo un intento por conformar una sola lista con todos los sectores del partido, lo cual limitaba bastante la posibilidad de elegir de la militancia. Además, la lista de unidad, desde el punto de vista político, era bastante ficticia.
Ahora, las elecciones del PS van a ser competitivas, hay dos candidatos que se están promoviendo, Gonzalo Durán y Álvaro Elizalde, y lo que está en disputa en estas dos listas es una cierta visión de que el Partido Socialista se está jugando su vigencia histórica. Lo que está en juego es saber si en verdad el PS es un proyecto de izquierda vigente en Chile, o le va a pasar lo que les está sucediendo a los partidos socialistas europeos. Debemos saber si el PS va a superar la actual crisis política, ideológica, de conexión con la sociedad, por la que está pasando y, para ello, la figura de Durán parece demostrar más el proyecto de conexión histórica, un contrapunto.
-Si Durán representa este contrapunto, ¿qué trae consigo la figura de Elizalde? ¿Tiene la capacidad de marcar esta disposición de retomar los orígenes del socialismo?
-Elizalde es una figura joven, que tiene energía y capacidad política, es parte de una generación de recambio en el PS y tiene méritos y cualidades políticas. Su principal problema es que encabeza una lista con profundas diferencias ideológicas y políticas. Están allí desde militantes de la AC hasta sus más firmes detractores. Se define como una lista de «unidad», pero es imposible saber qué los une. Administra una alianza que no tiene definiciones políticas coherentes, en las cuales no existen las mismas convicciones de llevar al Partido Socialista hacia la izquierda y hacia la recuperación de la trayectoria histórica que tuvo.
-Dentro del contexto político-social que vive el país, ¿cuáles serían las consecuencias de que el Partido Socialista profundice su distanciamiento con un origen de izquierda, que busca transformaciones profundas?
-Por un lado, dejar de tener vigencia histórica, de tener sentido para lo que fue creado, o sea, transformar la sociedad en función de las necesidades de los sectores de trabajadores y populares. Esa pérdida de vigencia, de su esencia, para este contexto político, va a significar su desaparición.
[cita tipo= «destaque»]“Hay una tensión dada por si el liderazgo lo construyen las encuestas o el partido tiene un proyecto de sociedad y propone liderazgos con esos proyectos y principios. Los partidos tienen que construir su electorado. Esto de que la opinión pública construye los candidatos hay que matizarlo, no ir por el vaivén de las encuestas y renunciar a ser un partido que trata proyectos. Si el partido solo hubiera sido encuestas, Salvador Allende no habría sido Presidente. Esta rendición incondicional a las encuestas genera que esta discusión de popularidad reemplace a la discusión de programa, y debe ser combatida si lo que se quisiera es crear realmente liderazgos”.[/cita]
Para el país representa el fin de una herramienta política, que significó organización, representación, construcción de programa, proyectos históricos y materiales como el de Salvador Allende. Para el propio PS significa iniciar su declinación histórica, probablemente marginándose y es justamente eso lo que está en juego, no la manera de la presidencial o la manera en que se enfrente la contingencia del 2017, sino que es, ni más ni menos, que su visión como partido. Estamos en ese punto.
-Pero muchos plantean que hace años, en función de las definiciones más macro del Partido Socialista, se evidenciaba el abandono de su esencia. ¿Es evidente un proceso así?
-Al comienzo de la transición, el PS se unificó en torno a un proceso de renovación socialista que tuvo en sus orígenes razones históricas importantes, pero qe la coyuntura de 1990 lo llevó a un proceso de cambio que desarma la identidad socialista y que lo va asimilando cada vez más a una socialdemocracia en su versión más neoliberal, marcando una ruptura con la identidad del Partido Socialista, que era una mezcla de programa con objetivos revolucionarios y una mirada más institucional. Así, el PS se empieza a deslizar por unas aguas más neoliberales.
Esto empieza a producir un choque con la cultura original del PS, que tiene un frente allendista, esto desata una crisis, y lo que ocurrió el día sábado en el consejo, es uno de los triunfos de las bases del PS, que no se había producido hace muchos años. Haber optado por un camino de defensa de la institucionalidad, proponiendo primarias y obligando a todos los liderazgos a someterse a esa primaria, resistiendo la presión del laguismo, marca un punto de inflexión.
La prueba de fuego del último Comité Central era la opción que tomarían respecto a las primarias. A pesar de que finalmente se optó por esta opción y hasta se le habría “quitado poder a la dirección nacional del partido”, el proceso de resolución fue cuestionado por haber sido realizado a puertas cerradas, “sin las bases del partido”.
“Esto demuestra que la dirección del Partido Socialista vive un proceso muy parecido al de la élite chilena: que está en tensión con los ciudadanos, en algunos casos y, en otros, con la misma élite (…). Es una práctica inusual, que revela una desconfianza en las bases del Partido Socialista. Creo que fue un aspecto, quizás menor, pero que refleja que existe una gran brecha entre la dirigencia y la militancia socialista”, apunta Ernesto Águila.
-¿En qué pie deja a la candidatura de Ricardo Lagos esta resolución? ¿Es una opción arraigada en el núcleo que concentra el poder al interior del PS?
-La resolución de primarias y el hecho de que se rechazara la idea de que el Comité Central proclamara a Ricardo Lagos es el dato más importante del pleno. Evidenciar que el proyecto de Ricardo Lagos no logra reconectar con la sociedad desencantada de la política, con las generaciones jóvenes, con el mundo popular, no le permitía el proyecto de Lagos reencantar a todos esos sectores que se han ido de las urnas, en casi un 65%.
El de Lagos, es un proyecto que no marca un desapego al proyecto neoliberal, tipo Tercera Vía. Hubo una discusión política en torno a que el liderazgo del ex Presidente no era lo que el partido necesita. Ahora, la resistencia hacia Lagos no es a su persona ni trayectoria, sino que a lo que políticamente representa. La respuesta a eso fue no proclamarlo, hacer un proceso de primarias a la que subió Lagos, pero que tiene que enfrentar su posición en el partido. Fue un gran triunfo de la institucionalidad del partido.
El laguismo no supo captar que el PS está preocupado por su vigencia política y, por lo tanto, no abrió el diálogo necesario para fundamentar por qué el liderazgo de Lagos podía permitir al PS sobrevivir a los procesos que están ocurriendo.
-En cuanto a la profundidad del proyecto, ¿cuánto de contenido hay en la discusión? Porque las últimas intervenciones han estado centradas en la discusión de la forma en vista del año electoral.
-Hay una tensión dada por si el liderazgo lo construyen las encuestas o el partido tiene un proyecto de sociedad y propone liderazgos con esos proyectos y principios. Los partidos tienen que construir su electorado. Esto de que la opinión pública construye los candidatos hay que matizarlo, no ir por el vaivén de las encuestas y renunciar a ser un partido que trata proyectos. Si el partido solo hubiera sido encuestas, Salvador Allende no habría sido Presidente. Esta rendición incondicional a las encuestas genera que esta discusión de popularidad reemplace a la discusión de programa, y debe ser combatida si lo que se quisiera es crear realmente liderazgos.
-¿Existen voluntades para esto?
-Existen visiones distintas al interior del PS. Lo que representa una visión de poner en juego un partido que recupere el origen del PS es lo que representa Fernando Atria, él se ha atrevido a volver hablar de socialismo. Resulta casi increíble que el Partido Socialista no use el concepto de socialismo para hablar de su proyecto. Es una derrota en el lenguaje, pero que representa un trasfondo.
Finalmente, el analista señala que “en la primaria presidencial también se está jugando si es un partido que simplemente corre detrás de un candidato o si es un partido que construye un programa, una respuesta”.